«Arquitectura de las pequeñas cosas», de Santiago de Molina (Páginas de Espuma)

Ensayo ganador del «XIV Premio Málaga de Ensayo»

Ensayo ganador del Premio Málaga de Ensayo 2022

Nuestra intimidad nunca ha estado tan expuesta como lo está en nuestros días. Las fronteras de lo íntimo se han movido hasta abarcar un territorio casi infinito, gracias a las pantallas que complementan nuestra rutina y nos permiten acercarnos a la vida de los otros sin movernos de casa. En esa dimensión de lo ordinario hace pie el ensayo Arquitectura de las pequeñas cosas de Santiago de Molina (Páginas de Espuma) para construir un relato interesantísimo sobre la relación de la Arquitectura con lo íntimo y el lugar que lo cotidiano ha ocupado en los avances de esta disciplina. Un ensayo fabuloso que nos deja pensando en la semilla de mostaza que contiene y sostiene nuestra vida. ¿Qué simbolizan las puertas? ¿En qué momento pensamos que lo íntimo tenía valor comercial? ¿De qué manera se construye nuestra relación con el mundo exterior si analizamos la vida desde la soledad de nuestras casas? Éstas y muchas otras inquietudes dan forma y cuerpo a este ensayo que ha sido merecedor del XIV Premio Málaga de Ensayo.


Un relato interesantísimo sobre la relación de la Arquitectura con lo íntimo

Este es un libro que tiene que interesar a los lectores porque intuyo que pocos especímenes en la tierra valoran tanto como nosotros el cercado de lo íntimo. En la intimidad nos refugiamos para salir de casa a través de la lectura. Los libros, como una ventana, nos permiten asomarnos a un bagaje de mundos prácticamente infinitos, y nos acercan, en el transcurso, a nosotros mismos, permitiéndonos una reflexión nueva sobre la dimensión del yo y de lo cotidiano. «A menudo se olvida que permanecer en una habitación supone abrir una puerta al más allá». Pensar es eso. Leer es eso. Y este libro nos presenta algunas formas posibles de entender o de poner en palabras ese habitar lo que existe más allá del horizonte.

Arquitectura de las pequeñas cosas es un ensayo que se reconoce en las formas del género que defendió Montaigne, es decir, en el ensayo como camino de exploración. De Molina deja a un costado las certezas y empieza por lo único que puede salvarnos: las preguntas. De este modo construye una visión historicista de lo íntimo en un texto en el que entroncan la antropología, la filosofía y todas las disciplinas que intentan abarcar lo que somos. El ensayista aquí hace huecos en las paredes que delimitan los espacios entre disciplinas para instalar ventanas que nos sirvan para que la luz atraviese de un compartimento a otro y nos ayude a alcanzar una comprensión heterogénea de lo cotidiano.

Y no es casual que empiece este texto hablando de ventanas, porque las ventanas son muy importantes en las casas, y en este libro. Aunque «no es uno de sus componentes constitutivos arquetípicos. Por paradójica que resulte esta afirmación, por necesaria que sea la ventana para insuflar espíritu a la casa, en realidad su esencia pertenece al universo del ornamento». Pero nuestra vida y nuestra percepción dependen de ese ornamento para organizarse. También la ventana fue importante para los astronautas que habitaron en la estación espacial Skylab. Al regresar le agradecieron a Raymond Loewy, encargado del diseño de la que fuera su casa durante esos meses, «no la variedad de la comida liofilizada o el exacto ajuste de la puerta de la que dependían sus vidas», sino que hubiera prestado atención a un detalle nimio pero significativo: la importancia de las ventanas en nuestras vidas, porque «misteriosamente ese ojo de buey les había conectado con sus casas». Como ésta encontramos en el libro una gran variedad de apuntes sobre nuestra relación con lo ordinario, anécdotas que aluden a lo cotidiano, a lo espontáneo de un diálogo, pero que, al final, nos interpelan en lo profundo, llevándonos a establecer nuevos criterios en torno a nuestra relación con el mundo y las ideas. «Asomarse a la ventana cotidiana constituye un acto social saturado de sentido. Mirar o ser mirado desde el exterior revela una extraña indefensión». La reflexión va de lo íntimo a lo colectivo, de lo privado a lo público, y lo hace ofreciendo un relato magistral en torno a la relación que la Arquitectura ha mantenido con estas dos dimensiones que nos conforman.


