Jacinto Benavente es uno de los dramaturgos españoles más importantes de la Historia. Se le reconoce el haber reinventado el género teatral y otorgado más credibilidad a las tramas de este género.
Jacinto Benavente nació el 12 de agosto de 1866 en Madrid. Gracias a hacerlo en el seno de una familia acomodada tuvo acceso a una buena educación. Esto le permitió descubrir de forma temprana la literatura francesa que fue tan crucial para su desarrollo como escritor.
Aunque comenzó los estudios de Derecho en la Universidad de Madrid, pronto los abandonó para dedicarse completamente a la literatura. También exploró durante algún tiempo el terreno del espectáculo, empleándose como empresario en un circo.
Benavente fue un viajero incansable; tanto es así que en su obra ha dejado registros de sus numerosas visitas a lugares conocidos y no tanto de Europa y otros continentes. Gracias a ellos, además pudo descubrir a algunos de los autores en los que haría pie para renovar el teatro español del siglo XIX, tales como Gabriele D'Annunzio, Maurice Maeterlinck y Henrik Ibsen.
En 1916 Benavente ingresó en la Real Academia Española y unos años más tarde recibió el Premio Nobel de Literatura, así como también el título de hijo predilecto de Madrid y la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio.
La obra de Jacinto Benavente
Si tuviéramos que describir algún rasgo destacado de su obra nos quedaríamos con su peculiar forma de trabajar el costumbrismo, incorporando elementos modernos que renovaron el género para siempre. Estas cualidades se pueden percibir en la búsqueda de verosimilitud a través de un discurso y diálogos naturales y más cerca de lo coloquial que del melodramatismo de aquella época.
Del teatro de Benavente cabría mencionar títulos como Los intereses creados, que daría la vuelta al mundo y sería (todavía lo es) considerada por muchos como la gran revolución del teatro Hispanoamericano de principios de siglo. Otras de sus obras inolvidables son: El nido ajeno, El nietecito, Campo de armiño, La mariposa que voló sobre el mar y El alfiler en la boca.
Una de las cosas que siempre se le critican es el haberse decantado por un tono más cerca de lo frívolo que de lo reflexivo, que lo alejan de autores como Hibsen donde, si bien hay elementos humorísticos se nota la intención de profundizar en el análisis de la humanidad por sobre todas las cosas. Sea como sea, hay que leerlo para tener una opinión propia respecto a su obra.
0 Comentarios