«Dios palpitando entre las tomateras. Un diálogo con la poética salvaje de Marosa di Giorgio», de Emilia Conejo (Godall Ediciones)

Un ensayo fascinante sobre lo místico en Marosa di Giorgio.

Reseña de «Dios palpitando entre las tomateras» de Emilia Conejo (Godall Ediciones)

«Hoy me desperté y hubo una palabra. No recuerdo cuál. Una palabra». Esta confesión de Marosa Di Giorgio podría haberla escrito Emilia Conejo, para expresar la tenacidad y el fervor con el que ha ido escribiendo su ensayo Dios palpitando entre las tomateras. Un diálogo con la poética salvaje de Marosa di Giorgio (Godall Ediciones). Un ensayo fascinante en el que la pensadora reflexiona sobre el vínculo estrecho de la escritora uruguaya con la infancia y lo sobrenatural, características que le sirven para enlazar su obra con el barroco y el superrealismo. En esta reflexión la imaginación juega un papel fundamental, porque permite vincular el mundo material y el mundo divino, y en Di Giorgio es una cualidad desbordante. Creo que adentrarse a su obra desde este lugar es un tremendo acierto. Que nadie se pierda este libro maravilloso.


Emilia Conejo reflexiona sobre el vínculo estrecho de la escritora uruguaya con la infancia y lo sobrenatural.

El viaje poético de Marosa di Giorgio es un recorrido hacia atrás pero sin despegar los pies del presente. Es magistral su forma de recorrer los paisajes de la infancia con una visión de mágica dulzura, con la nostalgia viva pero sobre todo con el deseo de perseguir a través del lenguaje la eternidad. Un pájaro que no se detiene nunca. De Marosa tenemos tanto que aprender: su forma de acercarse a las cosas, buscando en ellas lo velado; su naturaleza impulsiva que se transmite en una escritura que parece constante y limpia; su deseo de conquistar la vida a través del lenguaje. Al leer Dios palpitando entre las tomateras podemos dar pequeños pasitos para intuir todo ese viaje sensual y mágico que nos propone la obra inmensa de la escritora uruguaya.

En la obra de Di Giorgio no hay una superposición de planos, lo realista y lo fantástico conviven en uno mismo y en la escritura no hay un esfuerzo por mostrar sus oposiciones, sino una naturalidad en el decir que se escapa de toda duda. En esto su estilo recuerda mucho a las obras del realismo mágico; pero si en el realismo mágico la voz que enuncia parece atormentada por los tiempos perdidos, en la escritura de Marosa di Giorgio el pasado sigue tan vivo que se aparece en el poema en forma de anécdota, con el vigor del instante. El presente es todo eternidad. El pájaro que no se detiene, sobrevuela el pasado y trae una imagen perpetua. La lectura Dios entre las tomateras de Emilia Conejo viene a confirmar esta perspectiva. La autora analiza el vínculo entre Di Giorgio y el superrealismo y escarba en la raíz del sueño, que es aquí el origen de la escritura. Un ensayo lúcido y sensible, que nos permite redescubrir la voz intacta de la escritora uruguaya, con un sistema argumental extraordinario.

Lo más impactante de este libro es la humildad del tono. Un aspecto que lo señala es que la autora constantemente está enlazando con lo dicho o escrito por otras pensadoras, trazando un mapa precioso de voces colectivas que vibran en torno a la Di Giorgio. El resultado es un ensayo lúcido y amoroso en torno a los hilos que sostienen la poética de esta fascinante escritora: la memoria, lo salvaje y lo místico. Si algo supo hacer de forma imposible la escritora uruguaya fue construir un sendero entre el mundo material y el intangible, explorando el deseo desde una perspectiva nueva y sensual. Conejo se apoya en el concepto alemán del «witz» que, nos cuenta, es una idea que permite concretar el vínculo entre lo humano y lo divino, «el elemento capaz de generar una chispa de absoluto», escribe. En ese sentido, este ensayo, propone una reapropiación de lo religioso y lo espiritual desde una perspectiva agnóstica, y creo que esto es muy importante. Con Robert Desnos y Novales, Conejo explora la expoliación que este concepto ha sufrido por parte de las ideologías religiosas, que han conseguido convertirlo en algo exclusivo de la devoción institucional, cuando es una experiencia vivible también desde el escepticismo. «Yo no creo en Dios, pero tengo el sentido de lo infinito», escribe Robert Desnos. Y Conejo hace pie en esta idea para construir una valoración de lo espiritual «como sentido y gusto por lo infinito». En Marosa también lo religioso y lo místico pasan por ahí.


Reseña de «Dios palpitando entre las tomateras» de Emilia Conejo (Godall Ediciones)
En su obra hay más mitología que imaginación desbocada.

Marosa di Giorgio se alimenta de la literatura que rompe barreras. De este modo, su obra La liebre de marzo no sólo rinde homenaje al personaje «Haigha» de la gran obra de Lewis Carroll sino que se encuentra atravesada por las mismas obsesiones de esta historia: la posibilidad de rajar o detener el tiempo, la idea de lo absurdo como norma. Conejo nos trae una lectura que hizo María Negroni del libro de Di Giorgio donde dice que el anclaje de la obra es la búsqueda de «el presente eterno de la maravilla». Y con Negroni, Conejo avanza hacia una comprensión de esa ruptura con lo normativo tan presente en Di Giorgio. Dice: «queda suspendida en el aire la pregunta acerca de lo que constituye lo monstruoso y el lugar que ocupa lo normal», porque es precisamente en ese quiebre de precisión entre mundos, en esa casi perspectiva del imaginario mágico, que posiblemente toma del superrealismo, donde encontramos la gran hazaña de su obra. Esa suspensión de tiempo y sentido «en Marosa se vuelca en el erotismo libérrimo que fecunda y fagocita el jardín», escribe Conejo. Y a mí no se me ocurre una mejor forma de pensarlo. Es precisamente en esa capacidad para habitar «esa frontera permeable entre la carne de las ciruelas y lo intangible» donde sucede la maravilla; desde ahí encuentra Di Giorgio «diversas formas de acomodar lo salvaje».


