5 poemarios para encontrar luz y sentido

La alegría. Lo cotidiano. El pasado que asoma a un presente quebrado. El pensamiento que intenta asir las experiencias. La naturaleza. La vida. Las relaciones. Los temas que atraviesan los cinco poemarios que vengo a recomendarte son diversos, sin embargo, todos estos libros tienen algo en común: el deseo de que la palabra pronuncie lo impronunciable, y que lo haga en un trabajo donde forma y fondo se relacionen intensamente. Te recomiendo con entusiasmo estos cinco poemarios.

María Rosa Maldonado tiene un don extraordinario para trabajar con la plasticidad del lenguaje en sintonía con la flexibilidad de la naturaleza. Sus poemas hacen pie en una raíz telúrica para elevarse desde las palabras a una subjetividad donde el asombro y lo extraordinario adquieren forma. El libro de las hormigas tiene puntos en común con su otro poemario Acúfenos (Kriller 71 Ediciones) pero su idea reside en la exploración de la vida desde la visión minúscula de un insecto.

La inexplicable razón de la existencia, la relación entre nuestro cuerpo y el mundo, entre el mundo y el lenguaje, y entre el lenguaje y, nuevamente, el cuerpo, son quizá los hilos que sostienen estos poemas y nos ofrecen interesantes preguntas sobre el mundo de las ideas y el mundo de las emociones. Es asombrosa, y vuelvo a esta experiencia extasiada de su poesía, la forma en la que consigue trabajar con un lenguaje sencillo e intimista temas abstractos y prácticamente inaccesibles, a la vez que establece un universo poético donde lo pensado y lo sentido son motores de fronteras difusas.

María Rosa Maldonado construye con estos poemas una poética del asombro, donde la forma en la que organizamos el mundo imposible de ordenar conduce a la aceptación de lo diminuto como refugio. Indaga en nuestra mirada sobre la oscuridad y la luz y explora temas sencillos desde una visión que tensa los límites de la realidad, hasta devolvernos una nueva manera de observar y de creer. Una poeta magistral con la capacidad de volver grandioso lo concreto. «Y dame la ensoñación la revelación el pacto / no de la vida eterna / no de la gran sabiduría / —el secreto del todo— / sólo por una vez conocer el amor». ¡No se la pierdan!

La sensibilidad y la delicadeza de la poesía de María García Zambrano adquieren en este libro una peculiaridad brutal. ¿Qué simboliza el entusiasmo? ¿De qué material esta hecha nuestra alegría? Éstas son algunas de las preguntas que abren paso a un conjunto de poemas-oraciones en torno a lo cotidiano, al asombro de lo pequeñito. La naturaleza con su ciclo constante de vitalidad es en este libro el pulso de la voz poética y le sirve a la poeta para plantar y ayudar a crecer un árbol de sentido y lenguaje. «Con el silencio / el movimiento medular / de estos álamos / todo lo cuidan».

Cantar, desear, vivir la alegría no es sencillo si el deseo es que la experiencia sea verdadera. En un mundo que potencia lo superficial del goce, García Zambrano busca la mirada de lo extraño en lo cotidiano, pero esa rareza parte de las formas más imperceptibles, de lo que existe y sostiene a la realidad pero que de tan simple ha ido perdiendo color e importancia. A través de los poemas encontramos numerosas plegarias que hacen pie en una tradición meditativa y enfocada en la observación de lo invisible, a través de las cuales la autora nos invita a desear intensamente la alegría no porque otros nos la impongan sino con el deseo de hallar en ella semilla de vitalidad. Leemos: «Desear la alegría / no como un mandato / sí / la poderosa llama / de la supervivencia».

El poemario Los mapas transparentes de José María Cumbreño ha sido galardonado con el «III Premio de Poesía Antonio Rodenas García-Nieto» «¿Y si lo de arriba / en realidad / estuviese abajo?». Desde el comienzo estamos frente a un libro lleno de aciertos. El estilo aforístico le permite al poeta escarbar en temas significativos de la experiencia a través de preguntas y planteos ocurrentes.

Cumbreño nos ofrece con este libro una poesía aforística que establece una conversación con los lectores en torno al sentido de las cosas. Entre las cosas más interesantes habría que señalar que el poeta no da nada por sentado y nos invita a avanzar a oscuras a través del lenguaje; el empeño de trazar un mapa es el hilo conductor del libro, pero la voz poética desiste al darse cuenta de que los mapas se van borrando a medida que se avanza. «Trabajar en lo que se ve / para mostrar lo que no se ve», leemos. José María Cumbreño trabaja con un lenguaje cercano pero siempre está mirando más allá de las palabras, atravesando todas las fronteras posibles. En este libro nos ofrece una obra extraordinaria sobre el ejercicio de observación en torno a lo desconocido.

