El mundo es un espacio lleno de posibilidades pero también de miedo. La relación entre los cuatro libros que te recomendaremos hoy está ahí: cuatro cuentarios donde se despliegan ante nuestros ojos mecanismos narrativos asombrosos que nos van llevando y replegando a nuestra propia vida, haciéndonos pensar en lo que tenemos y lo que hemos perdido. Cuatro libros que nadie debería perderse.
"Plegaria para pirómanos", de Eloy Tizón (Páginas de Espuma)
La vuelta de Eloy Tizón ha sacudido las entrañas del mundo del libro. Antes de leerlo sabemos que sus cuentos vienen a decirnos algo que no habíamos visto, en este caso, recordarnos el fuego fabuloso de la palabra, todo lo que la palabra y la literatura pueden transformar en nosotros.
Plegaria para pirómanos reúne un conjunto de cuentos en torno al desgarro de la madurez y a la otra cara de la felicidad, que es todo lo que hemos tenido que dar a cambio para conseguirla. «Poco a poco nos vamos vaciando, cada vez menos posesiones, más solas, de manera que al final no tienes nada, absolutamente nada, pero tienes el cuento».
La luz de estos cuentos está en las posibilidades, que siembre se guarecen en la palabra, en el arte, en el modo en que ponemos los ojos sobre el mundo. «Llegará noviembre, y será una puerta abierta al misterio del océano», leemos. Eloy Tizón explora en este libro numerosos mecanismos narrativos que le sirven para llevarnos un poco más allá: entre los más asombrosos tenemos un futuro en segunda persona, que siempre nos está poniendo por delante de lo sucedido, haciéndonos cómplices de un futuro inmediato que todavía no existe cuando pisamos los umbrales de cada párrafo. Otro recurso que maneja con maestría es el del flujo de consciencia, en un narrador quebrado, cuya mente va más deprisa de lo que puede soportar. «Un grifo mental que no se cierra nunca».
Si tuviera que escoger un sólo cuento sería "Dichosos los ojos", un canto de amor precioso a lo que el arte nos hace, que no sólo hace pie en una frase de Siri Hustvedt sino que también podría leerse como un homenaje a la maravillosa escritora, que es quien quizá mejor se ha ocupado de la historia del arte en la literatura occidental, trabajando desde un lugar de ficción y otro poco de historia. Este cuento nos va llevando a través de siglos y siglos de trabajos artísticos y se reafirma en la idea de que somos afortunados por haber podido ver tanto. Nuestra vida tiene sentido por esas joyas que han dibujado nuestro paisaje interior.
En su nuevo libro, Eloy Tizón viene a confirmar lo que ya sabíamos: que es un escritor puntilloso y delicado, que trabaja con entusiasmo y empeño para que sus aparatos narrativos sean contundentes y tengan algo que los vuelva únicos. Plegaria para pirómanos es un bellísimo manual de todo lo que está bien en el cuento. Y nos invita a ocuparnos con esmero de las palabras, y a cuidarlas. Porque «un escritor debe hacerse cargo de su propio relato». Que nadie se quede fuera de este hermoso libro incendiario.
Eloy Tizón: la gracias del cuento |
"Las posibilidades", de David Eloy Rodríguez (De La Luna Libros)
David Eloy Rodríguez es uno de los poetas más interesantes de la llamada Generación Nocilla. En su obra poética ha sabido combinar un complejo pensamiento humanista con la conciencia medioambientalista que nuestros tiempos ponen sobre la mesa. En este libro se distancia un poco del género poético sin olvidarse de la punzada de la palabra y nos ofrece un libro de cuentos en torno a la desesperación y al dolor de la pérdida, pero orientados hacia la esperanza. «Una llama diminuta pero milagrosa. una llama capaz, ¿quién sabe?, de cambiar el mundo por completo».
Las posibilidades se compone de un conjunto de historias de punto de partida social y abordadas desde una estética que combina lo aforístico y lo poético, y que nos invita a reflexionar sobre algunos asuntos importantes: la migración, la orfandad, el destrozo de los ecosistemas, el amor, la soledad... David Eloy Rodríguez se inclina por un discurso en torno a la otredad que nos invita a mirar con los ojos bien abiertos el universo de los otros, y pensarnos como parte de algo que existe más allá de nosotros. El miedo, la violencia y la ambición son los tres demonios que atraviesan estos cuentos. «El miedo reina. El miedo mata. El odio se aprende muy rápido. Es fácil».
Finalmente, Las posibilidades puede leerse como un canto a lo incierto, un espacio lleno de oportunidades desde las cuales podemos construir otra realidad o transformar la que tenemos. El autor de Los animales heridos cuenta las historias desde ese lugar en el que se abren todos los caminos y nos invita a pararnos ahí y, desde ahí, buscar la luz. «El instante que media entre una pregunta y su respuesta, ese segundo de vacilación propiedad de lo aún no concebido». Todas las posibilidades se asoman mientras leemos y se nos entregan como la más hermosa de las invitaciones.
