«Abisal», de Álvaro Cortina Urdampilleta (Jekyll & Jill)

«Abisal» es un ensayo extraordinario que nos ofrece algunas pistas para construir nuestro propio canon literario.

Reseña de «Abisal», de Álvaro Cortina Urdampilleta (Jekyll&Jill)

Algunos libros tienen una fuerza que los conduce a convertirse en amigos imaginarios eternos, compañeros para siempre. Esto creo que sucederá con Abisal. Libro de Zonas y de Figuras de Álvaro Cortina Urdampilleta (Jekyll & Jill) con los amantes de los libros-mundo. Es una lectura difícil, imposible entender su magnitud en una primera toma de contacto, imposible también leerlo de una sentada (como les gusta decir a los críticos, creyendo que así felicitan el trabajo, cuando en realidad están hablando de la poca dificultad que se imprime en los libros en nuestro tiempo). Abisal no se puede leer de una sentada. Y no lo digo por sus más de 500 páginas, que también, sino sobre todo porque es un universo infinito, una galaxia, un enredo feliz. Una lectura que me ha entusiasmado, que me ha colgado del mundo, fascinándome poderosamente y que me ha obligado a pensar en ciertos temas desde otro lugar. Un libro-mundo maravilloso. Pondré todo de mí para convencerte de que lo leas, porque aún no lo sabes, pero lo necesitas.


Una reflexión sobre las narrativas que nos contienen


En el punto de partida de Abisal encontramos a Houellebecq sentado junto a Iker Jiménez. Y enseguida, la biblia y el azar. A partir de ahí nada es lo que parece. El epicentro del terremoto que es este libro será la casa. Tu casa. La mía. La casa es el cuerpo pero es también nuestra biblioteca. Encontramos interpretaciones luminosas de algunas de las obras más importantes de la literatura, las que han formado nuestra identidad como lectores. El ingrediente secreto es la idea de que todo puede ser desarmado, incluso aquellas certezas que creíamos inamovibles. La posibilidad de encontrar un orden vital y lector y de apropiarnos de nuestro paisaje parece el gran desafío detrás de este libro. Proyectado en una especie de desvarío luminoso y sorprendentemente ordenado. Una belleza arquitectónica en su forma y una increíble fluidez en el tono, son los otros dos ingredientes que hacen de esta lectura un pleno disfrute, que nos mantiene atrapados desde el primer párrafo.

Abisal es un libro abismal que enciende en nosotros el relámpago de la inquietud que germina con todo misterio. Es un ensayo, pero también un taller de lectura. Una reflexión sobre la historia de la literatura y los métodos de conformación de un canon. Es también una mirada a esos libros que nos transforman, que han significado pilares en la composición personal del escritor, y cuyo contenido ha servido para explorar el mundo desde la intimidad lectora. Un ejercicio de reflexión que nos invita a mirar dentro de la casa y recomponer nuestra noción de realidad. A muy grandes rasgos podríamos decir que Álvaro Cortina nos invita a su casa, prepara café y nos deja esperando, de pie junto a su biblioteca, enorme, jugosa. Y, de pronto, sus libros, mejor dicho los amigos con los que comparte guarida —Dante, Melville, Machen, Poe, Schelling, Unamuno, Baudelaire, Dunsany, entre muchos otros— asoman la cabeza y se ponen a conversar. Y entonces, ¡la tarde es una fiesta!

Abisal tiene como punto de partida un desvarío. La única forma de zambullirse en este mundo de reflexiones y túneles es con la capacidad de permear nuevas miradas sobre los mismos libros, es decir, con un corazón aventurero. «Es inquieto el corazón aventurero porque siempre está en proceso de formación, siempre abierto a nuevas incorporaciones y a nuevos gustos». Pero no hay engaño. Ya en las primeras páginas el autor nos advierte que si tenemos por intocables ciertos argumentos en lo que atañe a los libros, podríamos llegar a sentir «arcadas con este libro», por lo que nos da las claves para entender que no es una lectura para cualquiera. Su propuesta es construir una torre sólida en la que meter todo lo vivido y lo leído; una torre denominada todomosaico. En ella pretende establecer relaciones de concordancia entre ese bagaje y la construcción íntima, trabajando desde una especie de «anarquía constitucional, con todo el método que tenía a mi disposición».

