«Mecánica», de Vicente Luis Mora (Poesía Hiperión)

Un poemario excepcional sobre la naturaleza sísmica y simbólica de la vida.


El primer epígrafe de Mecánica de Vicente Luis Mora (Hiperión) es de Vitruvio: «Las partes de la arquitectura son tres: Construcción, Gnómica y Mecánica». El segundo, de Válery: «Poesía —¡mecánica ondulatoria!». Ya en la toma de contacto el escritor cordobés nos anuncia los dos aspectos que intentará cuidar con esmero a lo largo de todos sus poemas: el funcionamiento de los sistemas que conforman la realidad y la naturaleza sísmica y mutante de la vida y de la poesía. Partiendo de esa base nos podemos asomar con curiosidad a unos textos donde destaca el trabajo formal ondulatorio y el empeño por encontrar palabras para explicar cómo funcionan las cosas, es decir, la vida, es decir, la literatura. Un poemario magnífico que confirma la obra de uno de los grandes escritores contemporáneos.


Mecánica de lo orgánico y lo ficticio


Normalmente cuando nos topamos con la palabra 'mecánica' asumimos una interpretación rústica, casi patética. Vemos engranajes, correas, pernos que suben y bajan; se dibujan en nuestra mente molinos que sacan agua, motores que permiten que un aparato se traslade de un lugar a otro, uniones físicas que hacen funcionar un determinado artilugio. No pensamos en la mecánica como una disciplina amplia; no tensamos la frontera de lo pragmático asumiendo una definición metafórica. Pero podríamos.

Si pensamos que en física la mecánica es la parte dedicada a estudiar el equilibrio de los cuerpos y su desplazamiento cuando ejercemos sobre ellos una determinada fuerza, ¿no podríamos entender que esa fuerza puede provenir de una entidad orgánica? Arriesgándome un poco, creo que Mora intenta afrontar este objetivo: entender la mecánica como una especie de entidad deífica que permite la vida y que involucra tanto los inventos tecnológicos desarrollados por el ser humano como los cuerpos vivos, con sus sistemas perfectos de funcionamiento.

En Mecánica Vicente Luis Mora afronta una explicación de cuatro tipos de sistemas que forman parte de nuestra existencia, y sin los cuales nuestra identidad mutaría o nuestra supervivencia se vería condicionada. Dichos sistemas tienen que ver con lo natural, lo aprendido, lo desconocido y lo deseado. De esta manera aborda el concepto dándole más importancia a lo orgánico y lo ficticio: los mecanismos que suceden sin que podamos hacer nada para frenarlos (la naturaleza) y los mecanismos que inventamos a fuerza de fantasía e imaginación para explicar lo que parece inexplicable (lo ficticio o fabuloso). En torno a ellos se construye un poemario brutal, intenso, profundo y lleno de posibilidades formales.



Los sistemas y la aleatoriedad


Hay una cosa sumamente interesante que tiene que ver con lo que se escapa a los sistemas, con los posibles sucesos aleatorios, y que constantemente se asoma a los planteos de la voz poética. Todo los sistemas son imperfectos y en ellos tienen lugar situaciones no contempladas que acontecen al margen de las reglas de la física. En el momento en el que algo se desborda el azar toma el control para descontrolar la forma. Esta peculiaridad es lo que dota de sentido a la vida, lo que nos vuelve especiales, lo que condiciona nuestra mirada. Es gracias a esta irregularidad que cada uno cultiva una observación personal del mundo, y también es lo que posibilita la escritura. Encuentro con regocijo en estos poemas un especial interés por lo que rodea a los sistemas y los vuelve imperfectos, lo que está fuera de control, lo insospechado.