David Eloy Rodríguez: un canto a las posibilidades |
"Cadillac Ranch", de Antonio Tocornal (Sloper Ediciones)
Lo primero que me sorprendió de Cadillac Ranch de Antonio Tocornal (Sloper) es la extraña combinación entre un libro de viajes y el cuento contemporáneo, entre la literatura de Faulkner y el realismo sucio. Encontramos aquí una serie de cuentos que exploran algunos de los problemas más significativos de nuestro tiempo como la ambición, el fracaso y la soledad desde una perspectiva novedosa, que ejerce sobre nosotros una fuerza hipnótica.
El primer cuento es un viaje a través de los paisajes de un Estados Unidos agreste y, al mismo tiempo, nostálgico. El motivo del viaje tardará en revelarse, y cuando lo haga ya estaremos totalmente dentro del espiral de atracción que supone un buen cuento. «Tal vez nunca debí haber comenzado aquel viaje absurdo hacia ningún sitio, que es lo mismo que decir "hacia la tierra de las desilusiones"». Lo que podría ser un cuento paisajístico y material se convierte en un viaje a través del duelo, del paisaje interior de un hombre que parte del bosque hacia el desierto, a la soledad a la que nos condenan los que van dejándonos solos en esta vida. Desde el comienzo este libro nos engulle.
Hay varios recursos narrativos que Tocornal maneja con presteza: el absurdo y el minimalismo son los dos que más me han interesado y que creo sabe incorporar a sus textos de forma increíble. Y en ese manejo consigue convencernos de que el mundo que ven sus personajes torcido y retorcido es cierto, verdadero, aunque lo que se nos cuente roce lo paranormal. Así tenemos a ese personaje cuya casa se agranda y agranda hasta dejarlo perdido en ella o aquel narrador al que le crece un pueblo en la palma de la mano: realidades asombrosas que están tan bien narradas que se nos vuelven propias.
Tocornal consigue de forma magistral combinar lo mejor de la literatura de lo absurdo con el realismo sucio, construyendo un universo propio que en su sordidez tiene chispazos de luz. «Ahora lo único que soy es sueño», leemos. Y son estas llamitas luminosas las encargadas de impulsarnos a continuar con la lectura. Un cuentario mágico que te llevará de la mano de un cuento al siguiente y donde encontramos un canto de amor-odio a la cultura americana, sin la cual ninguno de nosotros estaría donde está, para bien y para mal. ¡No te lo pierdas!
Antonio Tocornal: entre el realismo sucio y lo absurdo. |
"Afuera es verano", de Kim Ae-ran- traduccion de Álvaro Trigo (Godall Ediciones)
Siete cuentos que atraviesan el duelo de una forma honda y reflexiva. La escritura de Kim Ae-ran tiene una manera tan sensible de acercarse a las cosas, tan detallista y minimalista, que nos atrapa desde el primer momento. Es la voz de una autora que parece temblar mientras las palabras suben a su mano. Un libro extraordinario que no te dejará indiferente.
Los personajes de estas historias están en el umbral del desconcierto. Algo ha sucedido o está a punto de suceder. Algo que derrumbará para siempre el mundo conocido. Ahí están, parapetándose entre lo conocido y lo ignorado, intentando proteger lo que saben. «Entonces, tras asegurarme de que todo estaba en su lugar y de que lo que debía ser protegido seguía ahí, me marchaba». Pero sostener el orden de las cosas es un trabajo imposible, y los personajes lo saben: viven los últimos instantes de lucidez intentando aferrarse a ellos, con el empeño que ponemos en las cosas que deseamos que duren para siempre. «Se sentía muy extrañando pensando en que sería la última vez, pero creía que era una suerte poder ayudarlo en esos últimos momentos».
Hay dos cuentos que quiero destacar. Principios de invierno. Una botella con zumo de moras estalla contra el suelo y mancha la cocina del departamento que comparte el narrador con su esposa. A partir de ahí, de esa cosa viscosa que se parece a la sangre y del lazo que la pareja tiene con ese espacio se nos va narrando la pérdida de su hijo y la violenta transformación que ha tenido la vida para ellos. La madre, que ha amado cada rincón de la casa, decorándola a su manera minuciosamente, de pronto ya no siente apego alguno, todo es grisura. La forma en que la autora consigue jugar con el ocaso de la vida familiar ante la pérdida es brutal.
El otro cuento es Chanseong y Evan donde un niño desamparado acoge a un perrito y le entrega su amistad y su vida. Dos cuentos extraordinarios sobre el duelo, las formas que tenemos de acercarnos y querer a los otros, y los métodos de supervivencia. Sin lugar a dudas es éste un libro para leer despacio, sobrecogidos por nuestras propias ausencias, repasando nuestras heridas y dejando que la luz, que también hay mucho de eso en la escritura de esta autora, nos invade y nos permita creer en nuevas posibilidades. Como leemos en uno de los cuentos: «me sentía como hubiese encontrado algo por lo que me había estado preguntando desde que me dejaste, pero que no sabía muy bien qué era». Todas las oportunidades comienzan con un cuento. Y esto es lo que viene a decirnos Kim Ae-ran con estas maravillosas historias. Que nadie deje de leerla.
Álvaro Trigo traduce a Kim Ae-ran |
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