«Todo era campo», Pink Chadora (Letraversal)

El poemario drag que estábamos esperando.

Reseña de «Todo era campo» de Pink Chadora (Letraversal)

Nombrar(se) en un mundo donde cada vez las fronteras se restringen más, donde la libertad es según quién la nombre y los nombres también vienen endosados a una mirada, ésta parece la pulsión poética del libro Todo era campo de Pink Chadora (LetraVersal), una apuesta arriesgada y, por tanto, necesaria. Podría quedarse ahí, en un intento de romper las fronteras entre disciplinas o entre miradas, y habría estado bien; sin embargo, lo que tenemos entre manos es un poemario brutal, de una belleza desgarradora y una interesante propuesta formal. Un primer libro que nos permite intuir a una poeta que ha venido para quedarse.


Un poemario brutal, de una belleza desgarradora y una interesante propuesta formal.

El prólogo de Todo era campo, que firma la poeta Elizabeth Duval, nos permite atisbar los puntos de amarre de este poemario escurridizo. Dice Duval que es un texto extraño que podría servirnos para entender «Cómo se escribiría un poemario del drag» y apunta también que la poética drag de Pink Chadora se caracteriza por alimentarse de diversos mundos y haber sabido combinarlos en un personaje único que representa «la curiosa intersección entre el drag y cualquier personaje, entre el drag y la folclórica, entre el drag y toda artista». Sus apuntes preliminares a la poesía de Pink Chadora nos abren las puertas al entendimiento de una subjetividad compleja y son la mejor carta de presentación para este bellísimo libro.

«Entre tú y yo la bondad de la hoja / que dibuja una máscara» ¿Qué es una máscara? ¿Una máscara cubre o revela la verdad más íntima? Éstas son algunas de las preguntas que sobrevolaban mi cabeza mientras leía este poemario. Aunque el mundo del travestismo es lamentablemente bastante desconocido para mí siempre me ha atraído por su forma contundente de reivindicar la mentira como verdad y hacer de las máscaras un yo irrebatible. Quien desprecia la dualidad que nos conforma y anhela la limpieza y el dibujo de contornos insoslayable ha olvidado que la idea de transformación no sólo es parte decisiva en la formación del deseo sino también la peculiaridad innata de mutación de toda criatura viva.

La corrección política y la construcción de un mundo estático es una ruptura contra la esencia de lo vivo. En contraposición a esta idea recalcitrante de lo estático tenemos el mundo drag que apela a la construcción de una poética ambivalente cuya bandera es el borrado de las fronteras entre la identidad "real" (si tal cosa existiera) y la identidad "imaginada". Este poemario puede leerse como la autobiografía de un chico-chica que no quiere limitarse a las posibilidades que el mundo le ofrece y decide atravesar toda frontera para abrazar una identidad que le permita brillar. Una identidad que fluye entre géneros sin barrera alguna. Pink Chadora recorre la distancia que hay entre una voz y otra, entre un cuerpo y otro, entre lo real y lo fantasioso, y nos ofrece una poesía brutal que difumina las fronteras de la realidad y el género y nos invita a buscar la maravilla en esos espacios intermedios, donde todo es luz. «Entre tú y yo, / el milagro de ser / y no ser». El milagro donde todas las posibilidades nos esperan.

Pero no se queda en la comodidad de esa intersección, la voz poética atraviesa las preguntas sobre la máscara y la cara lavada y se reconoce en la juntura de ambas, habitando la frontera de identidad con la paz que producen las decisiones que provienen de abrazar la libertad. «Cuando no estoy yo estás tú / deshaciendo el nudo cuando aprieta», leemos. Y en otro poema: «Tú no existes y, sin embargo, no me sueltes la mano». Un aspecto que me ha interesado mucho es el desvanecimiento entre el yo masculino y femenino; aunque cuando empezamos tenemos claro que la voz que habla es femenina, a medida que avanzamos se va mezclando con un yo infantil y masculino. ¿Quién escribe el libro? ¿Quién es la drag y quién el hombre? ¿Dónde está la frontera que divide ambas identidades? Quizá la verdadera propuesta del libro es en lugar de trazar fronteras borrarlas, borrar todo rastro que provoque distancia entre ambos y establecer una nueva identidad, que es lo mismo que decir una nueva verdad, donde la identidad se forme y cultive del mestizaje, una especie de identidad cuántica. «No hay doble vida / ni noche oscura, señor / ni secreto donde podamos encontrarnos».


