«Una hormiga es el principio de un nuevo universo», de Kenneth Koch (Kriller 71 Ediciones)

Nunca he soñado con dedicarme a la enseñanza. Sin embargo, sí que me imagino a veces en proyectos dedicados a acercar la poesía a la infancia. La lectura de Una hormiga es el principio de un nuevo universo. Leer y escribir poesía con niños y niñas de Kenneth Koch (Kriller 71 Ediciones) ha alimentado intensamente esta obsesión. Mientras lo leía volví a las preguntas sobre la estética del género poético infantil, donde encontramos una acumulación de ripios y de juegos de palabras que se quedan siempre en la superficie. Un lenguaje donde el lenguaje no importa. ¿Por qué la mayoría de los referentes de poesía infantil en nuestro idioma presentan una tendencia que pone en valor una poesía monótona acurrucada en la idea de que los niños y niñas no podrán ir más allá de lo realista del lenguaje? A estas alturas ya sabemos lo falso de esta creencia. Por eso este libro me parece importante. Estamos ante un auténtico y necesario manual de escritura poética, que nos invita a hacernos preguntas y a enfocar de otra manera el acercamiento del género a la infancia. Una lectura para todo aquel que sienta curiosidad por los mecanismos que se ponen en marcha cuando buscamos formas nuevas de decir las cosas explorando lo inexplorado del lenguaje.

¿Se puede enseñar a escribir poesía? Esta pregunta se suele utilizar mucho para ningunear el trabajo de talleres literarios y despreciar la importancia de ciertas guías a la hora de encontrar la propia voz. Y, de hecho, es mucho más rabiosa si se hace referencia al género poético. Como si no hubiera oficio. Como si el sentimiento que invita a la creación no necesitara de cierta contención y ciertos cuidados. Guiado por esta idea el sistema educativo ha encarado el acercamiento de la poesía a niños y niñas desde una idea acartonada y alejada de la voz interior. Este libro viene a romper esto. Los desafíos de la educación infantil son muchos, porque se trata de ofrecer herramientas para realizar determinadas cosas pero sin contar con la confianza que otorga la responsabilidad. ¿Cómo puede enseñarse el encuentro con la sensibilidad?, por ejemplo. Este libro es un fascinante manual de respuestas e ideas acertadas de cómo encarar esta enseñanza, no sólo para ayudar a los niños a encontrar su voz poética, sino, sobre todo, a descubrir las infinitas posibilidades que ofrece la imaginación. Un libro verdaderamente fascinante, que también es un regalo para quienes nos dedicamos a la escritura poética.

«¿Qué se puede decir a un niño de ocho años sin compromiso alguno con la literatura?», se pregunta Koch mientras extiende ante nosotros un montón de posibilidades didácticas. Su gran empeño es motivar en nosotros el deseo de entender la libertad que opera en la infancia, la capacidad asociativa, la ausencia de prejuicios. Un momento donde la imaginación es un jardín dispuesto para el verde. Alaba «cualquier cosa que incentive la imaginación infantil y que ponga a prueba su ingenuidad». Juegos, ideas, imágenes aparecen en el aula y abren un campo fértil para los alumnos. A través de poetas que han entendido ese vínculo sensible entre realidad y deseo, Koch los guía para que ellos encuentren su voz. Y el resultado son poemas maravillosos, a medio camino entre la realidad y el absurdo.

El trabajo de Koch consiste en trabajar la poesía desde el interés de los niños. No partir de la poesía e ir hacia ellos desde la teoría sino trazar el camino inverso. En sus clases ofrece disparadores que son preguntas sobre el deseo y la mirada: el perfecto incentivo para que surjan los poemas. Es un viaje fabuloso y sumamente enriquecedor, tanto para los niños como para los adultos asombrados que deseen acercarse a esta lectura.