Nos apoyamos en certezas que pueden derrumbarse, y se derrumban. Nuestros mapas señalan islas y continentes que están llenos de miedo y de oscuridad. «Mi sombra tiene la forma de un país / que ya no existe». Al revés que ocurre con un videojuego, donde los mapas se van dibujando a medida que avanzamos en la historia y vamos descubriendo nuevas regiones, en la vida los mapas se borran, se tachan. Y de la incertidumbre de esta experiencia José María Cumbreño ha escrito un libro precioso que es un milagro parpadeante en esta oscuridad.

La editorial Liliputienses reúne en El paso de las nubes una pequeña antología de la poesía de Mario Nosotti que, como escribe en su lúcido prólogo Mercedes Roffé: «va tejiéndose como una red de preguntas, de asociaciones». Se reúnen aquí poemas de Parto mular, El proceso de fotografiar, La casa de la playa y Dos poemarios inconclusos y es una muy buena forma de adentrarse en la obra de este escritor argentino. «Lo mejor de la inocencia es la desilusión», escribe Nosotti, y creo que este fragmento podría orientarnos sobre la identidad del libro.

Todo lo enunciado por el poeta es una pregunta sobre lo que aparentemente no tiene sentido pero que, a fuerza de hurgar en lo incierto va otorgando algunas certezas, o intuiciones. Encontramos un cuidado preciso de la forma, que apunta siempre a descubrir los mecanismos de la luz, los desvíos que encuentra para pasar entre las cosas y darle imagen al mundo. Podríamos pensar la vida con el poeta como si fuese una cosa liviana que avanza sin detenerse, como las nubes en el cielo, y que a medida que va desviándose del centro deja al descubierto un sentido nunca imaginado. La forma en la que Nosotti explora el mundo desde el lenguaje nos permite aferrarnos a esta idea. La luz, el tiempo y la transformación que ambos imponen en la materia son quizá los ejes sobre los que pivota su obra. «La barbarie del aire y de la luz / cerrábanse en lo oscuro donde tiemblan / ínfimas letras blancas», leemos.

El poeta intenta en cada nuevo libro ir un poco más allá de lo conocido, explorar las fronteras entre lo visto y lo imaginado y encontrar puntos de conexión entre ambas realidades a fin de crear una nueva realidad, la realidad poética. El lenguaje, entonces, tiene un objetivo concreto, que es ser voz de lo invisible. Explicar la vida para perder la conciencia de la vida, quizá ésa sería la idea. En la voz del poeta: «Hasta perder la cuenta de los pasos que doy». Un poemario que a nadie dejará indiferente.

En un territorio estético totalmente distinto encontramos la poesía de Carmen Crespo, que se acerca a los demás libros recomendados en su insistencia en la búsqueda de luz. «Nada hacemos sino abandonarnos ante esta luz», leemos. Estamos frente a un libro donde la voz se está quebrando todo el tiempo y el silencio acapara gran parte de las posibilidades escénicas. Entre los temas que apuntalan la poética encontramos una gran influencia de lo disruptivo y la puesta en duda de las ideas más sencillas a través de una poesía que tiende a lo concreto y a lo aforístico pero que, en determinados momentos, alza un vuelo veloz y se vuelve tremendamente simbólica.

Una de las cosas más interesante de este poemario es la pregunta sobre el espacio. La voz poética termina asimilando una idea nueva del lugar, donde lo pequeño, el cuerpo, el mundo inmediato lo definen todo. Parece haber una fuerte necesidad de despegarse de la noción de territorio como espacio a conquistar; la sutileza con la que trabaja esta idea hay que nombrarla: pensar el territorio como espacio de pertenencia, no que nos pertenece, donde el matiz está en que formamos parte de algo más grande que nosotros mismos. Lo dice en este poema: «el privilegio de la piel / de lo que nos separa del resto».

Estamos frente a un libro escrito con mucha sensibilidad y conciencia del mundo habitado y habitable, donde la luz sirve como punto de referencia para ejercitar la humildad. La luz que puede transformar en brillo la noche cerrado. «Y era en la noche un tarareo / un sigilo de pepitas blancas». Estoy segura de que es la poesía de Crespo sacudirá a todo aquel que se acerque a ella.