El mundo que (re) conocemos - creamos

«La razón estética» de Chantal Maillard (Galaxia Gutenberg) es un ensayo filosófico lúcido sobre la importancia de educarnos en la sensibilidad creadora.

«La razón estética», de Chantal Maillard (Galaxia Gutenberg)

«Fuera de la mente no puede haber nada». Desde sus orígenes la filosofía ha intentado categorizar el mundo, comprender qué es la realidad y si en ella cabe lo que no puede ser imaginado o explicado. Todo libro que indague en el conocimiento necesita, inevitablemente, volver a esa pregunta. En La razón estética Chantal Maillard (Galaxia Gutenberg) se la plantea desde otro lugar; uno que, a mi manera de entender las cosas, es mucho más bello y estimulante. Observa el pensamiento desde los límites creativos, desde la relación entre interpretación y creación. En esta segunda edición de un libro imprescindible para cualquiera que goce del pensarse, encontramos una revisión intensa del mismo planteo, en una de las voces más lúcidas y fascinantes de la literatura contemporánea.

Lo que dibuja la verdad

¿Las experiencias son o pertenecen al plano de lo interpretativo? A través de esta pregunta Maillard intenta establecer las diferencias entre la verdad ontológica y la verdad estética. Entre lo que define a la realidad independientemente de nosotros y lo que producimos nosotros para explicarla. En este punto cabe uno de los hitos de este libro, al que he vuelto varias veces y que me parece de una lucidez asombrosa. «La idea de ficción no ha de considerarse en términos de oposición realidad / ficción, sino en términos de creación». Desde ese lugar se abre una reflexión en torno a nuestra forma de relacionarnos con la realidad. Cuando intentamos explicar una experiencia, usando nuestro lenguaje, ¿no estamos haciendo uso de nuestra capacidad creativa más que de los mecanismos interpretativos? Definir el mundo, ¿no es acaso crearlo a cada paso?

Pero aceptar esto, asumir que nuestra fe se basa en ilusiones creadoras, es lo difícil. Por eso se vuelve imprescindible aferrarse a una idea de realidad que esté por encima de toda percepción, que sea tangible, que sea inamovible. Y ahí están todas nuestras pérdidas. «Lo difícil no es renunciar al mundo al que estábamos acostumbrados —eso ya lo hace la vida por nosotros—, lo difícil es dejar de creer en él. Lo difícil es darse cuenta de que nos hemos identificado con una ficción».

El mundo del pensamiento, generalmente, se disocia de lo creativo. Se establece una palabra para cada cosa: arte y pensamiento; dejando en evidencia que lo que cada uno persigue es distinto. El planteo de Maillard nos invita a romper con estos estigmas, a lanzarnos vorazmente a una nueva idea del mundo, donde nuestra relación con la realidad se enfoque de otra manera. Donde relacionarnos es siempre construir, incluso cuando estamos pensando. Nunca nos abstenemos a aceptar las cosas como vienen, idénticas, necesitamos procesarlas, reelaborarlas desde nuestro propio lenguaje. «No interpretamos: elaboramos, construimos. Entenderlo así es hacerse responsables del mundo». Responsabilizarnos de lo que existe desde nuestro lenguaje, desde nuestra mirada, dice Maillard. Y aquí entra la razón estética creadora de realidad que es, ante todo, una razón política.

Y cuando hablamos de que una cosa pertenece al campo de lo político, sabemos que involucra a los otros. De ahí que Maillard aluda a esa responsabilidad con el lenguaje y el mundo. Dice: «Todo acto cognoscitivo se establece recorriendo la distancia que separa lo propio de lo ajeno». Y creo que aquí está el valor fundamental de todo el hilo pensante: el viaje de lo íntimo a lo colectivo, la idea de que si no hay silencio interior no puede haber comprensión del mundo de los otros.

Para explorar todo ese razonamiento, Maillard asume la responsabilidad relacionando temas aparentemente irreconciliables y construyendo un discurso insoslayable y luminoso. En ese campo de acción el lenguaje es el motor fundamental, creador de posibilidades, atravesado por las diversas nociones históricas de arte. Hay interesantísimas reflexiones sobre el humor, la filosofía oriental y las muchas formas de entender ese acto creador como una verdad íntima que se proyecta a lo colectivo. El tiempo es otro de los grandes temas que atraviesa este libro. Y algo que me ha interesado especialmente: la posibilidad de dar cuerpo al presente desde la creación.


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Lo íntimo como posibilidad creadora de mundos


«Hablar es detener lo efímero, instaurar el tiempo». Esto que escribe Chantal Maillard podría ayudarnos a entender el fondo de compostaje que conforma este libro. La posibilidad creadora debajo del lenguaje. O, dicho de otra forma, la palabra como poder para controlar lo vivido. Si poner en palabras el mundo es crearlo, narrarnos es habitar un presente inmanente. Me parece fascinante esa fe en la palabra que nos invita a doblarla hasta convertirla en «Punto de fuga y juego astuto en los márgenes de lo establecido». La posibilidad de escribir después del lenguaje.

También quiero quedarme, como si fuese una plegaria filosófica, con la inquietud clave del libro: «¿Cómo percibir el mundo estéticamente? He aquí la pregunta que debe plantearse». Y Maillard nos presenta la posibilidad de aferrarse a una actitud creadora, estética, como forma de habitar el mundo. «Ver el mundo estéticamente es activar la razón creadora en el vivir cotidiano». Sobre este tema también hay lúcidas reflexiones, invitaciones a la búsqueda de un pensar plural que son verdaderamente transformadoras.

Y la propuesta: «Dejemos de hacer el mundo a imagen y semejanza del lenguaje; adueñémonos del lenguaje para crear a partir de él, formas que pugnen por ser habitadas gozosamente». No se me ocurre mejor premisa que aluda a lo que implica esta lectura, donde todo lo propio puede servir para comprender las voces colectivas. Dice Chantal Maillard que «Cada suceso inventa el universo entero», porque todo existe en la mente y fuera de ella nada tenemos. Si pudiéramos aferrarnos a esta idea, posiblemente, esta existencia nos pesaría menos. Que nadie deje de leer este libro escrito con absoluta inteligencia y sensibilidad, que es una propuesta de luz maravillosa para estos tiempos difíciles que vivimos.


Reseña de «La razón estética», de Chantal Maillard (Galaxia Gutenberg)


LA RAZÓN ESTÉTICA.
CHANTAL MAILLARD
GALAXIA GUTENBERG. 2021

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