Aunque en verano se promueve la búsqueda de lecturas poco sustanciosas, no seremos nosotros quienes las receten. Precisamente, la literatura puede ser un hermoso espacio donde buscarse y encontrarse, así como también donde practicar en una teoría metafórica el don de la empatía. Pensando en lecturas que fomenten estas dos actitudes hemos seleccionado tres libros que podrían interesarte. No son para que te comas el coco, tranquilo, pero tampoco para que vivas la lectura de una forma tan despegada de las emociones y de la realidad como la novela de nuestro tiempo quiere fomentar.
«La distancia» de Pablo Aranda (Malpaso)
La distancia de Pablo Aranda es una novela que fusiona el misterio con el drama y que nos permite vivir una aventura entre España y Marruecos, donde hay desamor pero también suspenso: al mejor estilo Aranda.
La distancia comienza con una cita de Carol Joyce Oates que dice que la felicidad está ahí, sólo tenemos que saber encontrarla. En cierta forma, la novela va un poco sobre eso: sobre la dificultad para sentirnos a gusto con la vida que nos hemos labrado, y la añoranza siempre a punta de pistola para destrozar los momentos más hermosos con melancolía. Y, si bien no es el mejor libro del escritor malagueño, tiene muchas cosas que son interesantes y que hacen que merezca la pena nuestra lectura.
Aranda practica un tipo de novela negra que se sale de los cauces de lo común: en él los sentimientos más que los hechos juegan un papel sustancial y son los que van tramando la narración. Algo que percibe en sus historias es esa subjetividad que nos caracteriza: la forma en la que nuestros sentimientos modifican nuestra percepción del mundo.
Emilio es un tipo normal: sale a correr con su perro cada mañana, trabaja, toma su cafelito en el bar de la esquina, es decir, tiene una vida tranquila. De pronto recupera (o es asaltado) por sus sentimientos respecto a un viejo amor, Tamar, e intenta devolver al pasado el color desteñido. Pero avivar el fuego de algo ya inexistente puede ser peligroso, y las consecuencias se pagan muy caro.
«Por mis muertos», de Flavia Company (Páginas de Espuma)
Por mis muertos es un libro de relatos de Flavia Company cuya particularidad es que las historias transcurren en espacios donde todo puede salir volando por los aires u ordenarse, con la misma cantidad de probabilidades, casi.
Un poco de ficción siempre hay que hacer, en la vida, le dice el abuelo a Andrea. Así se abre este libro donde numerosos personajes interactúan y dan forma a un universo que está a mitad de camino entre el corazón intimista de un hogar (con las guerras familiares que esto supone) y una mirada general de la vida. La forma de narrar y de trabajar el perfil de los personajes son los dos puntos más destacables de este libro.
Además, habría que señalar de Company esa capacidad para contar lo que guarda de fondo el relato, una forma de invitarnos a la propia indagación: ¿cuánto hay de mí (y en mí) en esto que estoy leyendo? En todos los cuentos tenemos dos espacios. El superficial (que viene a ser lo que ocurre) y el que se mueve de fondo (lo que atañe a la intimidad de los personajes y que se sugiere). Company sabe sostener con inteligencia la tensión entre ambas superficies, y sin caer en la reflexión filosóficas en forma de monólogo que tantos relatos estropea.
Así como se lo plantea uno de los personajes, Company escribe buscando en lo pequeño el color y la trama, y por eso sus historias, aunque no resulten nada pretenciosas te conquistan. Además, da visibilidad a amores no normativos, que permiten una mirada nueva sobre la literatura LGTBI, donde hay más espacio para la luz que para la sombra que cierta mirada sobre nuestro mundo quiere hacer visible. En Company el amor y el deseo es algo natural y vivo, que hace que te sientas comprendida e incluida.
Historias familiares interrumpidas por el exilio, por la muerte, como si fueran cosas distintas. Amistades que se renuevan con el paso del tiempo y amores que surgen de la forma más imprevista, por esas coincidencias que a veces tiene la vida que nos desarma, quizá para siempre, al menos, para un siempre que es ahora. Y ahora es el tiempo en el que transcurren las historias de Company, a la que hay que leer, y seguirla, porque escribe con fábula y esperanza.
«El pulso de la desmesura» de Amelia Pérez de Villar (Fórcola Ediciones)
La tercera recomendación es una novela de Amelia Pérez de Villar que, además de ser la primera de una obra de ficción que tiene su potencia y su tradición, ofrece una mirada interesante sobre la forma en la que nos relacionamos con el cuerpo.
A través de un discurso fragmentario que se apoya en imágenes y que se vale también del lenguaje de las nuevas herramientas de comunicación, Pérez de Villar construye una reflexión en torno a la identidad, a la forma en la que nos ven los demás y a la forma en la que deseamos que nos vean. Asimismo, hay un a mirada sobre el difícil trabajo de conseguir visibilidad en un mundo abrasivo si no cumples con las reglas del mercado.
Entre las cosas a destacar, cabría quedarse con el tono del libro, puesto que a pesar de que aboga por una visión intimista, más cerca del monólogo que de la narración clásica, se centra en objetos, miradas, sonidos, colores para unificar una idea profunda. Esto aporta peculiaridad al discurso y resulta sumamente enriquecedor para la historia.
Podemos vivir sin las cosas importantes, pero los detalles, las cosas insignificantes, son realmente las imprescindibles. Esto es lo que parece motivar la vida de esta novela donde hay deseo, búsqueda personal, erotismo y también decepción y frustración frente a un mundo mercantilista que no sabe nada, ni le interesa, sobre el dolor de los otros.
El pulso de la desmesura de Amelia Pérez de Villar es un relato de nuestro tiempo para el futuro, y creo que cualquier amante de los buenos libros debería darle una oportunidad.
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