«Terapia intensiva», de Karina Sacerdote

Un poemario que explora los miedos y la soledad migrante.

Reseña de «Terapia intensiva» de Karina Sacerdote

«Ahondar en eso que ocultamos y aceptar quienes somos» es la gran búsqueda de Karina Sacerdote en su poemario Terapia intensiva, un libro exquisito donde a medida que avanzamos en la oscuridad y la soledad vamos encontrando chispazos de luz y nos reconciliamos con la vida. A través de un lenguaje sencillo Sacerdote explora algunos de sus miedos y obsesiones, que son los nuestros, en un poemario que tiene muchísimas interrogantes y versos inolvidables.


A través de un lenguaje sencillo Sacerdote explora algunos de sus miedos y obsesiones.

Conocí a Karina Sacerdote con una novela hermosísima, Monoblock (También el Caracol). Me interesó su forma directa de encarar la rabia adolescente de un sector marginal sin olvidarse de la ternura. Mantener la atmósfera cuando el contexto es oscuro es uno de los grandes desafíos de la escritura, porque existe la posibilidad de perderse en tanta noche. Pero ella no. En esa novela consigue sostener el tono y la inocencia de unos personajes cuyas vidas parecen condenadas desde el origen. Fue una estupenda carta de presentación, de una autora que sabía seguiría interesándome. Ahora llego a su poemario Terapia intensiva y compruebo, felizmente, que no me equivoqué. La poesía de Sacerdote se mantiene así de alto, y otra vez la tensión entre sombra y luz.

«Te fugás de vos / para no sentir tanta incógnita». Si la intención de la poesía es rastrear ese fondo que nos alimenta silenciosamente a lo largo de toda la vida, esa sombra que llevamos de un lado a otro y que en ocasiones nos define, en este libro esa intención está llevada a otro nivel. Nos ofrece una indagación necesaria sobre nuestras obsesiones y oscuridades y una invitación a mirar de otra manera nuestro presente. Un elemento que define muy bien la poética de este libro es el juego de opuestos y los dibujos metafóricos. «En esos días / vi los verdaderos ojos de los ojos conocidos», leemos, y nos vamos adentrando en un lenguaje que se construye de lo mínimo a lo complejo, de lo íntimo a lo global.

La voz poética, suspendida en un momento de caos o de cierta desesperanza, se sienta a escribir. Quizá con el deseo de poder encontrar en las palabras una especie de refugio. Eso es. Reconstruye así los momentos que fueron marcando esa disidencia con el pasado, con ese otro yo habitado antes. «Ahora que ya no», dice, y comienza a enumerar esas situaciones de quiebre con la rutina o con cierta pretendida felicidad. El objetivo es encontrar algo de luz para desconectar la máquina de signos vitales, ponerse en pie y reapropiarse de ese yo, más vivo que nunca.

Entre los hechos definitivos está la experiencia de la extranjería. El libro parece una pregunta a esa pregunta a la que nos hemos tenido (y tenemos) que enfrentarnos tantas veces las migrantes. ¿Por qué? Nunca es por qué no. Hay un empeño detrás de esa inquietud que me molesta. Como si hubiera un camino delimitado para todas y las que nos salimos estuviéramos faltando a él. Dame razones para que entienda por qué has escogido esta incomodidad, esta vida de completa intemperie, esa sensación de identidad partida: «un dividirme / un después de mí», como escribe Karina. Como si fuéramos unas traidoras. Y qué bien trabaja Sacerdote esta idea.


Quizá con el deseo de poder encontrar en las palabras una especie de refugio.

El exilio como camino que se impone. Quizá una de las cosas que mejor trabaja Sacerdote sea esa contingencia de la vida, ese suceder desajustado que nos lleva por caminos nuevos, que parecen decisiones tomadas con total cabeza, pero que a la larga se presentan como imposiciones de la propia experiencia, como acciones desencadenadas que no pudimos prever ni controlar del todo. Leemos: «No hay metáfora / para este exilio / que no espera» Y también esa sensación de saber que no podremos ser esa otra, viviendo esa vida pautada. «Emigrarme para verme / en esa voz que tuya / ya no me nombra». Se me vienen muchas otras frases pero ésta creo que describe muy bien el trabajo de la voz poética en este libro, con esa desolación que se ajusta a la vida, e intenta encontrar luz. Pero luego están los silencios. «Los silencios son islas que nos esconden».

La poesía aparece como un camino lleno de posibilidades, pero también como una iluminación dolorosa: «Ese escribir con las manos anudadas / es un ruego». ¿Es la poesía una forma de suplir las ausencias? A lo mejor. Pero aquí es sobre todo una bandera, un refugio, el modo de abrazarse a una posibilidad, de romper los silencios con una voz única. Y Karina Sacerdote lo consigue con elegancia y una poética deslumbrante. Finalmente, la gran propuesta del libro es asumir la vida como «un barco en fuga», donde cuerpo y palabra puedan reconciliarse con el presente y permitan esa luz que siempre buscamos en el lenguaje. Un poemario que es una caricia para las identidades partidas y también un canto de amor al presente, que es todo lo que tenemos. Aquí y ahora. La poesía como un camino insuperable para «multiplicar la luz / y hacer frente a los demonios». Te animo a disfrutar de este libro bellísimo de Karina Sacerdote.


Reseña de «Terapia intensiva» de Karina Sacerdote

TERAPIA INTENSIVA
KARINA SACERDOTE

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