«El sueño de los árboles» de Diana Catalayud en «Nuevos Libros»

Por Diana Catalayud

La novela El sueño de los árboles ha querido emprender un viaje singular a las entrañas del amor y su trastorno, donde los árboles se erigen en símbolo e inseparables compañeros del viaje de la protagonista en esta odisea. El trastorno se vislumbra como telón de fondo en las múltiples formas de maltrato que aparecen de forma real y simbólica. Detrás del telón, una puerta se os abre a saber un poco más de las raíces donde se originan el amor humano y su contrario: el trastorno que desencadena tantos actos de violencia en nombre de la pasión amorosa y sus derivadas.

Esta novela os ofrece poesía, reflexiones, una trama policíaca, guiños a la novela de ciencia ficción y detrás de todo ello, una visión con una fuerte vocación de ficción contemporánea. Una historia compuesta por cinco partes con capítulos cortos que alternan lo que sueña nuestra protagonista con lo que vive durante seis meses. Entrelazando lo onírico y lo real de forma natural e indisoluble, lo que provoca que sus sueños y realidad formen parte del entramado de la historia que va conformando a Adèle como su personaje principal.

Adèle es una joven que trabaja en un jardín botánico como cuidadora de árboles. Extrañas circunstancias de su vida y su pasado hacen que se meta en una aventura casi épica para atrapar a un asesino de sus mujeres enamoradas. Lo que le lleva a colaborar como ayudante fuera de lo común de la no menos extraordinaria Herta, su vecina alemana, quien se presenta como detective privada para los casos que la policía no resuelve. Su aventura le conduce hacia un mundo desconocido en el que la joven percibe una misión importante que viene de su pasado oculto. Siempre en compañía de la sabiduría milenaria y consuelo de sus árboles, Adèle va a enfrentarse a uno de los mayores desafíos de la ciudad frente a una mente criminal aterradora, tratando de orientarse como ellos hacia la luz, lo que le puede llevar al futuro de su nueva vida.

Como a Ulises en su Odisea a nuestra protagonista le va a costar llegar a su Itaca particular. Como si viajara en un velero y en medio de la travesía se produjera la calma chicha. Ahí veréis un parón, como si se detuviera la historia, latente bajo la fragua que la está gestando por dentro. Como Ulises nuestra protagonista es finalmente conducida por un viento favorable, recuperando la velocidad a partir de un momento donde se precipita la acción, haciéndola volar, en la última parte, hacia su destino y final de esta historia. Muchas voces literarias han acompañado la novela desde una larga trayectoria de lecturas. En compañía de algunas de sus voces surgieron deseos para la historia de El sueño de los árboles. Que fuera simbólica. Utilizando símbolos que no necesariamente fueran resultado de la historia de los acontecimientos, sino que los símbolos se erigieran como protagonistas con derecho propio formando parte de la misma historia. Símbolos encarnados en los señores árboles, los mitos y las leyendas de los que beben sus raíces.

El sueño de los árboles os ofrece, gente lectora, varias miradas que se producen al mismo tiempo. Una novela de amor y desengaño en medio de una trama policíaca como primer y legítimo escalón, donde se hace un viaje interior a lo que significa el amor y lo que significa su trastorno. La novela merodea por ese viaje interior, y transita luego, como si subiera por los peldaños de una escalera imaginaria, hacia una cierta altura donde se mira un paisaje más amplio en perspectiva. Inspirada en el mundo de la novela del príncipe Genji de la escritora Murasaki Shikibu, escrita hace más de mil años en el lejano Japón, que crea un modelo paradigmático. La novela como totalidad. Una cosmovisión que trasciende a los personajes mismos que penden de un hilo de sucesivas vidas persiguiendo acabar con aquellas pasiones que les atormentan y poder llegar a la ansiada paz.

Aunque bebiendo de esas fuentes milenarias, El sueño de los árboles os habla en clave contemporánea. Arboles convertidos en símbolos del entorno sin el cual los seres humanos no podemos vivir. Ellos tienen algo que contaros de sus sueños y de sus pesadillas, en su labor milenaria de seguir creando conciencia y sabiduría.

Escribir a fuego lento es para mí como buscar el camino de vuelta a casa. La vuelta al origen. Esperar a que la vida se infiltre, con lo que nada ahora se produce sustancialmente, sino que se va cocinando lentamente, esperando a que se produzca el milagro que envuelve el aroma de quien escribe con quien lee en un mundo fuera de su alcance físico. Esa atmósfera donde se produce a veces, de forma casual, el contacto con la magia de la sabiduría.

El escritor Anjel Lertxundi, premio nacional de ensayo en 2010 por su obra escrita en euskera Eskarmentuaren paperak (Vida y otras dudas), una obra en la que habla de su propia vida, decía lo que significaba para él su camino de regreso a casa. Ese que le traía de vuelta donde podía hundir plenamente sus raíces como se hunde la pisada sobre la tierra mojada. En aquel entonces estas confesiones me hicieron pensar en el mío.

La literatura es para mí ese camino de regreso a casa, como os digo. Ese ambiente que veo limpio, atemporal y poético, que señalaron una vez en vida mis ancestros, y que conecta directamente con el origen y el sentido de poder atesorar toda la belleza que pueda en una vida plenamente vivida.

El sueño de los árboles se presentará esta semana en la librería Elkar de Pamplona (Calle Comedias). Será el jueves 26 a las 18.30. Será una excelente ocasión para conocer a la autora y adquirir esta bella novela firmada. Aprovechamos para invitarte a que leas esta reseña de Sylvia Mariz que señala algunos aspectos importantes que invitan a lanzarse a este bosque frondoso y bello que nos entrega Diana Catalayud.