Raúl Zurita en tres libros

Te invitamos a acercarte a la poesía de Raúl Zurita a través de tres libros fundamentales.



Raúl Zurita en tres libros
Foto: El País

En una entrevista publicada en Letras libres, el poeta Raúl Zurita le contó a Ezequiel Zaidenwerg que llegó a la poesía a través de los cantos de Infierno de Dante. Una hepatitis lo tuvo en cama durante tres meses y él, con once años, aprendió a combatir el aburrimiento con libros. Y es eso lo que ha venido haciendo desde entonces, combatiendo los pesares de la vida con literatura, y convirtiéndose de paso en uno de los poetas más relevantes de la poesía chilena. Ahora que le han dado el Premio Sofía de Poesía, no puedo negarme a escribir algo sobre él y su obra, porque, parafraseando a Zaidenwerg, leerlo tiene la fuerza de un acontecimiento.


El amor es el gran tema de la obra de Zurita. Porque todo lo que toca su palabra se apoya en la búsqueda de la verdad, que siempre, de una forma u otra, conduce al amor, en toda su magnitud. El punto al que todos volvemos, y donde todo renace. El amor en la poesía de este autor se ve reflejado en el paisaje, en ráfagas de luz cotidianas, en voces de la memoria que todavía insisten con esos cantos, como si necesitara resistir en esa idea de tesón de Dante: «me volví muchas veces para volverme».

Pero, decía, que el acercamiento a la poesía fue a causa del aburrimiento, y también del dolor. La herida que se abre en un período de convulsión social, de persecución y violencia estatal, refulge en la poesía de Zurita; un poeta capaz de tomarse tan en serio las palabras como para llevarlas al terreno de lo físico, de lo plástico. La herida que nunca más cerrará y a la que el poeta volverá para siempre, desde siempre, es semilla en toda su poesía. Ya en su primer gran libro Purgatorio nos encontramos con ese dolor. «La noche es el manicomio de las plantas», escribe. Y más adelante: «Quién hablaría de la soledad del desierto». Aquí aparece otro elemento que atraviesa toda su poética, el Desierto de Atacama. «Entonces sobre el vacío del mundo se abrirá completamente el verdor infinito del Desierto de Atacama».

Otro libro fabuloso de Zurita que llevo conmigo es Anteparaíso. Me encanta cómo empieza: «Oye Zurita —me dijo— sácate de la cabeza esos malos pensamientos». En este libro nos encontramos con una fabulosa lectura de algunas de las leyendas sagradas que forman parte de nuestro acervo colectivo, con una mirada limpia y una poética exquisita. Y en esa revisión aparece contundente el grito de los mares, de las playas, de la gente, como ese epígrafe que me parece todo un sello de la poética de Zurita y de algunos de los poetas chilenos que más me interesan. «Ah si alguien llegara a saber / por qué vinieron las montañas». Aquí, otra vez, el paisaje, que es el espacio natural donde abreva la poética de Raúl.

Y en ese libro donde hay memoria histórica, revisión del dolor del pueblo y también reclamo de espacios libres de explotación, hay lugar incluso para el amor. «Toda luz, hermana, toda luz / del amor que mueve el sol te juro y las otras estrellas». Este poemario, podría decirse que es el primero después de la pérdida del paraíso. Quizá uno de los hitos de toda su obra; porque el amor adquiere desde ese momento en adelante un peso distinto, y el dolor se convierte en pesadumbre, sobre un futuro que ya no será posible. La luz no se apaga, pero la realidad ya ha marcado con fuego los límites de las utopías que tanto ha alimentado y deseado aquel niño lector.


Tres libros de Raúl Zurita en Bestia Lectora

Lo que intento decir es que en la voz de Zurita, detrás de todo el dolor hay una esperanza, pero que ésta va cambiando según el tiempo; porque ya no somos inocentes y hay cosas que no podemos mirar con los ojos del primer día. Sin embargo, su luz, su esperanza se nos queda pegada cada vez que le leemos. Porque su poesía es como una gran caja de pandora, que al abrirse nos obliga a mirar lo que duele, lo que ya no podremos olvidar, pero nos da también la conciencia del fuego, y nos invita a insistir en aquello que florece. «Cuando todo se acabe quedarán tal vez / estas algas».

De la etapa más reciente de Zurita voy a rescatar un libro que me gusta mucho y que creo que nos permite comprender la deriva de toda su obra, el destino de ese joven poeta. Las ciudades del agua. En él podemos encontrar una revisión de su obra completa, un viaje al pasado desde el aprendizaje, pero siempre desde el dolor gris del que intuye que la vida es un fracaso inevitable.

«Te saludo entonces y saludo a lo eterno que vive / en la derrota, a lo irremediablemente destruido, / al infinito que se levanta desde los naufragios». Aquí está eso que decía: la esperanza que persiste debajo de lo sórdido, el principio, el amor, que da pie y consistencia a una de las obras poéticas latinoaméricanas más extraordinaria.

A Zurita le han dado el XXIX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, y aunque los premios dicen poco de los hombres y mujeres que los ganan, que la obra del maestro siga recibiendo abrazos y reconocimiento no deja de ser una alegría, para ilusionarse con que nuevos lectores puedan leerle y reconocerse en su universo.

Hay que leer a Raúl Zurita desde el origen y abrazarse a esa idea de que poesía es el instante. No quiero despedirme sin recomendar con entusiasmo la la entrevista de Zaidenwerg a Zurita en Letras Libres, porque es realmente maravillosa.


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