«Todos somos Leopold Bloom. Razones para (no) leer el Ulises», de Eduardo Lago (Galaxia Gutenberg)

Una guía fascinante para acompañar la lectura del «Ulises» de James Joyce.


«Ningún esfuerzo descriptivo puede suplantar la experiencia de la lectura». Desde su prólogo Todos somos Leopold Bloom. Razones para (no) leer el Ulises de Eduardo Lago (Galaxia Gutenberg) es un libro que invita al asombro. Aunque hay una argumentación lúcida sobre los aspectos estructurales y técnicos de la gran obra de Joyce, el pulso de la escritura es la perplejidad que siempre nos produce el lenguaje amasado desde la ficción. Todas las teorías sobre la imposibilidad de entender o avanzar en esta lectura (es un libro que impone) se derrumban cuando comenzamos a leer a Lago, quien nos transmite una pasión lectora impresionante. «Hay mucha gente que ha leído y disfrutado el libro sin mayor razón que haberse cruzado por casualidad con él. Es lo que me ocurrió a mí cuando tenía diecisiete años», leemos. Desde ese lugar de asombro y fascinación se alza esta guía que revela muchísimos aspectos importantes que podrían pasarnos desapercibidos si nos acercamos al libro con cierta inocencia. Explicaciones y teorías que resultarán vitales para comprender mejor esta novela. Al leer a Lago confirmamos por qué a Joyce se le considera uno de los primeros novelistas modernos de la literatura.


El pulso de la escritura es la perplejidad que siempre nos produce el lenguaje amasado desde la ficción.

La primera vez que leí Ulises de James Joyce —aunque el relato sea en primera persona, sé que es una experiencia que muchos compartimos— sentí una brutal sacudida. Algunos fragmentos me fascinaron tanto que los copié para releerlos más tarde. Sin embargo, hoy puedo decir que no lo entendí. A la luz del libro de Lago lo confirmo. Y eso, en lugar de preocuparme, me pone contenta; porque me recuerda que es en ese punto de desconcierto donde surge la fascinación. Los libros complejos nos hipnotizan desde el misterio; el afán de entenderlos nos lleva a obsesionarnos con ellos y quedamos anudados a su flujo sensible para siempre. Al intentar hacer memoria sobre ese primer acercamiento a Joyce, de lo que más estoy segura es de esa perplejidad, del asombro de que pudiera escribirse así. Ahora que regreso a él desde la guía de Lago, y entiendo tantas cosas, me parece todavía más extraordinario. Y se me ocurre que cualquiera que lea Todos somos Leopold Bloom sentirá lo mismo.

¿Cómo hablar de un libro tan complejo sin alejar violentamente al lector poco experimentado? Después de defender el goce de la lectura en un primer capítulo en el que se detiene en la circunstancia real de que todos tenemos un canon personal, aunque nunca nos hayamos detenido a definirlo —nos invita, de hecho, a hacer el ejercicio—, afirma: «Hay libros en los que cabe la totalidad de a experiencia humana, libros cuya lectura nos explica lo que somos». Quizá el gran desafío de todo escritor sea escribir ese libro: una obra que nos contenga a todos. «En el caso del Ulises, el personaje central está levemente desdibujado porque además de ser él mismo todos somos un poco Leopold Bloom». Esa universalidad del personaje nos incorpora inmediatamente como protagonistas, para vivir sus reflexiones, "su matete mental", de una forma intensa y, por tanto, inolvidable. Lago ha tenido la osadía de explicar quizá la obra más inexplicable de la literatura, y lo ha hecho de una forma cercana y apostando por un discurso luminoso y casi eufórico. Y se me ocurre que éste es el principal acierto del libro: parece haber sido escrito para verdaderos amantes de la literatura. Y esto es importante porque hace de este libro una invitación generosa para que independientemente de la preparación académica que tengamos nos animemos a leerlo y a disfrutar plenamente de él.

