«Los últimos deseos», de Andrés Ortiz Tafur (Sílex Ediciones)

Andrés Ortiz Tafur, la naturaleza y los demás. Un libro para reconciliarse con el presente.

Reseña de «Los últimos deseos» de Andrés Ortiz Tafur (Sílex Ediciones)

«Siempre tengo una silla en la puerta de casa. Siempre». Así comienza el primer texto de Los últimos deseos de Andrés Ortiz Tafur (Sílex Ediciones), un libro que reúne una buena cantidad de relatos, paisajes, anécdotas y reflexiones sobre nuestra relación con la naturaleza, que es también nuestra relación con los demás animales incluidos los humanos.


La paciencia y el afecto


En un estilo que está a medio camino entre la crónica periodística y el relato breve, Andrés Ortiz Tafur construye en Los últimos deseos (Sílex Ediciones) un pequeño universo de voces, caras y escenarios rurales que se te quedan pegados al cuerpo al terminar el libro. Con delicadeza va pintando un cuadro de vida compartida que nos invita a mirar mejor nuestro pequeño ecosistema, porque «no tiene ningún sentido que no nos queramos», no tiene ningún sentido que posterguemos la alegría, la posibilidad de observar un paisaje, por amoldarnos a una vida estresante, a veces desquiciante, y tan alejada de nuestra animalidad. Éstos son los hilos principales de esta aventura lectora.

Comienza la época más linda del año para vivir en el campo. El frío nos invita a disfrutar mejor de la luz, que es poca, y también nos otorga la alegría de quedarnos en casa, para leer y dedicarnos a la contemplación de la vida, que ahí fuera sigue latiendo con fuerza. Por eso, creo que ha llegado a mis manos en el mejor momento, cuanto más disfruto de los libros, y ha venido a recordarme por qué decidí esta vida, por qué no tengo coche, por qué el campo y no la ciudad. Pero es importante decir que no es éste un libro contra la ciudad, aunque sea el símbolo de progreso que inventó las clases, en todo caso sí contra la vida acelerada y desajustada a los ritmos naturales que impulsa el capitalismo. Y, en ese sentido, creo que su lectura podría propiciarnos formas nuevas para pensarnos y buscarnos mejor. Una invitación al descanso, al disfrute del tiempo detenido y a la alegría del encuentro con los demás.

Entre las cualidades de este libro me quedo con ese discurrir sencillo y cantarín a través de la vida y el escenario en el que suceden los relatos. Pese a la muerte, pese a los desengaños políticos y sentimentales, el narrador quiere hacernos pensar en otra vida. Porque otra vida es posible. Dice, por ejemplo: «me gustaría tener la vida resuelta para no enfadarme por saberme la pelota que patean de un lado a otro». Hay fabulosas reflexiones y pequeños aforismos de chispas luminosas en cada una de estas páginas.

Ortiz Tafur también abandonó la vida en la ciudad para irse lejos, en su caso a un pequeño pueblo de la Sierra de Segura. Y desde ahí, construyó una vida y una obra salvaje, donde quienes hablan son los seres silenciados por la narrativa contemporánea, tan amiga de lo urbanita. Desde ese lugar ha construido un libro fabuloso, tierno, filosófico, que puede servir también como un manual para recuperar nuestro contacto con la vida.

Lejos de querer impulsarnos a abandonarlo todo la hazaña de este libro va por otro sendero: ayudarnos a entender que cualquier lugar puede ser un buen comienzo, que en cualquier esquina puede haber paisaje y gente con quien desarrollar un lazo de confianza y hermandad. El libro alza la bandera del instate y se regocija en la idea de que el tiempo que tenemos es breve y que estamos mirando y construyendo vidas de mentira pudiendo alojar en nuestra casa la belleza. Creo que el gran regalo de este libro es esta idea: toda la vida está dentro de nosotros y por eso cualquiera debería ser capaz de vivir fuera del sistema, nunca lejos de los otros.


Andrés Ortiz Tafur en «Miércoles de Cuento»

Una llamada al silencio y la invisibilidad


Es este libro también una crítica al sistema de exposición total. Leemos: «Ya nadie se conforma con ser nadie, con tener amigos que son mucho». Pero sobre todo, una invitación a aferrarnos a lo único que podremos llevarnos (que en realidad es dejar, porque siempre entendemos los conceptos al revés) de este mundo, la amistad, el cariño, la construcción de mínimos núcleos comunitarios y afectivos, que son los que nos permiten entender verdaderamente qué es esto de vivir.

Es una invitación a volver a la naturaleza. Porque «¿qué hay de raro en detenerse a admirar el último hit de los pájaros o una puesta de sol o la nieve en la cima de las montañas?». La naturaleza alegrándonos, sorprendiéndonos cada día, sin tener días idénticos. La rutina en el campo es distinta siempre, y en eso se diferencia de la ciudad. La vida rutinaria del cemento parece mantenerse monótona e idéntica, es lo más cerca de la inmortalidad de la detención del tiempo que ha sabido crear nuestra especie, y la medicina. Pero en el campo. La vida pasa. Las plantas cumplen su ciclo y desaparecen. Los animales que se habían hecho nuestros amigos y hurgaban en nuestro patio dejan de venir, y entendemos que han muerto. Y entonces, somos mucho más conscientes del paso de los días, de la vida. Y esto, que puede resultar una calamidad, también puede ser una hermosa noticia: tenemos todavía mucho que hacer. Debemos ponernos en camino. Y este libro es también una invitación a la acción. Porque hay una denuncia política y ecológica perfectamente audible e interesante.

Dice Ernesto Calabuig, en un brillante prólogo, que nos puede permitir comprender aún más el sentido y la unidad del libro: «Subyace en esta obra el anhelo de una vida más simple, que no necesite de mucho para lograr ser felices». Quizá ninguna frase podría sintetizar mejor el valor de este hermoso trabajo de Ortiz Tafur. Una lectura que nos recuerda, en definitiva, que «conocer nuestro lugar en el mundo es la verdadera tarea», la única misión que no podemos postergar más. La segunda es leer Los últimos deseos.


«Los últimos deseos», de Andrés Ortiz Tafur (Sílex Ediciones)

Un cuento de Andrés Ortiz Tafur


En nuestro «Miércoles de Cuento» intentamos traer buenas lecturas de narrativa breve. El libro de Andrés Ortiz Tafur cumple de maravilla con lo que nos proponemos. Y aunque sería difícil decir que estamos ante un libro de cuentos, ya que es más bien una obra variopinta y multigénero, escrito con pasión periodística y cuidado de paisajista o de aventurero, pensamos que es una buena idea incluirla en estas recomendaciones porque cada una de estas páginas nos muestra un mundo, una historia, un silencio, que viene a sumarse a nuestro mundo, a nuestra historia y a nuestros silencios.

Dicho esto, sólo queda dejarte un pequeño fragmento, que ojalá te anime a lanzarte de cabeza a la lectura de este libro bellísimo.


«016», de Andrés Ortiz Tafur (Fragmento)

«Una vez estuve con un hombre que sembraba el frío. Él decía que no, que era otra cosa, a veces rectitud; otras, integridad y orden; y otras, lo resumía en "un pronto". Decía que no para que el resto de hombres y mujeres no supieran, para que yo misma me olvidara de lo que había visto. El frío se ve, es nieve y cencellada y escarcha y dolor».


Un cuento de «Los últimos deseos» de Andrés Ortiz Tafur (Sílex Ediciones) en Bestia Lectora

«016». LOS ÚLTIMOS DESEOS. ANDRÉS ORTIZ TAFUR. SÍLEX EDICIONES. 2021.

0 Comentarios