«Tener» de Robin Myers (Kriller 71)

«Tener» de Robin Myers es un poemario exquisito, con una gran solidez estética y poética.



«No me acuerdo de cómo fue nacer». Así comienza «Tener» de Robin Myers (Kriller 71), un poemario que se encuentra atravesado de dudas, experiencias dolorosas y una mirada luminosa sobre los instantes.

La voz poética se posiciona desde una perspectiva oblicua. Por un lado, es la criatura a la que las cosas narradas la han atravesado, pero por otro, ha pasado el tiempo y la piel ya no es la misma, por lo que lo que se cuenta está lejos, ya no afloja igual las costillas; es decir, casi es otra persona la que habita en los versos. El pasado le da la mano al presente y llega a provocar una especie de desapego con la realidad; donde lo que somos no está del todo claro, porque «podrías olvidarte de dónde eres».

En «Tener» encontramos tres tipos bien definidos de poemas. Las listas: poemas que detallan en forma de enumeración los sucesos, los paisajes, las sensaciones, y que trazan una línea bien definida de las cosas —poemas contundente aunque no necesariamente, breves— . Los instantes: poemas muy breves que intentan rescatar la luz de lo que ocurre ahora, en contraposición con lo perdido. Los círculos: poemas que se abrazan a un estilo más narrativo donde el comienzo está enlazado con el final, y en el proceso se explica el interés o la obsesión por nombrar aquello. A través de estas tres líneas Myers construye un libro sólido sobre lo eterno del Ahora.




Se traduce de la lectura que quien habla es alguien que ya no tiene veinte años. Alguien que siente una cierta decepción sobre esta experiencia absurda que es la vida y que, sin embargo, no puede evitar preguntarse, desear —porque «no me interesa desterrar el deseo»— e intentar por todos los medios reconquistar su visión infantil de la existencia; quizá tenga algo que ver con esto esa necesidad de recuperar momentos del pasado, de percibir el mundo transitado como una herencia que excede los límites de lo personal. En parte, todo el poemario parece construirse con la intención de esa búsqueda: reconocerse en la vida de los otros para definirse, por doloroso que pueda ser este trance. «Claro que me avergüenzo / de estar hecho de lo que me hizo», dice. Pero no quiere quedarse en una idea superficial, arrastra el dolor a las palabras, a las ideas, hasta llegar al fondo, hasta entender que la materia de su esencia es «bomba, / techo, / ala». Sin embargo, las palabras llevan a la luz, y lo perdido es también herencia donde sentirse a salvo, donde restablecer la identidad, y encontrar el molde de las cosas —«Cuando duermo en la lengua que olvidé / y me despierto, es como salir a flote con el sol»—.




La poesía de Myers es por momentos muy delicada y en ocasiones algo ruda. Parece buscar la voz en lo que tiembla y todo lo que escribe tiene cuerpo y color. A través de la lectura, entonces, nos topamos con imágenes que pueden ser recuerdos propios o ajenos pero que tienen algo que decirnos sobre la experiencia humana, personal y colectiva, y del mismo modo, encontramos preguntas que nos sirven para pensarnos mientras las páginas ceden y las imágenes se van sucediendo unas a otras. Preguntas que intentan llegar a la profundidad de lo que somos, de lo que tenemos, de lo que nos forma, de lo que dejamos. Como si al narrar muchas veces lo mismo pudiéramos definirnos, y «¿quién fue el que dijo que la repetición era paciencia?».

«Tener» es un libro maravilloso sobre lo concreto de la existencia pero que no se queda en el tacto, vuela sobre las preguntas que nos convierten en criaturas melancólicas y siempre heridas. Un libro que se nos ofrece como luz, como espacio de reflexión y con toda la fuerza estética de una poeta madura, que trabaja a conciencia en cada una de sus frases y que alimenta nuestra experiencia con un conjunto de imágenes y sensaciones que pueden ser las nuestras. «En el cuarto oscuro / encontré una lámpara / y un libro, / casi lo suficiente». Que sea suficiente leer «Tener» para entender que la vida «es también eso que olvidamos».

Tener. Robin Myers. Traducción de Ezequiel Zaidenwerg. Kriller 71, 2019.

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