La República de las mujeres y María Lejárraga. Un documental de Laura Hojman

Supe de la existencia de María Lejárraga cuando ya vivía en España. Indagando en su vida, sin embargo, me di cuenta de que la había leído desde mucho antes, sólo que no sabía que era ella. Como les ha ocurrido a casi todos. María Lejárraga escribió algunas de las obras más importantes del teatro español de principio de siglo XX: Canción de cuna, El ama de casa, Triángulo, El corregidor y la molinera y La suerte de Isabelita. Además impulsó la creación de la revista Helios, donde colaboraron algunos de los escritores modernistas más destacados de la época y escribió libretos para obras de Manuel de Falla y Joaquín Turina, de los que se destaca el guion de Amor brujo, gitanería en un acto.

Pero esto no se supo siempre. Porque Lejárraga firmaba sus textos como Gregorio Martínez Sierra, el nombre de su marido. La pareja, que se había conocido de casualidad en una verbena, se casó en 1900 e hizo un pacto de colaboración que se sostendría durante medio siglo. El mismo consistía en que María escribiera las obras y Gregorio se dedicara a negociar las publicaciones y hacer los contactos. Una estrategia que les funcionó durante un tiempo y que dio visibilidad al trabajo de María Lejárraga, llevándolos a la cima. A él, principalmente, que era el que disfrutaba de los aplausos aunque no hubiera escrito una coma. El pacto se tambaleó cuando Gregorio se enamoró de una de las actrices principales de las obras que presentaban, Catalina Bárcena, y la pareja se separó; sin embargo, decidieron sostener la colaboración, es decir, la farsa de la autoría.

Ese firmar con el nombre de su marido fue un arma de doble filo para María, que se vio privada de su obra cuando él falleció. Como ni siquiera él la mencionó en su testamento al menos como colaboradora, perdió los derechos sobre todo su trabajo. Por eso María escribió aquel libro Gregorio y yo. Medio siglo de colaboración, en el que salía del armario (casi) como la autora de todas las obras que él había firmado. Pero no le creyeron. Tendrían que pasar muchísimos años para que se la reconociera como la gran dramaturga de la literatura española. Gracias a la correspondencia que mantuvieron después del divorcio, en el que él le pedía textos y la instaba a continuar escribiendo por los dos, se pudo probar que todo lo que ella había contado era verdad.

«A las mujeres de España. María Lejárraga» es un potentísimo documental donde encontramos la voz ficcionada de la autora (Kiti Mánver), con toda la verdad que el mundo no le permitió confesar, y que puede servirnos para entender los hilos que sostuvieron su vida y su escritura. Lejárraga fue una dramaturga innovadora, que reformó estéticamente el teatro al trabajar con las emociones de los personajes en lugar de darle protagonismo a los acontecimientos. Laura Hojman, guionista y directora de este documental, nos ofrece aquí una biografía pintoresca y verdadera para reivindicar la obra de Lejárraga, un acto de justicia para devolverle a la escritora su lugar en el mundo y en la memoria de la literatura. Pero no se queda ahí. Es éste un proyecto que reivindica a las mujeres de aquellos primeros años del siglo XX, que decidieron alzarse y cuyo movimiento y energía fueron fundamentales en la lucha social, obrera y feminista. Un documental que nos recuerda el estrecho vínculo entre el feminismo y la fundación ese período breve pero esperanzador que fue la Segunda República.

Supe del silenciamiento de las feministas de principios de siglo por Carmen G. de la Cueva. Las mujeres que piensan siempre tienen algo para enseñarnos. De pronto puso ahí esa verdad, y ya no pude despegarme de ella. Me hizo ver ese hueco espantoso de la memoria histórica del país respecto a la lucha feminista, y el retroceso terrible que supuso el franquismo para la lucha de las mujeres. España, que hasta ese momento era uno de los países más modernos de Europa (y que lo era sobre todo en el territorio del arte: literatura, pintura, escultura), de pronto volvió a las cavernas, a la represión y a la implementación de un régimen machista que puso en marcha la "licencia marital", convirtiendo a los maridos en representantes legales de las mujeres, y obligándolas a ellas a depender de su autorización para casi todo. Esta verdad está muy bien tratada en el documental y, de hecho, creo que sería más preciso decir que es una obra en torno a las mujeres de la Segunda República y a la lucha feminista de aquel principio de siglo, tan pionera y valiente. Creo que es una obra que consigue mostrar con altura y contundencia el modo en que los señores de crucifijo y pistola consiguieron destruir o ralentizar con brutalidad la consecución de esos sueños de libertad e igualdad.

