«Los inocentes. Obras y artículos teatrales», de Pablo Bujalance (Ediciones del Genal)

Un libro maravilloso que reúne tres obras de teatro y numerosos artículos del periodista malagueño.

«Los inocentes» teatro y ensayo de Pablo Bujalance

El teatro ha muerto, repiten como locos los aficionados al cine, ignorando las raíces de su sobrevalorado arte. El teatro y la poesía, sin embargo, son los únicos géneros que no morirán, porque son los únicos que no requieren de un formato para existir. Eso que a muchos se les olvida los vuelve inmortales. Respiran los aires enviciados de la realidad y con ellos preparan una poción mágica hecha de lenguaje que nos permite soportar la evidencia teatral de la existencia. En mi realidad actual, lamentablemente y por razones de fuerza mayor (vivo en el campo), no voy al teatro con la asiduidad de mi juventud. A esto se le suma que nunca he sido una gran lectora del género, quizá porque lo que más me interesa del teatro es su anclaje a la realidad, la posibilidad de que la acción se materialice y no sólo habite en mi cabeza. Esa cosa de lo breve material que tiene el teatro hace que prefiera ver teatro que leer teatro. El libro Los inocentes. Obras y artículos teatrales de Pablo Bujalance (Ediciones del Genal) quizá me haga cambiar de opinión. De esta lectura no se puede salir sin volcarse por la lectura de otros textos teatrales, más allá de los clásicos a los que siempre volvemos. A pesar de que la pretensión del libro sea recoger algunas de las obras de teatro y artículos sobre el género más importantes de Bujalance de los últimos años, intuyo que hay un fondo de sentido más amplio. La relación con el padre, más precisamente, la muerte del padre, que es también la relación con la tradición, me parece que podría ser el hilo conductor primordial de estos textos. En algún momento he sentido que se soltaba la pregunta ¿de qué manera romper con la tradición sin matarla del todo? Leer a Bujalance nos puede ofrecer algunas pistas para encontrar sino una varias respuestas.


¿De qué manera romper con la tradición sin matarla del todo?

Este libro reúne tres obras teatrales —Los inocentes, El idealista y Medea en Beirut— y diecisiete artículos publicados entre los años 2014 y 2021 —en el Diario de Próspero, su espacio de crítica teatral del periódico «Málaga Hoy», y en el «Diario de Sevilla»—. Podría leerse como una antología teatral y periodística con un hilo conductor sólido. Los textos de ficción conversan de forma lúcida con los periodísticos, ofreciéndonos una inquietante y también necesaria reflexión sobre la evolución del teatro y su relación con la tradición. Aquí la idea del asesinato del padre —que se le atribuye a Freud aunque en realidad encontramos antes en el existencialismo nihilista de Dostoyevski— está muy presente. De hecho, me animaría a decir que es un tema recurrente en la obra de Bujalance. Estoy pensando en su poemario Los relojes del río (Ediciones en Huida), que parte de esa idea para pensar en clave poética sobre nuestra relación con el paso del tiempo. La maduración, después de todo empieza por asumir que moriremos, o que ya estamos muertos. ¿Y no es acaso la literatura la posibilidad de volver con insistencia sobre la eterna pregunta del mañana —lo posible y lo imposible: el morir, el dormir y el soñar—?

Los inocentes es una obra teatral de Pablo Bujalance que se estrenó en 2014, y el primer texto de este libro que reúne. Nos presenta la historia de un escritor solitario en la última etapa de un cáncer a quien comienza a visitarlo una joven para asistirlo en lo que necesite. La inocencia de ambos se va desdibujando a medida que se van conociendo; Bujalance trabaja con precisión el ritmo de esta historia y nos invita a hacernos preguntas en torno a la parcialidad de la justicia y, al mismo tiempo, nos ofrece una historia que va cobrando intensidad a medida que avanza y en la que afloran los sentimientos contradictorios que experimentan los personajes.


Bujalance trabaja con precisión el ritmo de esta historia

Son muchos los temas importantes que subyacen en las historias de Bujalance pero todos ellos parecen destilar una obsesión por traspasar las fronteras de lo real para hacernos pensar en lo posible-imposible. «Recuerdo con claridad muchas cosas... Pero del mundo real sólo puedo ver sombras», dice el Príncipe Segismundo en El idealista. Un texto fabuloso donde Bujalance deja en evidencia su gran capacidad de observación y fabulación, que le permiten trabajar con una escena crudamente realista a la vez que fantasiosa: pura imagen onírica que nos sacude. En esta obra la luz tiene una importancia preponderante y sirve para enfatizar las emociones de los personajes y abrir una brecha en el sentido de lo real, para establecer una conversación escénica entre la claridad y la oscuridad que me parece fascinante.