Método. Ciertamente desde el principio se hace notar. Hay una rigurosa clasificación de los elementos que conforman este libro para que, pese a la gran versatilidad e infinitud de datos y temas que contiene, se sienta como un todo homogéneo. No es excesivo por eso. Porque hay un orden que permite el fluir armonioso de las partes. De este modo nos encontramos con las zonas, las formas y las figuras y apreciamos un universo personal contundente. Lo curioso es que, probablemente, en muchas cosas ese mundo mirado se parezca un poco al nuestro, aunque cada todomosaico sea único. Algo que me parece revelador: «Las figuras nacen de su zona y la zona nace de las figuras: su relación es hermética y circular (...) las zonas son más evidentes y las figuras más arbitrarias (...) son ambiguas como trucos ópticos, genera un cosmos personal de significaciones absolutas». Aquí encuentro lo más hermoso y radical del libro: la literatura tiene que ver con todo. Dicho de otro modo: todo puede ser susceptible de convertirse en objeto literario. La vida misma permite una conexión entre cosas aparentemente inconexas y en esas uniones insospechadas, detenidos en una frontera difusa, estamos nosotros, lectores aventureros.


Un ensayo de Álvaro Cortina Urdampilleta

Establecer una mitología propia


La literatura como una inmensa piñata que lo contiene todo. Una piñata formada de una película tan fina que al mínimo contacto con la realidad puede hacer saltar todo por los aires. Así, la estabilidad del lector aventurero. Reordenar. Reorganizar las lecturas. Organizar una noción de la literatura, para tener más clara la mirada sobre el mundo. «Fundar mi noción de mitología». El todomosaico exige establecer ciertos parámetros, que permitan una clasificación que pueda sostenerse en el tiempo.

Y aquí aparecen los paseos. El diálogo sobre cuerpo y escritura, paisaje e intimidad. Hay una relación estrecha entre lo que somos y el paisaje, lo asumamos o no. Hay una relación estrecha entre vida y literatura, aunque la propia literatura haya buscado la forma de señalar que hay cosas que sólo forman parte de la vida, pero no de ella. Desde la concepción de Cortina, esta relación entre el territorio íntimo y el paisaje puede verse reflejada en la forma en que la lectura nos ayuda a entender el mundo, y en los mecanismos narratológicos para establecer conexiones entre realidades concretas y simbolismos o sentidos abstractos. Leemos: «En Moby Dick cabe casi todo». Quizá podría haber dicho: si leemos Moby Dick sin despegar los pies de la tierra, que es nuestra realidad, podríamos captar señales y nuevas interpretaciones que nos servirán para entender y mejorar nuestro mundo.

Y pasamos ahora a otro tema fabuloso. Cortina nos ofrece una exposición de las diferencias entre mitología y cuentos de hadas. Estoy convencida de que entender este capítulo es indispensable para disfrutar del libro. Quizá mi certeza derive de mi apego por esta frontera, por la interesante reflexión que puede ofrecernos ese estar entre dos mundos tan maravillosos y cercanos, a la vez que tan fácilmente diferenciables. No obstante, insisto, la inquietud sobre las narrativas que se asimilan como mitológicas o como fantasiosas tiene mucho que ver con la semilla de este todo. Leemos: «La mitología son las historias y las cosas. En la experiencia fría del universo como totalidad ilimitada, donde no somos otra cosa que ilusión la imaginación tiene un papel fundamental».

Y llegados a este punto es imposible no aterrizar en la pregunta: «¿Por qué nos apasiona lo críptico, lo jeroglífico?». También sobre nuestra fascinación por lo que no es fácilmente reconocible o posible de ser pensado y racionalizado encontramos excelentes reflexiones. Y estoy pensando en nuestra necesidad de que la literatura nos guíe, como los famosos aventureros se apoyaban en la intuición, en una estrella o en una brújula. Algo de fuera de nosotros puede servirnos para volver a nosotros. Algo inmenso e inasible: la literatura. Pensarlo ya es estar más cerca de la revelación.


