Escribe Ian McEwan en su novela Expiación que si algo nos caracteriza a las personas es nuestra fragilidad. Nos rompemos con facilidad y lo difícil es recomponernos, juntar los trozos y reconquistar una actitud esperanzadora frente a las cosas. En su nueva novela A partir de mañana (Ferragosto), Santi Fernández Patón avanza sobre esa vulnerabilidad a través de un relato íntimo que intenta abarcar una realidad colectiva. Una historia de amor que es nuestra historia, con sus luces y heridas.
La generación insatisfecha
El conflicto de la novela de Santi Fernández se introduce desde el territorio íntimo pero aborda problemas colectivos, específicamente generacionales. El protagonista, Jaime, experimenta de forma reincidente una falta de apetito sexual que modificará las dinámicas con su pareja, Susana. Sin poder asumir el origen de este descalabro, se sume en una especie de letargo que no puede controlar, esperando y confiando que la tormenta se disipe. En un primer momento Susana no le da mucha importancia al asunto, pensando en que se trata de algo transitorio, pero poco a poco la situación comienza a enquistarse y a impulsar sensaciones de rechazo en ella. «Y entonces, pareció que la mejor manera de sobrellevar esos momentos de falsas esperanzas fuera, sencillamente, impedir que tuvieran lugar», leemos.
Comienza entonces un extraño distanciamiento que, como lectores, vamos asumiendo desde los dos bandos. Aquí Santi Fernández trabaja con acierto: la perspectiva del daño y del quiebre íntimo se plantea desde ambas miradas. Esto le permite al autor plantear una interesante pregunta sobre la forma en que las relaciones íntimas se ven afectadas por el entorno, a la vez, que deja sobre el aire la posibilidad de pensar en esa dualidad de inocencia-responsabilidad que entra en juego en situaciones así.
Algo que siempre encuentro en la narrativa de Santi Fernández es la necesidad de establecer una relación entre la vida interior de los personajes y el mundo que les rodea. Siempre sus novelas ofrecen una inteligente crítica a la sociedad y los tiempos que la atraviesan pero desde las peculiaridades rutinarias de los individuos. Esto nos permite conectar irremediablemente con ellos, y nos sirve para pensar mejor nuestro propio mundo. En esta novela, al igual que en sus anteriores trabajos, descubrimos una reflexión generacional fácilmente reconocible en la España de nuestros días. El tema quizá que permite dicha reflexión es el deseo y aquello que lo motiva o lo aplaca. «No había ya impulso real, y no se le escapaba que el impulso sólo es la consecuencia del deseo, en su más amplio sentido».
Lo íntimo permea lo colectivo
Santi escribe novelas con el soterrado estilo de un cronista, distanciándose lo suficiente de los personajes pero sin llegar a desconectar de ellos. Esto le permite ofrecernos una fotografía generacional a través de las particularidades y vivencias íntimas. En A partir de mañana el registro nos permite reflexionar sobre el cruce de varias generaciones, cada una con sus peculiaridades, y sobre las consecuencias de una esperanza manida que se apoya en la democracia y que, en ocasiones, se ve frustrada por una de las consecuencias más tristes de ésta, la institucionalización y la normalización de todos los aspectos de la vida.
La posibilidad de derrumbe del matrimonio de Jaime y Susana me ha parecido una buena manera de precisar estas cuestiones. ¿Qué hay más sólido institucionalmente que un matrimonio heterosexual? Y sin embargo... Todo es frágil. Y lo es tanto desde la realidad —un hecho pone patas arriba esa rutina doméstica que comparten los personajes— como desde la percepción íntima —Jaime y Susana en un momento se confiesan mutuamente que tienen miedo del abandono del otro—. El matrimonio, que se supone que les da seguridad para salir al mundo, se quiebra y los deja desamparados. Podríamos verlo también como un símil del Estado y los ciudadanos, esa relación que en teoría debería sostenernos y que, en ocasiones, deja a la intemperie nuestra carencia y nuestra desprotección.
Y aquí llegamos a otro aspecto interesantísimo de esta novela. El individuo no existe: todo lo que nos representa es parte de algo más grande que nosotros mismos. Nuestra percepción de la realidad se ve afectada por nuestro entorno y una generación es el resultado de muchas criaturas navegando en un espacio cambiante. Jaime y Susana lo ven: han llegado a un momento de la vida sin retorno, y todo lo que tienen es una construcción que se tambalea al son de la propia realidad.
La fragilidad está muy bien representada en esta novela y, en ella, la luz. Porque pese a que todo se puede caer seguimos adelante, intentamos reconstruir, despedirnos de lo que no contribuye con nuestra significancia vital y rehacer lo que creemos que todavía tiene posibilidades. Pero siempre con cierto temor, asumiendo una precariedad material y emocional. Tal vez la gran invitación de este libro sea ésa: asumir esa fragilidad para convertirnos en criaturas más satisfechas con el mundo interior que se han forjado.
En esta línea me gustaría hacer otro apunte: la impotencia sexual que experimenta Jaime podría también extrapolarse a la sensación de impotencia respecto a la realidad, marca de identidad colectiva. La realidad se rompe todo el tiempo y no podemos hacer nada por evitarlo más que asumir las roturas con cierta desazón pero también con la esperanza de lo cotidiano, que es lo único que puede sostenernos. En ese sentido, esa última fotografía, con los vencejos perdiéndose detrás de la costa del Guadalhorce me ha encantado. Después de todo lo vivido junto a Jaime y Susana nos queda esa imagen. Probablemente la respuesta a la incertidumbre siempre sea otro cielo, porque nos resistimos a creer que esto sea todo. Y eso es lo que nos mantiene vivos. A partir de mañana. Ahí, la esperanza.
A PARTIR DE MAÑANA
SANTI FERNÁNDEZ PATÓN
FERRAGOSTO
2022
SANTI FERNÁNDEZ PATÓN
FERRAGOSTO
2022
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