«Tiempo de frutos», de Ramiro Gairín Muñoz (Piezas Azules)

Un poemario que es repaso de la vida y viaje interior al pasado.

Reseña de «Tiempo de frutos», de Ramiro Gairín Muñoz (Piezas Azules)

«Quiero crear sustancias / descubrir materiales con palabras» escribe Ramiro Gairín Muñoz en Tiempo de frutos (Piezas Azules). Partiendo de la raíz va creando un inmenso árbol de lenguaje riguroso y alta sensibilidad a través del cual podemos trepar para entendernos mejor y fabricarnos nuevos espacios de supervivencia. Un poemario bello también en el trabajo cuidadoso de edición, que cuenta con algunas obras preciosas del artista Lalo Cruces. Creo que lenguaje e imágenes forman un todo redondo y luminoso.


Cuenta con algunas obras preciosas del artista Lalo Cruces.

Una de las cosas que primero me sorprendió de la poética de Gairín fue su trabajo de concisión. Y pienso que a veces en la poesía este recurso es más difícil de explotar que en otros géneros porque ¿de qué manera trabajar con un lenguaje seco o breve sin olvidarnos del principio fundamental de belleza? Creo que el gran acierto de este libro está en la búsqueda de un verseado aforístico, donde las frases se muestran contundentes y siempre esconden un doble fondo, la significancia sensible que huye del sentido directo. «Sabrán por nuestras huellas / que nos comprometimos a volver», leemos, como la certeza de que todo lo andado adquiere nuevo sentido en el origen o dicho de otra forma, que gracias a lo vivido el origen se resignifica. Una forma circular de entender la vida que también se ve reflejada en la forma.

Lo indecible, las experiencias que nos sacuden y que parecen alejarse bruscamente de las comprensión o de su expresión en palabras, aparece en muchos poemas. «Desnuda eres un poema / que no se puede escribir». En ese sentido, a ratos entendemos que la voz poética reconoce que la vida es más potente que la literatura, que las experiencias siempre estarán intactas, incluso a pesar de que podamos narrarlas o poetizarlas, pero sin embargo tiene una honda necesidad de creer lo contrario. Supongo que esto podría llevarnos a la famosa pregunta del huevo y la gallina: ¿es primero la vida o la literatura? ¿Podríamos pensar la vida si no conociéramos la literatura? Y así podríamos seguir embarrándonos cada vez más, alejándonos por derroteros imposibles que en lugar de aclararnos la idea la enredan más.

«Quizá la poesía sea esto / la mirada de un gato / la promesa de un cuerpo / la posibilidad de su zarpazo». En ese juego de luces y sombras, de vida y literatura, de vacío y paraíso, se afirma la idea principal de este libro, y quizá también la estética. La voz poética se enciende y apaga constantemente al ser atravesada por pequeñas ideas epifánicas de luz que es sacudida por una nube de melancolía. Todo el rato vamos y venimos del lado luminoso al lado oscuro; y con asombrosa capacidad Gairín consigue siempre convencernos de continuar girando en círculos. Todo lo dicho, asimismo, adquiere una dimensión más amplia con las ilustraciones de Lalo Cruces, que ofrecen una línea de entendimiento al libro y nos traducen los colores de los poemas de forma contundente.


Reseña de «Tiempo de frutos», de Ramiro Gairín Muñoz (Piezas Azules)

Tiempo de frutos es un viaje interior. La voz poética se propone un balance sobre lo vivido y trata de acceder a la verdad del sueño, o de la vida. «Estoy haciendo tiempo / el tiempo que separa / el día en que vivimos», leemos. En tiempos de oscuridad, nada mejor que recordar esa época lejana vivida intensamente en la que pudimos atrapar en nuestras manos una chispa de felicidad, cuando no lo sabíamos. «Y te invoco a través de la negrura», leemos, en ese desesperado intento de que escribir tenga que ver con eso, con recuperar las luces de otro tiempo o, a lo mejor, como «Cualquier gesto que sirva / para edificar nuestros restos». Reconstruir la memoria a través del lenguaje es la gran propuesta de este poemario maravilloso.


En ese juego de luces y sombras, de vida y literatura, de vacío y paraíso, se afirma la idea principal de este libro.

Otro asombro poético que nos ofrece Gairín es el juego constante de sentidos donde la figura sinestésica aparece en versos como éste: «Se trata de blandir / en llamas los paragüas». Asimismo, encontramos numerosas maneras de interpretar la realidad y el mundo onírico, de conjugarlos y de usar la experiencia como medio de transporte para un sentido amplio, intenso, inigualable. Creo que es uno de los grandes aciertos de su escritura, porque a través de ella consigue crear imágenes de doble significado, permitiéndonos asimilar dos ideas contradictorias como si no lo fueran o invitándonos a ver dónde se esconde la verdad en lo que nos rodea. «El pequeño temblor / de la realidad y sus objetos».

Leemos a Gairín para sentir que no todo está perdido, y nos asaltan sus frases contundentes en compañía de las ilustraciones vanguardistas de Lalo Cruces. Al terminar retumban en nosotros algunos versos lucidísimos: «En el viejo paseo / aprendiendo la luz». Ojalá que a todos los que nos acercamos a esta pieza azul bellísima nos abrace un poquito la luz de estos poemas para reconstruir nuestro árbol de vida y palabras.


Reseña de «Tiempo de frutos», de Ramiro Gairín Muñoz (Piezas Azules)

TIEMPO DE FRUTOS
RAMIRO GAIRÍN MUÑOZ
PIEZAS AZULES
2022

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