«Sin fin», de Antonio Orihuela (Gato encerrado)

Antología que reúne las tres décadas de poesía de Antonio Orihuela.

Reseña de «Sin fin. Antología personal 1993-2023» de Antonio Orihuela (Gato encerrado)

Desde sus orígenes Antonio Orihuela (Moguer, 1965) ha estado trabajando con una poesía que se encuentra a medio camino entre la contemplación y la rabia. Partiendo de un mundo que está en descomposición el poeta intenta que el lenguaje propicie el territorio para la luz y la posibilidad. «Escribo/ por no pegarme un tiro en la boca». Desde sus primeras palabras Sin fin. Antología personal 1993-2023 (Gato encerrado) nos invita a asomarnos a la mirada de un escritor que nos habla de la destrucción del mundo sin filtro alguno y que, en el camino, intenta ahondar en los mecanismos de la naturaleza humana. La poesía se presenta como un refugio o una posibilidad de salvación. Pero no siempre, porque «hasta escribir/ se ha vuelto a veces/ un tiro en la boca». Este libro tiene una doble capacidad: la de invitarnos a descubrir la obra de uno de los fundadores de la Poesía de la Conciencia y también la de darnos buenas pistas para mirar y pensar el mundo con nuevos ojos.


Una antología maravillosa del poeta Antonio Orihuela.

La convicción de que la poesía puede tender hilos de sentido entre lo íntimo y lo público: ésta es quizá una de las certezas que nos sacuden cuando nos acercamos a la obra de Antonio Orihuela. Sus poemas tejen un entramado político y poético que nos permiten acceder a una visión compleja de la realidad. Desde una mirada personal el autor se acerca al mundo, a sus aristas belicosos y siniestros y los analiza, intenta darle la vuelta a las cosas y denunciar aquello que desencaja en el ideal de justicia social. Lo que los ojos ven es descorazonador; se insiste en la desidia y la indiferencia del ser humano hacia el dolor de los otros («Cada vez/ veo más gente con una venda puesta en los ojos») y en contraposición a esta realidad el poeta nos habla de la compasión y la empatía, como mecanismos fabulosos de reconstrucción.

Orihuela dedica magistrales poemas a criticar el vil demonio de nuestros días, la religión del capital, y nos invita a pensar en las muchas formas de esclavitud que nos rodean y que se nos imponen. En este punto, la libertad aparece como un ideal conquistable imposible de conquistar bajo estos mismos parámetros en los que vivimos; de lo que se desprende la invitación absoluta a la revolución del instante: «Quien vive intensamente el instante, vive por completo en la eternidad». La poesía de Orihuela nos invita a trabajar más que nunca por un nosotros desprendido de las barreras de identificación nacionalistas y chovinistas. Ningún verso podrá ejemplificar mejor este ideal libertario como el poema Historia triunfal de España.


Un poema de Antonio Orihuela
Un poema de la antología «Sin fin», de Antonio Orihuela (Gato encerrado)

El paraíso ha sido arrasado por la ambición humana, y los pájaros y el resto de los animales han sido desterrados. En el centro del problema: la necedad y el egoísmo humanos. Una y otra vez pasa por sus poemas la violencia de los nuestros contra el mundo que se nos ha entregado. «Todo caerá» como consecuencia de nuestra incapacidad de proteger lo único que realmente teníamos que mantener a salvo del deterioro. Aquí aparece una cualidad de la poesía de Orihuela que nunca deja de sorprenderme: pese a la tristeza que causa el ver la destrucción imparable a la que hemos condenado a la tierra, los poemas se alimentan de posibilidad, pequeñas llamitas de esperanza que formulan una respuesta activa y vitalista frente a la grisura de la realidad. Hay en la poesía de Antonio Orihuela una vocación de futuro, que se asoma a los versos y que se nos ofrece como una invitación para construir un mundo desde hoy, levantando una nueva vida de estos escombros. «Un mundo/ como una piel/ que al tacto/ no produzca escalofríos», leemos.

No me quiero dejar fuera una peculiaridad que admiro de este poeta y de su universo literario. A pesar de que claramente estamos frente a una poesía social, la perspectiva de la voz poética es minimalista, intenta aferrarse al Yo y desde ahí llegar al nosotros, y veo aquí una visión asombrosa de la construcción política. Hay una voz muy autobiográfica donde se tejen escenas de un presente desgastado en sintonía con imágenes nostálgicas de la infancia, opuestos que se retroalimentan y permiten una nueva visión del presente, es decir, una mirada de la realidad política y social que se forma de individuos y no de masas (contradiciendo así, nuevamente, la visión capitalista de lo comunitario). Este cruce entre lo autobiográfico y lo social creo que es uno de los mayores aciertos de su obra. Leerlo es sentir el mundo como algo propio y, como tal, pequeño, donde en primer lugar están los afectos y la vida íntima, y desde ese lugar se empieza todo, y desde ese lugar también se puede conocer mejor el dolor de los otros. «Miro pájaros que me recuerdan mi dolor por ti».