Entre las cualidades que observa Lago del Ulises habría que destacar la «asombrosa precisión de su estructura», la «perfecta simetría que se da en cuanto a las técnicas» y el hecho de que «a lo largo de todo el texto se cambie continuamente de plano sin poner al lector sobre aviso». La reflexión sobre estos tres aspectos de la obra le permiten intuir y explicar las intenciones de Joyce al escribirla. Y ahora me parece entender que lo que vuelve difícil la lectura de esta novela es también lo que la convierte en una pieza hipnótica. Con Lago recordamos qué cosas importan en la lectura: que las obras nos zarandeen, nos interpelen y nos obliguen a observar el mundo y el lenguaje con una mayor sagacidad. Y eso es lo que nos pasa con Joyce. En su exploración Lago pica y pica hasta llegar al hueso de la montaña y nos enseña que en este libro todo está ahí por alguna razón, y nuestro trabajo lector es descubrir los porqués escondidos. Ésta parece la línea de investigación que construye este ensayo magistral.


En este libro todo está ahí por alguna razón, sólo debemos descubrir cuál es.

¿Por qué Ulises y no «Leopold Bloom»? Tal vez porque los buenos libros existen donde no están, en lo que no nombran. Si lo pensamos desde una perspectiva más filosófica sería como separar el nombre de la cosa, destruir el vínculo indeleble que le da sentido a la realidad. Joyce lo hace desde el título, y lo reproduce una y otra vez en el lenguaje y el ritmo, que están constantemente rompiéndose, descolocándonos. Y cuando entendemos esto...¡bum! En su deseo de reescribir aquel viaje mitológico que le obsesionaba, Joyce construyó una obra extremadamente moderna, y aunque, como dice Lago, «las correspondencias con la Odisea están algo sesgadas o diluidas», no debemos pasarlas por alto. Esta lectura nos permitirá ahondar en esas correspondencias y también descubrir los mecanismos estéticos que les dan sentido. De alguna manera, a través de esta guía podemos hacer ese viaje de la mano de Joyce y de Lago simultáneamente, y disfrutar de los secretos mejor guardados de una de las novelas más enigmáticas de la historia.

Habría que escribir otro ensayo para hablar de este ensayo. Es asombroso el exhaustivo trabajo de condensación de temas y la economía del lenguaje que nos encontramos. Asimismo, Lago explica con precisión las técnicas de estilo aplicadas por Joyce en cada capítulo y las posibles razones de haberlas elegido: monólogo interior, prosa peristáltica, fuga per canonem, narrador convencional, yo anónimo... Con una sencillez extraña en este mundo academicista, nos contagia su entusiasmo por cada una de ellas, explicando los movimientos retóricos y teatrales que componen la obra. Hay algunos apuntes sumamente lúcidos, como cuando habla del monólogo interior de Molly, ese último capítulo inolvidable: «Los pensamientos de la protagonista siguen el trazado de una cinta de Moebius, volviendo constantemente sobre sí mismos». Este aspecto de su libro es uno de los más estimulantes y reveladores, porque creo que, más allá de ampliar nuestra comprensión del Ulises, se nos presenta como una guía para mejorar ciertos aspectos de la propia escritura y también para aprender a leer mejor, con más atención y curiosidad.



Además de los aspectos estructurales y formales, Lago nos cuenta detalles curiosos de la vida de Joyce que han repercutido en su literatura, como la explicación de la obsesión de Joyce con el héroe mitológico, que fue esa azarosa lectura que hizo de niño de una adaptación de la Odisea de Charles Lamb, Las aventuras de Ulises. Este inocente hallazgo sería crucial para su desarrollo como lector y se convertiría en faro incandescente a la hora de construir su carrera literaria, y pasar a la historia. Y resalto también las equivalencias que establece entre ambas obras, siendo la novela de Joyce desde su misma estructura —«Telemaquiada», «Andanzas de Odiseo» y «Nostos o El regreso a Ítaca»— una representación del viaje del héroe homérico, pero visto desde la modernidad y a través de los tres personajes principales: Stephen Dedalus y Leopold y Molly Bloom. Otros puntos que quiero destacar de la obra de Lago son las reflexiones en torno al desarrollo de los personajes y al método de Joyce de plantear el trauma de su protagonista por la pérdida de Rudy, su hijo. Creo que tenemos mucho que aprender de la atención a los detalles que practica aquí Eduardo Lago.

