«El estrecho puente del arte», de Virgina Woolf —traducción de Rafael Accorinti— (Páginas de Espuma)

Magníficos ensayos de Virginia Woolf en torno a la lectura y la escritura.


«El estrecho puente del arte», de Virginia Woolf (Páginas de Espuma)

La historia de la crítica se basa en un tremendo malentendido. Creo en la tentativa de desarrollar un pensamiento lo menos "mutilante" posible y lo más racional posible, escribe Edgar Morin en su libro Introducción al pensamiento complejo. La búsqueda de cierta asepsia a la hora de pensar (y contar) los libros, sin embargo, encierra un peligro: una incapacidad para que emoción y razonamiento fluyan en la misma dirección. Morin también se pregunta si el pensamiento crítico es una forma de reafirmar nuestra capacidad de pensamiento individual o, mejor aun, la posibilidad de sumar un granito de arena a un ya elaborado y consolidado pensamiento colectivo en torno a los libros. Después de leer El estrecho puente del arte, que reúne los ensayos literarios de Virginia Woolf sobre ficción y biografía, podemos tener una idea más clara de lo que implica el pensamiento crítico. Ya no podremos mirar la literatura de la misma forma; nuestra idea de la lectura y, sobre todo, de la literatura inglesa ha cambiado para siempre, por culpa de ella. Es luminoso, necesario y fascinante este libro que ha traducido Rafael Accorinti para Páginas de Espuma.


Un libro asombroso traducido por Rafael Accorinti para Páginas de Espuma

El estrecho puente del arte se compone de una colección fabulosa de textos críticos y literarios en los que Virginia Woolf reflexiona sobre la relación que establecemos con las palabras desde la lectura y la escritura. La mejor forma de entender a una escritora es adentrándonos en sus inquietudes y preguntas a la hora de pensar los libros de otros. Además de ofrecernos muchas preguntas para repensar nuestra relación con los libros y la lectura, estos ensayos nos permiten sumergirnos en las inquietudes estéticas y temáticas que acompañaron a Woolf a lo largo de toda su vida.

En la primera parte, titulada «El arte de la ficción», encontramos una serie de artículos críticos que nos permiten acceder a la genealogía lectora de Woolf, a sus filias y fobias, a su pasión pero también a su mirada exigente. Sus sólidos argumentos se quedarán fijados en nuestra memoria, tanto por el carácter ingenioso de su aparato reflexivo como por su sentido del humor y su altísimo conocimiento de los andamiajes de la escritura. Al acabar la lectura sentimos el intenso deseo de volver a esas obras clásicas que alguna vez nos conquistaron para mirarlas de una forma nueva. Son textos verdaderamente alucinantes que nos invitan a pensar en la naturaleza colectiva del pensamiento crítico. Woolf nos recuerda que «cualquier lista de libros leídos, hemos de admitir, puede antojarse limitada, personal, errática» pero los argumentos que desarrollamos para defender o dejar de lado ciertas obras forman parte de una argumentación plural, por lo que escribir sobre los libros termina siendo una forma maravillosa de llevar una actividad solitaria e íntima a otro nivel. La mirada de Woolf está atravesada por la perspectiva de otros autores y se une a la nuestra para conformar nuestra propia mirada íntima pero también plural en torno a los libros. Sin duda, este libro nos invita a pensar en la lectura no como un acto pasivo sino creativo y transformador.

Aunque en la segunda parte, «El arte de la biografía», la autora se propone desentrañar los mecanismos que debe poner en marcha una escritora para desarrollar una biografía, lo que nos ofrece es un fascinante viaje a través de la relación entre realidad y ficción. ¿Se puede escribir una biografía sin poner en ella cierta cuota de ficción? Y también: ¿se puede tener una visión objetiva sobre una vida o una obra? Como éstas, las preguntas van trazando un mapa estimulante para pensar el gran andamiaje que sostiene la literatura. Woolf nos ofrece también una interesante exploración de la literatura inglesa y las influencias de otras literaturas en ésta, observando las peculiaridades de las literaturas rusa, francesa o estadounidense y estableciendo vínculos en la influencia de éstas en sus contemporáneos. Al leerla, también podemos intuir las influencias de estas literaturas en su propia obra.


