Entrega del Premio de Poesía de la Fundación Jesús Serra

Resumen de la entrega de premios de Fundación Jesús Serra y asombro ante la poesía de Carla Sanmartín.

Foto: Fundación Jesús Serra

«Aunque no dure nada este relámpago, que la tierra nos tome», escribe Carla Sanmartín en su poema «Estaré». Con el que ha ganado el Premio de Poesía de la Fundación Jesús Serra en la categoría C. Y vengo a hablarte sobre el premio pero, sobre todo, te quiero contar lo que significó para mí descubrir a esta poeta niña. Ojalá que pronto podamos volver a leerla. Empieza el vuelo de una escritora que esculpe palabras desde dentro con un manejo del lenguaje extraordinario, con la voz madura que ninguna de nosotras ha tenido (y que algunas jamás tendremos). Ojalá que puedan leerla todos.


Premio de Poesía de la Fundación Jesús Serra


Cada año, la Fundación Jesús Serra selecciona diversos proyectos que considera destacables por su capacidad para difundir la cultura, el entretenimiento y el aprendizaje. Con este fin tiene una serie de certámenes que procuran destacar a personajes que estén haciendo un buen trabajo tanto en el ámbito de la investigación científica, como de las artes y el deporte. El Premio de Poesía que lleva el nombre de la fundación es uno de ellos.

El Premio de Poesía de la Fundación Jesús Serra destaca el buen hacer de creadores de diversas edades. Se divide en tres categorías: A (en la que pueden participar poetas mayores de 18 años), B (poetas que tengan entre 14 y 17 años) y C (poetas cuya edad se encuentre entre los 10 y los 13 años). Asimismo de cada categoría se premian dos obras, una escrita en castellano y otra en catalán. De este modo se fomenta la escritura en ambas lenguas.

Este año el acto de entrega de los galardones tuvo lugar en Barcelona el pasado 2 de julio en Torre Bellesguard. Como cada año, el jurado estuvo formado por figuras prestigiosas del área de la literatura, David Castillo y Ricardo Fernández Aguilá, Elena Medel, Andrea Valbuena y Carlos Zanón.

Las obras seleccionadas en castellano han sido «Verano de 1994» de Karmele Ruiz de Gopegui Peláez (Categoría A), «Ni de mi casda» de Laura Hurtado Acín (Categoría B) y «Estaré» de Carla Sanmartín (Categoría C). En catalán han resultado obras ganadoras «La Foieta» de Manuel Roig Abad (Categoría A), «Nana, nena, nina, nona nuna» de Tània Keukenmeester Barcés (Categoría B) y «Escriure», de Noa Abike Bazuaye Martínez (Categoría C).

Además, se le concedió un premio especial a Antonio Colinas, por su exhaustivo trabajo como poeta, ensayista y traductor.


Foto: Fundación Jesús Serra

La poesía de Carla Sanmartín


«Aunque no permanezca en tu tierra, en tu escritura, en tus callos, estaré en tu aliento, en tu nuca, en tu canto».

Carla es hija de una gran amiga mía, Isabel Wagemann, quien además de hacer unos retratos de fábula (en muchas de las biografías del blog he usado trabajos suyos) es también una gran escritora. ¿De tal palo tal astilla? Prefiero no pensar en eso. No estoy segura de que exista un componente genético en la creatividad; lo que sí sé es que posiblemente en una casa donde se respira arte y literatura hay muchas más posibilidades de descubrir la vocación artística. Y quizá, sea eso lo que ha ocurrido con Carla.

Al leer sus poemas hay algo sobrecogedor en lo que uno percibe. ¿Es una niña triste? Quizá esa sea la primera impresión que alguien pudiera tener al toparse con su escritura; sin embargo, nada más alejado de la realidad. Carla es una niña feliz, alegrísima, que tiene una sonrisa (y una risa) tan contagiosa que nos obliga a pensar que igual los superrealistas no estaban tan equivocados cuando hablaban de la voces surgidas de Lo Maravilloso: una especie de iluminación que permitía la escritura.

Una de las virtudes de su escritura está en hacer coincidir sonidos que aparentemente están alejados. Por ejemplo: callos y canto. Tenemos una primera palabra que hace alusión a algo doloroso, a algo que molesta y que se combina con una palabra que hace volar. Y ahí, quizá, descubrimos el sentido de todo el poema: escribir es cantar, porque al hacerlo las palabras vuelan, se liberan del peso de la rutina y de lo que los mayores dicen que significan las palabras.

Cuando leí el primer poema de Carla me quedé totalmente fascinada. Es una niña que escribe con la versatilidad de una voz que lo tiene todo para convertirse en una sólida poeta. No sé ustedes pero, en lo que a mí respecta, no me perderé ni uno de sus pasitos, y es ya una de mis poetas contemporáneas favoritas. Ojalá que siga escribiendo y creciendo, porque es una suerte para la poesía que ella desee abrazarla.


Foto: Isabel Wagemann

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