Ejercicios espirituales para leer mejor

Los buenos lectores


Abisal nos ofrece, entre muchas otras cosas —ya a esta altura notarás que la ambigüedad, hondura y diversidad de este libro lo convierten en una criatura difícilmente catalogable—, magníficos consejos para convertirnos en mejores lectores. Porque, de fondo, tenemos una invitación para construir nuestro propio todomosaico. ¿Y cuál puede ser utilidad? Que podría ser un maravilloso camino de autoconocimiento y de aprendizaje literario. Encontraremos entonces un macrocosmos, que contiene todo lo que sucede, y un microcosmos, que se compone de las consecuencias de ese macrocosmos en el interior de los personajes. Esto nos catapulta inmediatamente al principio: a los paseos, a la relación entre lo rural y lo urbano. Dos espacios que se sostienen por sus diferencias. En el medio estamos nosotros y también hallamos las figuras: un espacio ambiguo de sincronías que puede servir como núcleo o semilla de cualquier buen relato de terror, o de la vida misma, que es de alguna manera el gran cuento de terror en el que habitamos. «En el sistema de imágenes que he incluido no hay héroes: por tanto no hay acciones. No he hecho un inventario de tramas, por ejemplo. Todo queda como flotante».

La lectura avanza, los temas se superponen, los mundos ambiguos se fusionan y, en medio de ese desconcierto, de esa neblina, estamos nosotros. Y entonces el autor nos dice: «Este libro puede leerse como unos ejercicios espirituales». Y recién ahí es que llegamos a entender el alma del libro. Porque la literatura sin pasión, sin emoción, carece de forma y sentido. Por eso, asumir el bagaje lector y construir un todomosaico se parece un poco a reunir una serie de textos que puedan servir de guía. ¿Quién podría iluminarnos mejor en este camino de sombras que la literatura? Y por eso creo que es un libro que necesitas. Porque leerlo es como vislumbrar el astillazo de luz después del ensordecedor ruido provocado por la piñata al explotar. Todo es luz ahora que lo leído tiene una forma y que ella se parece tanto a lo que somos.

En este libro cabe todo. La literatura y el cine, pero también la pintura y, de hecho, tiene impresionantes grabados e imágenes que son disparadores absolutos de reflexión para llevar este libro a nuestros paseos. «Ferrer Lerín, Maden, Cronenberg, Eicendorff, Stephen King Mcharl Powell y Dante son grandes mitógrafos de la modernidad, que apuntalan su propio todo orgánico, su todomosaico de cualidades absolutas, mixtura de experiencia y de ideal». En ese ideal tenemos las madreporas (concepto mágico, luminoso, si los hay) donde «las teorías [que] significan [y] los mitos [que] son» se ven afectados por nuestros estados de ánimo, y así se filtran a nuestro imaginario. Las madreporas como «un tiempo musical invisible que nos afecta» ocupan el altar de este libro de ejercicios espirituales. Porque todo lo leído es diferente en cada persona que lee, porque no podemos establecer nuestro todomosaico separando vida de literatura, porque la única forma que tenemos de comprensión es desde un yo nebuloso, una criatura que resignifica con su experiencia y su sistema de pensamiento todo lo que lee, todo lo que toca, todo lo que escucha.

Termino aventurándome a decir que para apreciar este libro hay que tener dos cosas: humildad —para saber reconocer que hemos leído y entendido muy mal nuestra relación con los libros— y un corazón aventurero —para abrirnos a las posibilidades de una interpretación nueva de la vida y de la literatura—. Abisal. Libro de Zonas y de Figuras de Álvaro Cortina Urdampilleta (Jekyll & Jill) será un libro de ejercicios espirituales que nos acompañará durante mucho tiempo. Ojalá lo lean todos los críticos, para construir una mirada más amplia y bella de la lectura. Aunque me conformaría con que lo leyeras tú, querido lector, porque sé que te va a deslumbrar.


Reseña de «Abisal», de Álvaro Cortina Urdampilleta (Jekyll&Jill)

ABISAL. LIBRO DE ZONAS Y DE FIGURAS
ÁLVARO CORTINA URDAMPILLETA
JEKYLL & JILL
2021

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