Sandra Bruno: «Valoro mucho en la poesía su capacidad para elevarme desde lo concreto»

Entrevista a la poeta Sandra Bruno, autora de «Humanosis» (Olé Libros)

Sandra Bruno, autora de «Humanosis» (Olé Libros)
Sandra Bruno, autora de «Humanosis» (Olé Libros)

Si algo define a los poetas no es tanto su estilo como sus obsesiones estéticas. Un buen poeta va transformándose con el correr de los años, su estilo va cambiando. Sin embargo, las obsesiones permanecen, se asoman a la escritura de forma insistente. Sobre obsesiones y búsquedas poéticas conversamos con Sandra Bruno quien acaba de publicar un poemario fabuloso en Olé Libros, Humanosis, donde explora la desnaturalización y el silencio frente a las injusticias que tanto caracteriza nuestro presente. No dejen de leerla.


Sandra Bruno es la autora de «Humanosis» (Olé Libros)

P—¿Cuál es la raíz de Humanosis?

RHumanosis es un neologismo que me inventé. Es la combinación sintáctica de la palabra “humano” con el sufijo de origen griego “osis”, cuya semántica originaria alude a un proceso patológico, como cirrosis, escoliosis o trombosis, por ejemplo. Da el nombre al poemario, es muy significativo y resume muy bien el espíritu del libro. Habla de deshumanización, de desolación, de metamorfosis, pero también de esperanza, que es el punto final del poema y del poemario.

P—Trabajas con el tema de la desnaturalización humana. ¿En qué ves encarnada esa desvinculación con el entorno?

R—Hay una reflexión de un gran poeta, en este caso de Antonio Gala, que ilustra bastante bien mi idea al respecto: «Los terrores silenciosos que estamos viviendo son los peores porque no se proclaman. Son esos invitados que no han llamado al timbre. Cohabitamos con el miedo. Tememos tomar un ascensor si hay otra persona sola».
Personalmente, me di cuenta durante la pandemia de que, más allá del terror que cohabitaba con nosotros día tras día dentro de nuestro encierro físico y mental, el ser humano presentaba una facilidad asombrosa para ir adaptándose a lo peor, incluso para adoptar patrones de conducta antinaturales. Quedó patente que el miedo es el mayor anestesiante de la conciencia social. Esto fue la chispa que encendió en mí la temática de Humanosis.
Amigos literatos me hablaron incluso de presentar una versión “ensayística” del poemario. Realmente me siento más poeta que ensayista, pero nunca se sabe en un futuro.


El ser humano presenta una facilidad asombrosa para ir adaptándose a lo peor.

P—¿Cuál es la actitud que más valoras en la escritura de otros (aquello que intentas que a tus poemas no les falte)?

R—Como lectora y poeta, valoro mucho en la poesía su capacidad para elevarme desde lo concreto, lo tangible, desde la misma realidad y transcender hacia una reflexión honda que me abra las puertas hacia una mirada más microscópica de la vida desde la belleza de las palabras. Porque la poesía es también belleza y nos ayuda a desnudarnos poco a poco. Al final, busco ese desnudo paulatino con la mirada, a veces inquietante, de la poesía sobre el significado del mundo y de nosotros mismos, y poder viajar en un vagón cuyas ventanillas den a lo que nadie ve. Me convence que se haga desde la belleza de las palabras sonoras, con ritmo, con musicalidad, con los silencios de las pausas, como si le cantáramos a la vida. Y, en un plano más técnico, me convence la poesía “con cuerpo” en una construcción no siempre métrica, pero sí sintáctica que ayude a la materialización del pensamiento el cual, a mi parecer, debe haber detrás de un buen poema, aunque estemos hablando de emociones. O, acaso, ¿la emoción no es el pensamiento del alma del poeta?

P—¿Puedes hablarnos de tus inicios: qué poetas te influyeron a la hora de afrontar tu escritura?

R—Mi deslumbramiento poético originario surgió con “Las Flores del Mal” de Baudelaire, en su versión primigenia del año 1857. Lo recuerdo como si fuera ayer. Su concepto del “spleen” me impactó para el resto de mis días. Luego, debo reconocer que tengo una especial debilidad por la poesía del “genio prematuro” Rimbaud y por el “poeta puro” Paul Éluard, cuyos versos me parecen de una delicadeza y de una exquisitez descomunales. En la poesía española, la generación del 27 es ineludible para mí y, respecto a la de los 50, la poesía de Francisco Brines es sin duda mi favorita. Su forma de desnudar y alumbrar cada recoveco del alma me resulta asombrosa. Antonio Lucas o Lorenzo Oliván son otros de mis referentes de peso, y la poesía latinoamericana como la de Roberto Juarroz o Cristina Peri Rossi me tiene fascinada.

