«Circular 22», de Vicente Luis Mora, reúne el trabajo de investigación de 25 años. |
¿Se puede escribir una obra redonda que en su interior reúna tantas posibilidades como géneros existen? Ésa parece la pregunta que se ha hecho Vicente Luis Mora en su libro más reciente, Circular 22 (Galaxia Gutenberg). Una obra de arte inmensa, un trabajo de escritura impensable y un divertido viaje a través del Planisferio. Ningún amante de la buena ficción debería perdérselo.
Un trabajo de escritura impensable y un divertido viaje a través del Planisferio.
Circular 22 es un engaño. Es una obra que contradice lo que nombra o que se nombra en la contradicción. No hay círculo, no hay viaje redondo, sino un punto de partida que funciona como una especie de bomba: estalla y se proyecta en todas las direcciones posibles. Quizá es el libro que viene a decirnos que no existen límites para la escritura, o que los límites son determinados por la capacidad imaginativa de quien escribe. Y en el caso de Mora, la imaginación es vasta y ambiciosa. Entonces, nos encontramos con una obra que reúne cientos de historias, de personajes y lugares desde una voz polivalente, que se tuerce para intentar explicar el origen de la creatividad literaria.
Quizá la gran pregunta de toda la obra de Mora sea ésa: por qué escribimos, por qué yo necesito escribir. Y Circular 22 reúne algunas respuestas para esa inquietud, pero sobre todo viene a confirmar que la verdadera pulsión del acto de escribir podría ser captar lo fantasioso que esconde la realidad y ponerlo en palabras. Aunque leer siempre es un viaje a otros mundos posibles reales o metafóricos, en este caso el viaje es literal. Los textos nos llevan desde ciudades de España y de Europa, a destinos latinoamericanos (y qué placer lindo llegar de vuelta a Coronel Pringles con Piglia) y de África siguiendo a una amplia variedad de personajes. Un viaje luminoso donde no falta el humor ni la necesidad de entender qué somos y por qué, así como tampoco las reflexiones sobre el arte y la literatura, tan presentes en otros libros de Mora. «¿Habría, hay, algún arte o estética que fuera capaz de convertir todo este mercado en arte, leerlo estéticamente y hacer algo aprovechable con él?»
Vicente Luis Mora es un escritor incansable. Esta obra quizá sea su gran libro, que representa sus obsesiones, sus intenciones estéticas y también sus manías. La perfección, lo numérico, el juego contra el vacío, tan presentes en su poesía y su narrativa, están más vivos y mejor hilvanados que nunca. Cuando empezamos creemos que vamos a encontrar un gran ensayo con sus desvíos de ficción, pero la propuesta es al revés: es un gran libro narrativo donde el desvío es poético, ensayístico y filosófico. En ese sentido podríamos decir que el gran tratamiento formal, la estructura que contiene todo el edificio, es narrativo. Toda la obra se apuntala en relatos breves, cuentos y microficciones, pero alrededor de ellos orbitan sorpresivos poemas, llamadas telefónicas, intercambios de mensajería instantánea y reflexiones críticas y de corte ensayístico. De hecho, incluso en esos otros textos no narrativos, también hay ficción. Incluso los poemas tienden a construirse con el empeño narrativo, no en la estética, sí en la intención. Me gusta esa idea de Montalbetti que dice que el poema lo contiene todo, pero aquí Mora propone una vuelta de tuerca a este razonamiento, creando una relación circular, de retroalimentación entre lo poético y lo narrativo. Eso se me ocurre al leer este libro, e intuyo que ahí está uno de sus grandes aciertos.
Una obra redonda que reúne fragmentos de 25 años de escritura. Magistral. |
¿Cómo hablar sobre la escritura sin nombrarla? Ésa puede que haya sido otra de las preguntas que se hizo el autor. Si todo lo que se escribe es imaginario o fantasioso, por ende, mentira, entonces no se puede construir una teoría de la escritura que no aborde la falsedad, lo espectacular. Tal vez por eso el autor aparece y desaparece, en un juego de caras y sombras, volviéndose nítido en ciertos textos y desdibujándose en los personajes en otros. Así lo intuimos como autor, de pronto lo sentimos personaje y, finalmente, lo vemos como un observador del mundo de los otros. Estos tres juegos constantes de perspectiva le dan al libro una fuerza brutal. Y no se me ocurre de qué manera alguien puede construir un edificio de esta envergadura.
