Pablo Bujalance: la escritura y el tiempo

Escribo como un río. Elegir la frase precisa; conseguir encadenar todo el sentido de una obra en un primer impulso luminoso. Ésta es la sensación que tuve al leer Los relojes de río de Pablo Bujalance (Ediciones en Huida), un poemario que se construye en torno a la muerte sin nombrarla y a la posibilidad de la escritura como salvación. Un libro fabuloso que protagoniza un nuevo capítulo de nuestros «Lunes de Poesía».

Herencia y tiempo son las ideas fundamentales de la obra. Es un poemario que dibuja un mapa de la vida íntima —con los préstamos otorgados por las relaciones familiares— y del saber colectivo —un viaje fascinante a través de personajes y acontecimientos mitólogicos inolvidables—. Pero también es una exploración de la sangre que obliga a la escritura; de la escritura como mecanismo de prolongación y de presagio.

En lo que respecta a la estética, Bujalance apuesta por un lenguaje que está muy cerca de lo narrativo, pero sin olvidar el sentido figurado de las palabras y los acontecimientos. De alguna manera, también puede leerse como una historia de navegación: un hombre se lanza a través del cauce de un río para internarse en lo profundo del pensamiento y regresar con una idea nueva. El agua que alimenta, el agua sagrada que nos reconforta y nos conecta con los que estuvieron antes.

Como bien señala en un lúcido prólogo Mario Álvarez Porro, es éste un libro lleno de referencias literarias. Entre las muchas referencias se atraviesan personajes fascinantes como Hamlet, Penélope, Demócrito o Dafne. Bujance se interna en las voces de la literatura y construye una nueva visión del mundo sin desvincularse de la mirada de aquellos poetas que han marcado su experiencia lectora. Es una lectura que se bifurca en múltiples caminos y estéticas, y que reúne temas tan opuestos como la esperanza y la imposibilidad de zafarse de la muerte.

Escribir en movimiento. Ésa, creo, es la gran propuesta de este libro. Escribir mientras buceamos en la vida, sin detenernos, aprendiendo, releyendo. Lo que se escribe permanece aunque el momento de escritura ya no vuelva nunca más. Sostener los versos en un presente eterno aunque, leemos, el instante ha pasado. Quizá haya algo para pensar en esta idea: vivir más allá del tiempo habitado.

De todas las cosas que sostienen este libro la que más me ha maravillado es la idea del lenguaje como un estado de vida, no como acción o actividad. «Para viajar en el tiempo, / aprendió a viajar en el espacio». La escritura como un lugar, con sentido propio, con un tiempo distinto. La escritura como identidad, que obliga a ubicarse por encima del tiempo y el espacio. Leemos, por ejemplo: «¿Cómo conducir las palabras al límite / tras el que todo es suceso y no sustancia?.

Es un poemario hondo donde la palabra escarba en la historia y ayuda a la voz poética a contarse y a posicionarse en el mundo. «Llevo tu nombre en mi lengua, / es suficiente». Finalmente, el libro nos ofrece un poema que enlaza tiempo y escritura. «Mucho antes que el / misterio, fue la voz». Y a esta frase cuesta no asignarle la fuerza de fondo de toda la obra que, en algún sentido, puede pensarse como una pregunta sobre la relación entre vida y escritura, entre voz y silencio, entre pérdidas y posibilidad.

En definitiva, Los relojes de río es un libro empapado de tradición pero con luz propia y asombro propio y nuevo. No dejes de atravesar este río de palabras. Para terminar, como es costumbre en este ciclo de «Lunes de Poesía», te dejamos un fragmento del poema «Escribe un poema largo sobre el tiempo», incluido en este libro de Pablo Bujalance.

«Quién pudiera llamar a la realidad por su
nombre allí donde
el nombre sea prescindible, donde la realidad no
admita más sueño que sí misma;
y escribir, en el límite final del lenguaje,
un poema largo sobre el tiempo,
una invitación a la extenuación y el descanso, a
seguir diciendo
y callar para siempre».