El primer asalto de Mora es «Naturalezas», donde describe el funcionamiento y la relación que establecemos con lo vivo (otros organismos, células, luz). «Las cosas no están solas en el mundo: / la suma de interrelaciones / entre todos los objetos / ontológicos y físicos es el mundo». Se destaca la intención de obtener una visión amplia del mundo donde todos los organismos son complementarios y suceden, existen, únicamente dentro de ese paradigma visual. El mundo que conocemos no es algo desprendido de los objetos y los seres que lo forman. Es precisamente, y quizás sólo, gracias a ellos. Encontramos maravillosas preguntas sobre realidad y perspectiva en esta primera parte.

En «Procedimientos» los poemas giran en torno a las diversas formas de creación, figuración y comprensión del mundo: artísticas y científicas, abstractas y mecánicas. «En el centro de la mente hay otro cielo, / un espacio curvado y primordial / donde sucede el cosmos invertido». Apuntes sobre la relación que establecemos con el lenguaje y con las diversas disciplinas de conocimiento, pero sobre todo las consecuencias que el conocimiento adquirido condiciona nuestras individualidades y nuestra mirada y descripción del mundo.


Algunos poemas de «Mecánica», de Vicente Luis Mora. Minuto 2.11


«Al ras» indaga en los contornos de las cosas, en lo que parece insignificante; de alguna forma responde al para qué y al dónde de la palabra escrita. «Para abrir una salida / a la tormenta interna / de lenguaje». Este fragmento creo que revela de forma contundente la intención de esta sección del libro, donde la voz poética indaga en su relación con la palabra escrita y trata de ir un poco más allá. Escribimos, nos aferramos a un sistema lingüístico particular, para salirnos de él y explorar lo desconocido. El único camino posible para responder alguna pregunta es volver a plantearla, desarmarla, reescribirla.

Por último tenemos «Alucinaciones», donde encontramos un registro de los mundos imaginarios que se cruzan con el mundo real, las formas de mirar y de comprender, pero también los caminos que nos inventamos para creer que hay algo supremo que se esconde y debemos atraparlo. «De niño pensé que los fosfenos en los ojos / se debían a un mar en mi interior» Lo fabuloso, lo ficticio, lo ficcional, adquiere en esta parte toda su fuerza.

Otra cosa que habría que señalar es que hay en este libro una gran pregunta en torno a la identidad y los mecanismos para nombrarla. Una intensa preocupación por la influencia que tiene el punto de vista en la definición de la realidad. Llamar a las cosas por su nombre, ¿es crearlas? Una inquietud que nos regresa a los orígenes del lenguaje. ¿Las cosas existen porque las nombramos? Y, si es así ¿qué son cuando no interfiere nuestra mirada en ellas? Leemos: «Sigo sin saber cuál es la palabra para 'luna' / cuando eres la luna». Y en otro poema también magnífico: «Este poema quiere pensar sobre sí mismo / y esclarecer qué significa 'pensar' en un poema». Es evidente que estamos ante un libro que tiene mucho para decirnos y que nos ofrece necesarias preguntas desde un planteamiento estético admirable.

La forma de Mecánica, y me refiero al orden de la obra, pero también a la estructura de sus poemas, es una de las cualidades que la dotan de sentido y grandeza. A través de la lectura podemos descubrir juegos interesantísimos de lenguaje y forma, que amplían el universo conocido. Me atrevería a decir también que, en cierta medida, es un ejercicio de profundización sobre nuevas maneras de escritura poética. «Escribir textos mediante mecanismos / fuera de época, extraños para el hoy, / incomprensibles para el futuro». Repensar la propia escritura, ajeno a la temporalidad, evadiendo al sistema para hallar un territorio virgen donde las palabras puedan asumir nuevos significados.

Mecánica es un poemario extraordinario donde la voz poética establece una relación estrecha con los componentes del lenguaje para plantear preguntas filosóficas que abordan el origen de las cosas pero también, su mientras tanto y su futuro. Una lectura llena de luz y de posibilidades para quienes asumimos la palabra escrita como una construcción arquitectónica donde todo es forma y movimiento.


MECÁNICA
VICENTE LUIS MORA
PREMI VILA DE MARTORELL 2021
POESÍA HIPERIÓN

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