Los numerosos guiños históricos, filosóficos, literarios y de la cultura popular, así como la gran cantidad de detalles escondidos (como nombres de calles aparentemente escogidos al azar que tienen total sentido) nos permiten asumir que es éste uno de esos libros inmensos, que no acaban nunca, que cuanto mejor los lees más te desvelan. Y si a esto le sumamos que las manías y obsesiones de Mora, que se proyectan en la pulcritud formal de sus obras, aquí adoptan su sentido máximo, ya no tenemos mucho más que agregar. No creo que exista otra manera de escribir una obra así que con esa obsesión milimétrica de forma. Y me parece que la definición que da de ella en el prólogo Javier Fernández es perfecta. Dice: «es una reunión de teselas que dibuja un solo mosaico». Y también que es «una reunión orgánica que crece libremente». Y cuando esa bomba estalla y se proyecta hacia (y dentro) de nosotros continúa creciendo, como los libros que sabemos nos acompañarán durante mucho tiempo.
Circular 22 reúne el trabajo estético de veinticinco años de Vicente Luis Mora, podríamos decir que es una especie de trabajo de campo de la propia escritura. A medida que leemos podemos intuir qué preguntas rondaban la cabeza en este intento de mapear un universo literario y dejar constancia de él; quizá en un intento de estrechar un vínculo imborrable entre vida y literatura. «Caminó sin dirección alguna, lo que en Madrid lleva, tarde o temprano, a la calle de Alcalá». Aunque el gran centro de este libro es la ciudad de Madrid, se va ampliando, hasta llevarnos en un viaje fascinante por muchos lugares del globo. Al mismo tiempo podemos encontrar las relaciones entre esta gran obra y sus libros paralelos. Y estoy segura de que quien sepa leerlo mejor que yo lo disfrutará con un mayor conocimiento (¡qué envidia!). «El centro del círculo imaginario está lleno de radios que empiezan y no acaban». Una cosa que me ha interesado muchísimo es que en el centro del libro está Kafka; y he pensado que tal vez podría demostrar que este libro es un homenaje al gran autor de la obra inacabada, tal vez porque el propio autor asume que «Circular» no termina aquí, será su gran trabajo inacabado.
Las manías y obsesiones de Mora, que se proyectan en la pulcritud formal de sus obras, aquí adoptan sentido.
El autor reaparece de forma espectacular en una última parte donde el tono es diarístico. «Una casa nueva es una página en blanco». Así comienza. Así entramos en otro libro dentro de éste, donde aparece muy viva la crítica literaria y las reflexiones sobre arte, mientras conocemos levemente la vida de un autor-personaje que intenta vivir en el mundo mientras tropieza con el sueño y trata de asirse a la magia de la ficción. Otro libro en éste.
Antes de terminar hay que hacer un pequeño comentario a la edición, que ha estado a cargo de Monika Sobołewska y verdaderamente se nota que ha sido exhaustiva y cuidadosa. Además, nos ofrece un magnífico prefacio sobre el Universo de Mora y los criterios que ha analizado y en los que se ha basado para el desarrollo de esta edición. Creo que leerlo nos puede ayudar a volver a las narraciones, poemas y ensayos de Mora para comprenderlos desde otro lugar, con mejores argumentos. En definitiva, Circular 22 es un libro al que volveremos cuando nos cansemos del mundo literario, para recordar que en el principio era la ficción. Pocos homenajes tan trabajados, tan redondos al fascinante oficio de la escritura. Que a nadie se le escape.
Vicente Luis Mora es uno de los escritores españoles más comprometidos con el estudio de campo de la escritura |
CIRCULAR 22
VICENTE LUIS MORA
GALAXIA GUTENBERG
2022
VICENTE LUIS MORA
GALAXIA GUTENBERG
2022
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