El poemario drag que estábamos esperando
El poemario drag que estábamos esperando

Pero el desplazamiento de los límites no sólo se restringe a la mirada sobre los cuerpos y las identidades sino también a lo que atañe al tono. Y entre los aspectos más distintivos de este poemario habría que señalar una voz que se acerca al roce amable con las palabras y con la cuchilla más útil y hermosa que tenemos, la ironía. De este modo, la autora viste sus propias experiencias de violencia con un traje de noche brillante y pone sobre la mesa no la tristeza o la desesperación sino la luz que fue capaz de ver pese a ellas. En un mundo donde la crueldad está a la orden del día y la cordialidad se considera una actitud naif, la poesía de Pink Chadora resulta absolutamente reconfortante. Mover las fronteras de género en el ámbito literario resulta tan difícil como romper con el binarismo social, y son, seguramente, los dos trabajos más importantes en estos tiempos que corren; y estoy convencida de que el camino más adecuado para conseguirlo no puede construirse desde la severidad. Una drag escribe para que los distintos la lean y sientan que realmente se dirige a ellos. Este libro reivindica ese diálogo transformador entre personajes antagónicos.

«Como no encontré la forma dejé de buscarla», leemos aunque en este trabajo la forma importa mucho. Y se ve reflejado en el uso de un fraseo donde el silencio de la naturaleza hace circular el aire en el lenguaje y donde las palabras siempre están llevando el mundo hasta el borde para cambiarlo desde la alegría. Desde esa mirada y desde el trabajo estético de los poemas vamos avanzando hacia la construcción de un imaginario del deseo que lucha contra molinos de viento. «El cuerpo de Pink Chadora cabe en una caja». El cuerpo puede construirse. De hecho, como el lenguaje, todo cuerpo es una construcción. Una construcción que se convierte en nuestro propio imaginario (tenemos la posibilidad de llevarlo hacia la repetición de roles o hacia la representación absoluta del propio deseo). Conseguir que ese cuerpo nos nombre es, quizá, el mayor desafío para unificar el mundo material y el subjetivo. «Entregas a mi mano el artificio / de construir un cuerpo distinto cada día / y llamarlo horizonte».


La autora consigue, sin salirse de la estética drag, darle al lenguaje todo el protagonismo

Todo era campo rompe también con otra frontera. Y esto me parece muy importante. No nos sitúa en la vida nocturna de una gran ciudad se adentra en el corazón de un pueblo, en la noche torcida y en las miradas prejuiciosas. Y es importante porque mientras antes teníamos que salir del campo para buscar referentes en la ciudad, Pink Chadora vuelve al campo para demostrar que los referentes y las posibilidades ya estaban ahí. Y esta idea contradice un poco ese tópico tan de los citadinos de creer que todo lo bueno del progreso y la apertura mental tuvo su semilla en las ciudades. Se sorprenderían lo arraigada que sigue estando esa dicotomía de civilización y barbarie (ciudad-campo) en nuestros días. Pink Chadora se revela contra ella apropiándose de los símbolos de la infancia rural y construyendo un poemario que todo se lo debe al campo. Y aquí, el gran mensaje del libro: labrar «para arrancar de raíz toda la vida comprimida». Desde la tierra dura, construir una nueva verdad, que es lo mismo que reconciliarse con la verdadera identidad y trabajar por la felicidad.

Pero quizá lo que más me ha sorprendido y maravillado de este libro son las decisiones estéticas de la Pink Chadora, que consigue, sin salirse de la estética drag, darle al lenguaje todo el protagonismo y construir un alegato al presente. Recrea escenarios de infancia y los va entrelazando con la voz amplificada del yo en el presente, pudiendo plantear de forma contundente la vulnerabilidad como un arma cargada de futuro. De este modo, mientras en unos poemas descubrimos a una reina imponente que camina con sus largas uñas y su maquillaje, en otros nos sacude la herida de la soledad en la infancia. Esta ambivalencia, que es nuestra condición más cierta, nos permite acercarnos al libro desde distintas perspectivas y asimilar ese yo desde nuestra propia vulnerabilidad, para pensarnos y, ¡ojalá!, reescribirnos. Leemos: «Mientras los polos se derriten / la reina llora».

En un mundo donde la crítica se desarrolla desde la agresividad y donde parece que estamos todos a la defensiva, todos contra todos, este poemario nos invita a hacer un quiebre, a tomarnos la vida con más ligereza sin dejar de cuestionar lo importante, a mirar a los ojos de los otros y a atrevernos a romper todos los muros que intentan contener nuestra luz. Y brillar. Y brillar. Y aunque «a los ojos de lo crudo crudo / nadie mira» esta lectura nos anima a mirar ahí, en esas escenas de infancia donde nuestro verdadero yo estaba exigiendo su lugar en el mundo. Y construir desde ahí. Y brillar desde ahí. Cuando terminamos el libro no podemos dejar de pensar que hay mucha verdad en él y que pese a todo el dolor y el rechazo que podemos intuir en estas páginas no se nos quitan de la cabeza la amabilidad, la alegría y la esperanza de la Pink Chadora que sube al escenario a decir su frase: «Hola, bonituras, ¿cómo estáis? ¡Soy yo! La Pink Chadora». Y la tierra tiembla. Que nadie se pierda este poemario disruptivo, bello y lleno de luz.


Reseña de «Todo era campo» de Pink Chadora (Letraversal)

TODO ERA CAMPO
PINK CHADORA
LETRAVERSAL
2023

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