Laura Hojman nos ofrece un cuidado trabajo de investigación que se sirve del testimonio de un grupo de escritoras que han mirado de cerca la voz y la vida de Lejárraga y cuyas afirmaciones desparraman luz sobre las sombras. Vanesa Monfort, Rosa Montero, Remedios Zafra, Antonina Rodrigo, Juan Aguilera, Manuela Carmena, María Luz González e Isabel Lizárraga, se asoman a este documental para pensar con nosotras en las dificultades a las que debió enfrentarse Lejárraga, en sus razones para aceptar esa realidad siendo, por otro lado, una mujer tan libertaria y feminista. El modo es una de las cualidades más sorprendentes de la obra: la fotografía y el relato van de la mano, sumergiéndonos en aquellos primeros años del siglo, y el carácter es luminoso, juguetón, lleno de esperanza, como creemos que fue la gran Lejárraga. Un documental que en lugar de apoyarse en la terrible tragedia de la autora al verse olvidada y ninguneada nos la muestra desde sus fortalezas, como la gran feminista que fue, y también hace hincapié en aquello que la rescató cuando estuvo más hundida: la amistad y la complicidad de otras mujeres. Se incorporan al relato y a las fotografías de aquella época una serie de secuencias en las que vemos a una María interpretada por Cristina Domínguez que mira la cámara con sonrisa cómplice y que otorga a toda la obra un carácter desenfadado y hasta lúdico. Y así la recordaremos, seguramente, a partir de ahora. Un grandísimo acierto, qué duda cabe.

Pero me gustaría decir que no es un documental sobre Lejárraga, sino que ella es el hilo motivador de un proyecto más ambicioso. Es una lúcida reflexión sobre el presente, al impulsarnos a mirar nuestra historia. Pone sobre la mesa la estrecha relación que hubo entre la República y el surgimiento del feminismo. Las mujeres salieron a las calles exigiendo igualdad salarial y libertad, y eso lo cambio todo. Fue la República de las Mujeres, porque sin feminismo no habría existido la revolución. Y el documental no sólo nos muestra a Lejárraga sino también a otras intelectuales que estuvieron sumamente implicadas en la lucha: Carmen de Burgos, María de Maeztu, Zenobia Camprubí, Emilia Pardo Bazán. Y hay tantas otras. No puedo dejar de pensar en Mika Etchebéhère, que cruzó el océano con el único objetivo de formar parte de una revolución de la que se sentía parte. Tantas mujeres olvidadas. Y aquí viene lo inquietante o la advertencia para nuestro tiempo. Este proyecto lleno de esperanza y de lucidez, nos invita a estar atentas, a abrir los ojos y comprender la delicada tela que sostiene nuestras posibilidades. Porque si inmensos habían sido los avances de aquel feminismo pionero y, sin embargo, la dictadura los guillotinó de la noche a la mañana, ¿qué podría darnos seguridad en nuestro tiempo? Y lo leo también como una advertencia de los peligros a los que nos enfrentamos con el auge de la derecha en Europa. El trabajo de memoria histórica es larguísimo, y gracias a proyectos como éste de Hojman podemos ir armando poco a poco ese rompecabezas lleno de huecos, rellenando los espacios vacíos, que no estuvieron vacíos sino que fueron vaciados por la violencia de un sistema que quiere fuera a las mujeres. Pero vamos a terminar con algo bello: la luz nos alumbra, porque nunca hemos estado del todo solas.

A LAS MUJERES DE ESPAÑA. MARÍA LEJÁRRAGA
LAURA HOJMAN