¿Puede la poesía salvarnos o permitirnos construir una realidad libertaria en un mundo arrasado por el capitalismo? Las preguntas que guían la obra de Antonio Orihuela todas apuntan al macabro juego mercantil en el que nos hayamos metidos, donde el deseo es aplastado y reconducido por las necesidades del mercado y la libertad ha sido habitada por frases macabras que la alejan cada vez más de nosotros. Las inquietudes que encontramos en Sin fin son el reflejo de tres décadas de compromiso con la palabra y nos revelan la hondura y la insistencia de Orihuela en su trabajo poético: ha estado moviendo la frontera de lo posible y de lo lingüístico para que su obra contenga un registro de nuestro tiempo pero, sobre todo, una perspectiva de vida común a conquistar.

Los sueños y el deseo son los motores que han propulsado el pensamiento de Orihuela, sin lugar a dudas, y que otorgan a sus desgarradores poemas una visión de calidez o esperanza, que se contradice con la realidad devastada que describen. Así, encontramos frases tales como: «A nadie importa la opresión sino el precio al que pagan la tara». Su crítica rotunda al capitalismo y a la ambición humana, su fe ciega en la ternura, la compasión y la hermandad, irrigan sobre sus versos luz, esperanza y una confianza en el futuro que me parece muy importante. Sostener la esperanza cuando has abierto los ojos es el ejercicio más difícil y también el más necesario, sobre todo porque el futuro parte de la palabra. Y tengo la sensación de que el gran recurso que le permite unir esos mundos extraños íntimo y político con su ternura y su desgarro es el uso de un lenguaje aforístico. Desde esa brevedad consigue ir de lo pequeño a lo complejo, dándole a los poemas un ritmo que alcanza su punto álgido en los giros inesperados. Y esos giros siempre suponen para quienes leemos una invitación: «Sólo hay un viaje de ida, sé dulce», escribe. Y también: «Nuestra casa son los otros». Asimismo, esa mirada aforística le permite volver a la naturaleza y a la soledad, para emprender a través de la poesía un viaje al corazón del bosque, donde siempre la observación es aprendizaje. «Para que se extienda el azar verde de todo lo milagroso, retrasarnos».


Las preguntas que guían la obra de Antonio Orihuela todas apuntan al macabro juego mercantil en el que nos hayamos metidos.

El asombro. Siempre la curiosidad sobre la vida. Es imposible no llegar a estas experiencias sentidas en la lectura de Orihuela. Hay una mirada absoluta y fresca sobre el mundo, como si la vista nunca se diera por vencida, como si siempre existiera la posibilidad de encontrar una salida o una solución amorosa a las cosas, así como para alucinarse con la vida. «Eras una mano tendida/ y todo ocurría por primera vez», leemos. Y ese asombro aunque no niega el daño que nuestra especie ha venido suponiendo para la naturaleza se inclina por la luz, la posibilidad de reconstruir hoy, y nos invita a no darnos por vencidos («Esto se acaba/ y no vamos a dejar/ en herencia sino escombros,/ habrá que levantar, sobre ellos, la vida»). El goce de estar un día más y de usarlo para hacer mejor las cosas es la única batalla que merece la pena empezar. Y ahí, la poesía y la esperanza son el único mantra deseable: «Vivir hoy, vivir hoy, vivir hoy». La poesía, y lo viene explorando y demostrando Orihuela desde sus comienzos, es ese espacio donde el futuro puede dibujarse y donde podemos intentar construirlo: «La poesía es un incendio,/ por eso no da para vivir/ da para arder,/ no escribas,/ arde en ella», leemos. Que este libro encienda en nosotros el empeño por conquistar los territorios olvidados de la ternura y la compasión, y posibilite una nueva mirada que nos acerque a los otros. Que nadie se pierda esta antología alucinante que revela el incansable y exquisito trabajo poético de este inmenso poeta moguereño.


Reseña de «Sin fin. Antología personal 1993-2023» de Antonio Orihuela (Gato encerrado)


SIN FIN.
ANTOLOGÍA PERSONAL 1993-2023

ANTONIO ORIHUELA
GATO ENCERRADO
2023

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