Medea en Beirut, la tercera de las obras, ofrece una nueva mirada a la relación entre Medea y Jason, contextualizada en la crisis humanitaria y bélica de Oriente Medio. En el centro del enigma está la venganza de la sacerdotisa al descubrir la infidelidad de su amante y comprender que todas las promesas alimentadas no se volverían realidad. La tragedia de Bujalance, se centra en esa rabia y nos presenta un diálogo entre ella y Jason en torno al asesinato de Mérmero. Mientras Medea espera que Jason le pregunte dónde está su hijo, él lo que quiere saber es por qué lo ha matado. Y estas dos preguntas le permiten al dramaturgo establecer inquietudes en torno a lo que significa la justicia según el sistema de prioridades de cada sujeto. Le escuchamos decir a Jason: «Dime por qué lo hiciste y te dejaré en paz. No insistiré más. Respecto a lo que hayas hecho con Mérmero, eso me lo dirás después. O a lo mejor no hace falta. A lo mejor la policía lo encuentra antes. Pero primero necesito saber el motivo». Para Medea el motivo no es prioritario. «Únicamente he sido capaz de resonar en este mundo mediante el crimen más espantoso. Todo lo demás habría sido mi negación. O Mérmero, o yo. En tu corazón y bajo las estrellas. Pero yo existo. Yo sé que existo». Ese «Yo sé que existo» es brutal. Un texto que nos permite repensar nuestra mirada sobre la mitología y resignificar el papel de las mujeres en la tradición griega.


«Los inocentes» de Pablo Bujalance (Ediciones del Genal)
«Los inocentes» de Pablo Bujalance (Ediciones del Genal)
Si en Los inocentes la gran fuerza del texto está en el tiempo, en el suceder de los días y las variaciones que se producen en la relación entre dos personajes, su forma de establecer la confianza y su interacción con el escenario —las habitaciones de una casa silenciosa donde también hay un silenciamiento—, en El idealista está en la luz y en Medea en Beirut en la repetición del lenguaje —donde podría haber una invitación a pensar en la repetición de los miedos en las relaciones—. Creo que son tres textos que conversan muy bien entre sí porque nos permiten indagar en torno a la relativa distancia que existe entre el bien y el mal, nuestra forma de construirnos y vivir la experiencia vital —¿qué es la vida: realidad, sueño, teatro?: las preguntas hirientes que despiertan a la luz de estas lecturas— y nuestro sistema de valores a la hora de vincularnos afectivamente con los demás. Me ha interesado mucho el estrecho vínculo de su tragedia con la tradición trágica, donde la humanidad es descarnada, sin filtro, contradictoria, fea y hermosa. El vínculo amoroso está aquí desnudo del determinante altruista o romántico, teñido de la hondura oscura que nos lleva al deseo y también al amor; y se me ocurre que es una idea que, quizá, en estos tiempos de amarillismo y Barbies que salen de la caja fingiendo que siempre han estado ahí dando un mensaje de apertura e inclusión (y me voy a quemar, lo sé), resulta cada vez más difícil de reivindicar sin que nos echen del teatro.


¿Qué es la vida? ¿realidad? ¿sueño? ¿teatro? son algunas de las preguntas hirientes que despiertan a la luz de estas lecturas.

La segunda parte se compone de textos periodísticos. Es éste el género con el que llegué a la obra de Bujalance. Sus artículos, entrevistas y reseñas siempre me han deslumbrado, porque ofrecen una mirada profunda sobre las cosas. He encontrado en su manera de pensar la literatura un interés por el vínculo entre forma y contenido, lo que me parece muy interesante, teniendo en cuenta que vivimos en una época en la que el tema se ha convertido en el gran tópico —y la redundancia aquí nos ayuda en el énfasis—, y las obras de arte ya no importan por su arqueología y arquitectura sino únicamente por lo que dicen. Encuentro en este libro un gran cuidado formal de las obras teatrales y periodísticas, y creo que es una buena lectura para reconocer la tradición literaria sobre la que Bujalance ha ido construyendo su universo. Los inocentes nos permite ubicar al escritor malagueño en la misma lista de dramaturgos que no sólo han contado historias sino que lo han hecho de una determinada manera: con un pie en la tradición y otro en el futuro, con la certeza de que en un punto intermedio está el presente. Y en ese punto, creo, debería pararse siempre la crítica literaria. Aunque lo olvidemos tan a menudo. Leer a Bujalance nos invita a pensar en esto y nos renueva el deseo de otra literatura.

Sus artículos críticos nos ofrecen lecturas asombrosas sobre el asesinato del padre en el teatro, lo que posibilita una nueva reflexión sobre la eterna dicotomía tradición-modernidad. Asimismo, encontramos una invitación exquisita a obras monumentales como las de Willian Shakespeare, Eugène Ionesco, Samuel Beckett, Alfonso Sastre, Antonio Zafra y Juan Mayorga entre otros. Terminamos el libro y nos dan ganas de convertirnos en fervientes lectores y espectadores de teatro. Y ese es el regalo máximo de este libro. El extraordinario trabajo de Bujalance cobra forma y fondo en esta edición de la colección Tanagra del Genal y nos invita a salir a la calle y llenar de nuevo los teatros. ¡Ojalá que la invitación llegue a un gran público! «Quedarse en casa en lugar de ir a un patio de butacas también es una decisión cultural en tanto que política», nos recuerda Bujalance. Insistir en la pregunta por el futuro de la literatura es importante, intentando matar al padre sin dejar de mirarnos en el espejo que nos acerca. Un arduo trabajo, sí, «pero nadie dijo que esto iba a ser fácil», este libro puede ayudarnos mucho en esa indagación. Que nadie se lo pierda.


«Los inocentes» de Pablo Bujalance (Ediciones del Genal)


LOS INOCENTES
PABLO BUJALANCE
EDICIONES DEL GENAL
2023

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