P—¿De qué manera ha afectado a tu escritura tu experiencia migrante?

R—Mi experiencia migrante no es otra que la de una poeta nacida en Francia (procedente de la región de Provenza-Alpes-Costa Azul), pero de origen francoitaliano, que no conoce más fronteras que las de la intolerancia, bajo todos sus prismas, y de la falta de sensibilidad y de empatía. Concretamente, la falta de empatía me puede dañar como una bala. Para mí un poeta tiene ante todo alma de poeta, y el alma no entiende de fronteras. Al final, los poetas comparten la misma tierra, y ésta tampoco tiene fronteras. De ahí que un poeta pueda escribir en varios idiomas, como es justo mi caso. Además, desde que pisé España, tuve una sensación de pertenencia y de semejanza asombrosas. Recuerdo esa sensación de libertad y de familiaridad que pocas veces se da en la vida, como si de alguna manera siempre hubiera vivido aquí. Date cuenta de que soy una persona muy “de piel” y los españoles son también así, muy de abrazos, de mimos, de exteriorizar las emociones, buenas o malas, pero eso nos hace tan humanos...

P—En Humanosis encontramos un trabajo del lenguaje que va de lo interior a lo exterior: relacionas con el espíritu paisajes, objetos e incluso acciones. ¿De qué manera te interesa que la poesía se relaciones con el lenguaje, y con la realidad?

RHumanosis surge de lo profundo, es un poemario denso e intenso a la vez. “Emoción” es el poema que mejor resume su esencia. De hecho, recuerdo llorar al escribirlo, y eso no me suele pasar cuando escribo poesía. Aún me emociono cuando lo recito. Refleja mi sentido de la empatía hacia el dolor ajeno. Para mí, es la emoción por excelencia, y resulta necesaria para poder definirse como “seres humanos”. Escribo poesía desde muy joven porque así, de forma casi instintiva, siempre he entendido mi existencia y mi conexión con mi entorno. La poesía es mi manera particular de desenredar a través de las palabras mis propias complejidades y, por qué no decirlo, mis contradicciones. No siempre sabemos expresar con nuestra actitud lo que sentimos o lo que pensamos. Para mí, las palabras escritas en versos dan cuerpo y voz a la realidad que percibimos. Y, recitada, la poesía adquiere su verdadera dimensión, traspasa la piel y conecta directamente el lenguaje con las emociones y la reflexión tan necesaria para poder calificar de evolucionada la sociedad en la que vivimos. La poesía es vida, y la vida se basa también en una realidad, en algo concreto como lo puede ser un paisaje o un cuarto de baño, nos sirve de base a los poetas para desarrollar nuestra propia realidad y construir otras realidades. El poeta ve los detalles que nadie ve y les da vida propia.

P—¿Crees en la capacidad salvífica de la palabra, de la poesía en particular? ¿Te ha salvado la poesía alguna vez?

R—Sí, cómo no. La poesía me ayuda a integrar mi pensar y mi sentir. Poner el pensar al servicio de los sentimientos en mi caso siempre se ha integrado en un proceso natural y necesario para entender mis conexiones internas con el mundo exterior y, como ya comenté anteriormente, conmigo misma. Nadie se conoce realmente. Nos falta objetividad para hablar de nosotros mismos. Y la poesía es de una inestimable ayuda en ese sentido. Por eso mismo, la poesía me ha salvado siempre (y no solo en circunstancias especiales de mi vida) y me sigue salvando. A mi entender, la poesía le da sentido a este mundo tan gris en el que vivimos, le da color, le da VIDA porque ante todo la poesía es amor y el amor es la savia de la vida. Los poetas somos “flores” que necesitamos de la luz poética para crecer por dentro (a nivel personal) y por fuera (en nuestra escritura).

P—¿En qué estás trabajando ahora?

R—Acabo de terminar mi tercer poemario que nada tiene que ver con la temática de Humanosis. Este nuevo poemario refleja mi “yo poético” más personal y representa un paso más hacia mi evolución vital, tanto a un nivel íntimo como escritural. En esta nueva entrega poética, me desnudo en cuerpo y alma.


«Humanosis», de Sandra Bruno (Olé Libros)
«Humanosis», de Sandra Bruno (Olé Libros)

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