En Marosa también lo religioso y lo místico pasan por ahí.

La memoria en Di Giorgio se inicia con el deseo de volver a la infancia, pero haciéndolo desde una mirada atravesada de lenguaje. «Marosa deseará eternamente retornar a su origen», escribe Conejo. Y en ese viaje de regreso el paisaje se transforma convirtiéndose en un refugio que se mantendrá intacto al paso del tiempo. Porque ese jardín salvaje de la infancia «se tornará con el tiempo más verídico y vital que el que apreciaron sus sentidos». En esta idea reside nuestro vínculo lacerante con la literatura, con la construcción de un imaginario personal que se transfigura a través del lenguaje. La propia Conejo escribe, refiriéndose a la casa de su infancia que sus padres vendieron y a la que ella no ha vuelto: «Yo no he regresado a ver lo que no es, pero los animales de la memoria me lo traen de nuevo con un aroma nítido». Esos animales salvajes que habitan en nosotras y que nos convidan a ese banquete del presente eterno de la maravilla son parecidos a los que hizo caso Marosa di Giorgio, al construir un jardín salvaje tan sagrado. «De esas flores sagradas y alrededor de ese animal blanco y milagroso brota su poesía como una planta carnívora», sentencia Conejo, y alude a la gran imaginación de Di Giorgio, que la emparenta con las mejores creadoras del superrealismo y también con la maestría de Emily Dickinson; será precisamente la imaginación desbordante la que vendrá en su ayuda «para dar el salto de lo finito a lo infinito, de lo humano a lo absoluto».


«Rosa Mística», de Marosa di Giorgio (fragmento)
[del libro Misa de amor (Wunderkammer)]


«En el bosque se desnudaron. Él, fuerte y corto; ella, alta, adentro de la corona dorada.
Él preguntó: —¿Estoy con Dios?
Ella hizo un leve sí.
Abriendo el leve manto mostró la vulva, ese pedazo de raso con una herida.

(...)

—Me voy con miedo. Cosa igual no veré.
Ella comentó: —Me llama mamá. Le llevaré un hongo. Para cocinar. A ver.

Y empezó a caminar con paso de Dios».

Aquí llegamos a un aspecto que le ha valido a Marosa di Giorgio una etiqueta que se vuelve más discutible cuanto más la leemos, pero que está ahí, la de incorporarla al conjunto de escritores y escritoras que comprenden la literatura del realismo mágico, lo que Conejo llama el «cronotopo digiorgiano», refiriéndose a «las figuras divinas y semidivinas habitan el mundo vegetal y animal en un éxtasis cotidiano, normalizado». No obstante, esa normalización en Di Giorgio no es absoluta, la disrupción está presente y la extrañeza es quizá el gran punto de anclaje de sus textos, lo que la pone en una órbita muy particular, alejada de la unicidad que lo sobrenatural y lo realista tiene en el llamado realismo mágico. Y esto es importante porque la escritora uruguaya parece querer mantenerse en esa ruptura constante, en ese espacio de tensión. En ella, como explica Conejo, el «witz» se incorpora de formas distintas, a través de lo absurdo y a través del humor, pero sobre todo a través de un lenguaje que siempre apela al misterioso borde de las cosas. Leemos: «Su bosque no es un bosque de palabras, sino de vida y memoria». Quizá Di Giorgio encontró el mejor camino de todos para atravesar los límites entre el mundo real y el imaginado, entre lo humano y lo divino, la «facultad de unir lo que habitualmente no se toca».

«Vuelvo a Salto como quien vuelve a un altar», escribe Marosa di Giorgio. Volver a ella a través de este lucidísimo ensayo de Emilia Conejo es también acercarse a un altar, reinterpretar las señales y defender con nuevas palabras nuestro derecho a vivir la espiritualidad sin dios, nuestro fervor místico que hunde sus manos en las raíces y extrae de la tierra todo lo que necesitamos para vivir, para escribir. Dios palpitando entre las tomateras nos invita a renovar nuestra «fe en el arte como vía de salvación o salvoconducto» a través de un viaje a los orígenes de una de las obras más significativas de la literatura, la de Marosa di Giorgio. Mientras lo leía «he sentido una atracción fundamental hacia este banquete voraz de lo sagrado» que nos preparó Di Giorgio y al que con tanta lucidez nos convida Conejo. Deseo a quien se acerque a este libro mi misma exacta y mística experiencia.


Reseña de «Dios palpitando entre las tomateras» de Emilia Conejo (Godall Ediciones)
Un lenguaje que apela al misterioso borde de las cosas


DIOS PALPITANDO ENTRE LAS TOMATERAS.
UN DIÁLOGO CON LA POÉTICA SALVAJE DE MAROSA DI GIORGIO.

EMILIA CONEJO
GODALL EDICIONES
2023

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