La complejidad del Ulises es conocida por todos, sin embargo, hay algunos capítulos que no presentan dificultad de lectura. Lago analiza detenidamente cada uno de ellos, nos cuenta superficialmente de qué va cada capítulo pero sobre todo adónde nos lleva, que es, en definitiva, lo que deseamos saber de los libros. Finalmente se detiene en el manejo de la tensión desde la complejidad, uno de los brutales aciertos de la novela de Joyce. A través de este mecanismo, el escritor irlandés consigue mantenernos siempre atentos, porque nunca llegamos a sentirnos del todo (quizá) idiotas mientras leemos. «Después de los violentos forcejeos lingüísticos del episodio anterior la prosa se remansa, dándole un respiro al lector, que puede seguir con agrado el desarrollo narrativo, de gran belleza, serenidad y equilibrio», escribe Lago en el capítulo 13, pero enseguida nos advierte que el siguiente capítulo, «Los bueyes del sol», será el que más desafíos presente, por lo que «no conviene cantar victoria» cuando estamos entendiendo algo, porque en Joyce siempre «se trata de un respiro momentáneo». Ulises es un artefacto que da miedo, porque vemos el témpano de hielo pero hay una estructura abisal que lo sostiene que está sepultada en una trama aparentemente sencilla. A través de esta guía podemos meternos en el corazón del libro, para escarbar en el sentido y comprender más allá de lo visible. Las buenas novelas se parecen a la poesía porque revelan una actitud de autoconciencia lingüística en su composición, es decir, de interés por la plasticidad y las posibilidades infinitas del lenguaje. Y en esa actitud compositiva reside su misterio y, como decíamos, también nuestra fascinación. Esta guía de Lago, por tanto, podría ser una excelente herramienta para regresar al Ulises de Joyce y tratar de entenderlo mejor (llegando al pensamiento del pensamiento). Una inmensa oportunidad de enriquecimiento.


Podría servirnos como una guía de lectura y escritura.

Pero lo que debemos escuchar es la música. Aquí está el gran mensaje de Eduardo Lago. El Ulises es una construcción poética, donde el lenguaje se amasa en función del registro y la voz narradora o pensante. La dificultad que supone es más propia de la poesía que de la narrativa y, seguramente, representa todo aquello que alguna vez soñamos con escribir. Es un libro para siempre. A través de esta guía podemos no sólo sumergirnos en sus aspectos técnicos y comprender mejor las intenciones de Joyce sino también obtener una revelación: necesitamos reivindicar el carácter lúdico (adjetivo tan hermoso y tan denostado) y gozoso de la lectura. Creo que sobre todo tenemos entre manos un manifiesto apasionado en favor de la lectura como ventana para entendernos y entender el mundo. Y ése es el gran regalo de este libro. Eduardo Lago se decanta por una defensa de la lectura como experiencia estética más que racional, y aunque nos da muchos argumentos para entender el Ulises nos recuerda que saber estas cosas no hará que lo disfrutemos, si primero no somos capaces de entender por qué leemos o qué deseamos encontrar en los libros. Digamos que el camino es al revés. Éste es entonces un homenaje a lo mucho que la lectura, y ciertos libros, han hecho por nosotros, un ensayo que ofrece muchísima luz sobre este clásico, pero que nos invita a disfrutarlo con toda la inocencia de la que seamos capaces. Leamos felices con Eduardo Lago.



TODOS SOMOS LEOPOLD BLOOM. RAZONES PARA (NO)
LEER EL ULISES

EDUARDO LAGO
GALAXIA GUTENBERG
2022

2 Comentarios

  1. ¡Hola! Me parece un libro de lo más interesante, y eso que no suelo leer este tipo de historias.
    Besos :)

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    1. ¡Muchas gracias por tu comentario! Quedé fascinada con él, ojalá que te animes a darle una oportunidad. Besos.

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