«Elegías» de Antonio Rodríguez Almodóvar (Libros de la Herida)

«Elegías» de Antonio Rodríguez Almodóvar es un poemario exquisito en torno a las preguntas filosóficas fundamentales.


«Elegías» de Antonio Rodríguez Almodóvar (Libros de la Herida)

Somos un saco de huesos y carne con la pulsión de entender. Ésta es la premisa de la que parte Antonio Rodríguez Almodóvar en su libro Elegías (Libros de la Herida). Y en esta idea podríamos detenernos y deleitarnos, si la poesía no fuera un territorio donde el valor no se encuentra tanto aliado a la materia como a la noción que tenemos de ella. Y Almodóvar apoya todo el pie en esa premisa, para tomar envión y tratar de acceder a esos estantes empolvados y cada vez menos visitado por la palabra, donde la verdad tiene muchas caras y todas se revelan sólo ante los ojos que hurgan en el sentido de lo Otro. Así llega a la pregunta realmente significativa sobre ese cuerpo con huesos y músculos, ¿de dónde surge ésta necesidad de entender y a dónde nos lleva? Y siguiendo en esa línea desensambla todo una andamiaje de premisas y verdades siempre presentes en la filosofía sobre la idea que tenemos de la existencia, a través de una serie de poemas maravillosos e intensos.


Entre las cosas más interesantes del libro cabría señalar esa dicotomía constante entre racionalidad y emotividad: lo que pensamos de qué forma es atravesado por lo que sentimos. Del mismo modo, aunque se apoya en la estética de la elegía, también se contrapone a ella. Así, en algunos poemas rompe con la métrica para caminar en círculos sobre lo que no tiene límite ni frontera; como si las propias preguntas que motivan su poesía no pudieran encastrarse en un número determinado de sílabas y acentos, como si la búsqueda poética siempre debiera rebelarse contra la tradición más estricta, y aún así necesitarla. En esa ambigüedad radica la magia de un libro, que se construye a la vez desde la pregunta que no tiene respuesta: «¿Cuándo se nos ha dicho que podemos aspirar al ser feliz?»

Elegías se encuentra dividido en diez elegías, es decir, diez poemas que enuncian el lamento de lo perdido y reflexionan sobre asuntos vitales para el universo emocional de quien recita-canta-escribe. La fragilidad de la existencia, el paso del tiempo, la muerte, la fe y la búsqueda personal son algunos de los temas que podrían destacarse. Asimismo, a través de la lectura podemos intuir tanto el camino de la humanidad --construcción colectiva que se conforma de herencia y futuro-- y el camino angosto del que piensa y viva --la construcción del yo desde las preguntas vitales que aún no hemos sabido responder--; ambas miradas se entremezclan y retroalimentan y otorgan a la obra una dimensión universal. Se pueden intuir también las voces dormidas de la tradición, la magia que circunda el terreno de lo desconocido y la fragilidad de los mitos. «Pero las ninfas se fueron haciendo / cada vez más etéreas, / y los trenes, al regreso, más concretos». Y en ese camino de dudas al que nos va llevando la reflexión, terminamos aterrizando en ideas que cavan más profundo del ser, allí donde «nos derramamos y nos perdemos / queriendo aquello que, en realidad, sabemos imposible». Lo perdido, eso que añoramos, lo nombrado en la poesía, esconde una verdad todavía más intangible, lo que añoramos no existe ni ha existido. Lo que ansía nuestro cuerpo es la materia pero lo que sabemos es intangible. Y esa relación que establece la memoria con el cuerpo también atraviesa algunos de los versos más interesantes de este libro.

Por otro lado, Almodóvar nos invita a palpitar en la idea de lo que habita en lo Maravilloso, lo Otro; y aquí su poesía se funde de una atmósfera vanguardista, muy cerca de la mejor tradición superrealista. Y así, aunque la suya es una poesía mucho más directa, se ayuda del simbolismo para expresar aquello que parece difícil de delimitar con el lenguaje de lo conocido, de lo cotidiano. «¿Hay algo quieto en el interior de las cosas?». En ese sentido, Elegías es un poemario extraordinario de búsqueda interior, que intenta pulir las certezas en torno a la existencia y avanzar sobre lo menos cierto pero que más puja en nuestro interior por ser revelado. Y habría que volver a la memoria, y a la marca que la conciencia dibuja sobre el cuerpo.

Lo que sabemos o entendemos sobre la felicidad, el dolor, la pérdida, el desarraigo, el desamor, la vejez, y lo que realmente habita en la experiencia, es otro de los temas sobre el que avanza con lucidez Almodóvar. Un hilo que lo obliga a pasar por el origen del deseo, del placer material y su relación con lo intangible, es decir, el eje que otorga un débil equilibrio entre un cuerpo con huesos y la conciencia, que empuja al deseo de tener más que una muerte pacífica. Aquí cabría hacer una pequeña aclaración. Estamos ante un libro luminoso, y es ésta otra mirada que se opone a la tradición de la elegía; podría decirse que la suya es una elegía más cerca de la oda que del verso elegíaco propiamente dicho, en tanto y en cuanto supone una reflexión que conduce a la luz y no al regocijo en la tristeza. Algo así como la esperanza sobreponiéndose a las sombras del vacío de la nada.


Quizá con la voluntad de ser lumbre y no carbón, el poemario sigue un discurso que va de lo sórdido a lo pequeño intentando desentrañar la verdad que mora en lo desconocido. Así, de la sensación de desesperación que puede causar la tristeza de la muerte --«Me pregunto algunas veces / dónde estarán los muertos»--, desemboca en la memoria como único pilar que puede sostener a los muertos, es decir, el recuerdo «de aquel que los amaba; / ocupando un corpúsculo, / un chispazo ocasional entre las neuronas». Y más adelante, una vez que ha cuestionado los asuntos más profundos de la existencia, llega a los instantes y se abraza a ellos. Si en las primeras elegías tenemos un lenguaje más enrevesados y simbólico, en los últimos se vuelve más sencillo y se enfoca en capturar la belleza en lo que cotidiano incluso en las palabras. Aquí se halla para mí uno de los grandes aciertos del poemario.

Me gusta pensar que este libro se puede entender como una gran ola. Su raíz es la propia existencia, con sus preguntas fundamentales y los ingredientes de los que disponemos para vivir. Partimos de por qué somos, y llegamos a la pérdida --la muerte de nuestros seres amados--, y tenemos allí la cresta, el clímax que nos destruye, derrota y echa por la borda todo aquello en lo que creíamos. Pero si seguimos preguntando, navegando, llegamos a la espuma: lo más frágil de todo pero lo que da sentido a todo el otro movimiento. Lo distinto, pero que dura tan poco. «Ver quisiera para siempre esta luz derramándose / en el alzado vaivén de las cosas». Y allí se queda Almodóvar, y allí también nos quedamos nosotros con «los niños el crepúsculo / y el dorado fulgor de este infinito». ¡No dejen de leer este libro exquisito!


Elegías. Antonio Rodríguez Almodóvar. Libros de la Herida, 2019.

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