Es éste un manual completísimo en el que Koch expone algunas acciones didácticas que le han funcionado y que cree son excelentes para despertar el interés de los niños en la poesía. Asimismo nos presenta un análisis de aquellos temas que mejor le han funcionado: los colores, los animales, las cosas, los paisajes e invita a los niños a mirar el mundo desde diversas perspectivas para plasmar la pulsión de su deseos y sus sueños. Los resultados son interesantísimos. Escribir los colores de los sonidos, poner en palabras el sabor del miedo y construir poemas con o sin rima puede ser sumamente beneficioso no sólo para el descubrimiento del leguaje sino también para comprender cómo funciona el mundo y cómo nos afecta.

Dos ideas de Koch me parecen verdaderamente destacadas y recomendables para cualquiera que trabaje con niños: la importancia de la diversidad idiomática; Koch trabaja con clases donde hay alumnos que por sus orígenes familiares hablan otro idioma además del inglés y los invita a explorar el mestizaje de lenguas, a hacerse preguntas sobre el sonido y las sensaciones de las palabras, para afrontar una escritura que esté por encima de lo conocido. Lo segundo que me ha interesado es su insistencia en trabajar con grupos. «Los poemas en grupo son una forma estupenda de que los niños se entusiasmen escribiendo poesía», leemos. El entusiasmo y la maravilla nos aguardan en este libro.

Una hormiga es el principio de un nuevo universo podría leerse como un fascinante manual para maestros y maestras. La enseñanza de poesía suele apartarse del sendero común porque quienes no están acostumbrados a leer o escribir poesía no reparan en el inmenso potencial que tiene ésta para influir sobre la creatividad de los niños; asimismo, quienes enseñan poesía tienden a hacerlo apoyándose en estructuras muy duras donde no se trabaja con la libertad de los niños sino que se trata de imprimir en ellos conceptos encorsetados. Este libro es un canto de rebeldía contra este tipo de enseñanza. Y no se queda en el discurso, ofrece también numerosos consejos prácticos que pueden incorporarse en el aula. Y tiene un broche de oro: un maravilloso epílogo donde Koch plantea preguntas que podrían surgir en quienes se dedican a la enseñanza, y ofrece también posibles soluciones y modos de acción para desactivar el miedo o las inquietudes de distancia en torno a la poesía. Sin duda, un manual imprescindible para cualquiera que desee animarse en este fabuloso camino.

«Los niños suelen necesitar ayuda para empezar a sentirse libres e imaginativos sobre un tema concreto. Los ejemplos pueden ayudarlos a envalentonarse», dice Koch. Si pensamos que los niños son el futuro y que alimentar en ellos la imaginación y el empeño por asociaciones novedosas puede llevarlos a ser más libres y capaces, sin duda este libro puede ser de gran ayuda. Entre las cosas que más me han fascinado de Koch me gustaría señalar su entusiasmo, algo que compartimos quienes queremos ver el mundo con los ojos de la infancia. A partir de estas clases, cuenta, su propia mirada sobre la literatura se ha visto modificada, porque es imposible acercarte a los niños y no intentar mirar el mundo desde una nueva perspectiva. Enseñarles poesía, dice Koch, es apuntarse a un trabajo en el que «cada día» tienes «la impresión de encontrar algo nuevo». Qué hermoso sería que muchos apasionados del decir poético se lancen a esta bellísima tarea que implica enseñar poesía cuando no hay un compromiso con la literatura, porque de ahí todo lo que puede salir es como mínimo inesperado y hermoso. Poetas, lean este libro. Amigas y amigos, regalen este libro a sus amigas y amigos entregados a la enseñanza. Cambiemos el mundo desde la infancia.

UNA HORMIGA ES EL PRINCIPIO DE UN NUEVO UNIVERSO
KENNETH KOCH
TRAD.CLAUDIA GONZÁLEZ CAPARRÓS
ANÍBAL CRISTOBO
KRILLER 71 EDICIONES
2023