Portada de «Arquitectura de las pequeñas cosas» de Santiago de Molina (Páginas de Espuma)
«Arquitectura de las pequeñas cosas» de Santiago de Molina (Páginas de Espuma)-XIV Premio Málaga de Ensayo-

Quizá el gran tema de este ensayo sea la mirada. Por eso quise empezar por las ventanas. «Esa mirada consciente, sorprendida ante lo habitual, coincide en parte con la del fervor del iluminado», escribe De Molina. Y se detiene en los dos sentidos de la palabra «extrañar» ('echar de menos' y 'fascinar') para ahondar en eso, porque nunca una mirada fue tan importante. En su dicotómico sentido esta palabra nos permite construir «la verdadera forma de consciencia de lo real que oferta lo cotidiano».

Y quizá la mejor analogía de las ventanas sea el arte, como un hueco a través del cual entender la relación de las sociedades con su entorno. Porque el arte es un espejo para entender nuestra relación histórica con lo ordinario, así como las casas y sus estéticas arquitectónicas permiten entender cómo ha ido cambiando nuestra relación con el «adentro» y el «afuera» y son un fiel reflejo de las transformaciones sociales. «El tiempo cíclico asoma en el giro de la llave que abre la puerta de nuestro hogar y en la más sofisticada metafísica».De Molina parte de las estéticas de Johannes Vermeer, Michelangelo Merisi da Caravaggio y Abraham van Beyeren, analiza la «pintura de género» para llegar a interpretar la transformación de lo cotidiano en el arte. De la no existencia a ocupar uno de los lugares fundamentales. Desde ese momento surgió «un nuevo modo de ver la realidad», gracias al «desalojo de héroes y de lo extraordinario». A partir de entonces el día a día comenzó a exigir una reflexión y un retrato. Sin embargo, en el territorio de la Arquitectura el cambio tardaría en llegar; De Molina lo relaciona con la gran dificultad que supone «vincular la vida de cada día a lo maravilloso»; pero hubo muchos personajes que se fijaron en lo cotidiano y trataron de incorporarlo a su estética. Mies Van del Rohe, Le Corbusier, Tessenow, Alison y Peter Smithson y Charles y Ray Eames, son algunos de los que se asoman a este libro. Santiago de Molina nos ofrece una amplia cosmovisión de la relación que la disciplina ha mantenido con lo íntimo. Leemos, por ejemplo sobre Tessenow: «El genuino amor de Tessenow hacia las cosas menores le sirvió para construir un credo propio».


El arte sirve de espejo para entender nuestra relación histórica con lo ordinario.

Hay una pregunta importante. ¿De qué manera ha estado lo íntimo involucrado en la Arquitectura? y «¿Es posible trazar un relato de la arquitectura del día a día cuando por motivos intrínsecos, ésta no puede pasar a la historia?» Lo que está llamado a permanecer a largo plazo es lo extraordinario, pero lo que nos contiene, lo ordinario, es desde la visión personal lo que está llamado a definirnos. ¿De qué forma se puede eternizar estas nimiedades? Es maravillosa la reflexión que nos ofrece este libro en torno al valor de lo pequeño. Lo cotidiano enfrentado a lo extraordinario. Lo perecedero opuesto a lo eterno. Nuestra fascinación por lo que seguirá existiendo cuando nosotros, tristes mortales, ya no estemos aquí. Y dado que para la Arquitectura resulta difícil asir lo cotidiano, lo único que se puede hacer es pensar en la construcción de «un marco para que lo cotidiano ocurra». Y, en ese sentido pensar la disciplina es pensar la vida. Y se puede hacer con Bernard Rudofsky, quien dijo: «Lo que hace falta no es una nueva forma de construir, sino una nueva forma de vivir». Y en ese sentido, quizá la pregunta más importante, a la que apela todo este libro sea: «¿Puede lo cotidiano y su recipiente constituir un sustrato sólido para el pensamiento de la arquitectura contemporánea?»

Si como dejó dicho Benjamin «Habitar es dejar huella» reconocer los límites de nuestra casa, recorrer lo ínfimo de nuestros rincones, habitar nuestra intimidad plenamente es el gran desafío de nuestro tiempo. ¿Podrá la arquitectura sostener un relato perenne que nos narre en nuestros decires cotidianos, abriéndose del discurso de lo extraordinario? ¿Podremos nosotros? Leer este ensayo puede ser un excelente punto de partida para conseguirlo. Que nadie deje de asomarse a esta ventana luminosa.


Ensayo sobre la relación de la Arquitectura con lo cotidiano

ARQUITECTURA DE LAS PEQUEÑAS COSAS
SANTIAGO DE MOLINA
PÁGINAS DE ESPUMA
XIV PREMIO MÁLAGA DE ENSAYO
2023

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