Libro de Páginas de Espuma que reúne los ensayos literarios de Virginia Woolf, traducido por Rafael Accorinti
Virginia Woolf: la gran crítica y lectora

«Si las formas de narrar se han quedado obsoletas es tarea de quienes se dediquen a la labor escritora descubrir nuevos recursos de lo sobrenatural». Defender la renovación estética y temática es uno de los grandes objetivos de estos textos. Lectura y escritura en Woolf son dos visiones de una misma actitud frente a las palabras y, en tiempos en los que parece que todo se ha dicho ya, en los que la intención renovadora ha quedado suspendida por la aceptación en la literatura de cierta linealidad impuesta por el cine, creo que volver a leer a Woolf podría servirnos para recordar que el verdadero trabajo de la escritura no es contar algo sino entender cómo contarlo.

Encontramos aquí textos luminosos como «Sobre releer a Meredith», «La vida y la novelista» y «Mujeres y ficción» y un viaje alucinante a través de numerosos autores como George Gissing, Henry James, Jane Austen, Fiódor Dostoyevski, Walter Raleigh y Thomas Hardy, entre muchos otros. Son innumerables las voces que influyeron directamente en Woolf y en estos textos podemos intuir de qué forma cada libro, cada autora, ha dejado su huella en ella. Sus perspicaces reflexiones sobre narradores y poetas, su defensa de escritores como Austen o Thoreau, son verdaderamente fascinantes. Veamos lo que dice del maestro Thoreau: «Las relaciones humanas le resultaban muy precarias e irremediablemente abocadas a la decepción», y se detiene en una fabulosa observación sobre la relación que el autor de Walden desarrolló con la naturaleza y el modo en que ésta afectó seriamente su escritura. La sensibilidad y la sinceridad de dicho vínculo y la claridad de la escritura de Thoreau adquieren intensidad y sentido a través de las contundentes anotaciones de Virginia Woolf.


Sus perspicaces reflexiones sobre narradores y poetas.

Este libro nos invita a embarcarnos en un estimulante viaje a través de la historia de la literatura inglesa y sus referentes más significativos; asimismo encontramos preguntas en torno a la renovación estética en la poesía, la construcción de personajes y atmósferas y la relación contextual que los textos mantienen con su tiempo. La autora de Orlando atraviesa con inteligencia siglos de creación literaria y se va deteniendo en los detalles que han convertido a ciertos escritores en máquinas ineludibles de hitos creativos. Dice, por ejemplo, de James Joyce: «La indecencia del señor Joyce en Ulises me parece de la clase más consciente y orquestada que la de un hombre que con desespero, siente que para respirar debe romper las ventanas».

Las lecturas de Woolf no sólo están llenas de aciertos sino que, además, permiten intuir esa realidad subterfugia y biográfica que rodea los libros y cuyo conocimiento puede depararnos una mayor comprensión de su complejidad. Que una lectora inteligente y detallista como Woolf se haya tomado el trabajo de entregarnos su lectura es un regalo para quienes sabemos, como ella, que «leer una novela es un arte difícil y complejo» en el que se ponen en marcha no sólo los propios mecanismos de razonamiento sino también los realizados por otras lectoras habilidosas y curiosas, aquéllos que somos conscientes de que en los libros hay una vida subterránea sólo accesible para quienes realmente quieren adentrarse en la noche, quienes no temen acercarse a las historias de siempre con la certeza de que todavía no saben de qué tratan. Ése es el viaje que nos propone este libro: volver a los clásicos como si nunca los hubiéramos habitado.


Rafael Accorinti, editor y traductor de la obra
Rafael Accorinti, editor y traductor de «El estrecho puente del arte» de V. Woolf. FOTO: Páginas de Espuma.

«Para que la novela sobreviva, cada frase ha de tener, en su corazón, una pequeña chispa de fuego, y esto, suponga el riesgo que suponga, quien novela ha de atraparlo con sus propias manos sin importar si está ardiendo». ¿No es maravilloso? Woolf lo dice de la escritura pero me parece que es un consejo extrapolable a la lectura. Hay quienes defienden la escisión entre lectura y escritura, incapaces de asumirlas como dos caras de un mismo oficio creativo, este libro es la contraargumentación a esa tendencia disruptiva. Quien lee sólo asimila lo que lee a través de la escritura. Esto es de Siri Hustvedt, pero creo que Woolf lo compartiría. Lectura y escritura son dos miradas que están solapándose constantemente y que, juntas, conforman el mágico palimpsesto que es nuestra mente creativa. Aprender a leer de forma crítica es el primer paso para escribir, del mismo modo que pulir nuestra escritura puede llevar nuestro oficio lector a otro nivel. Este libro nos ofrece muchísimas preguntas e ideas para pensar nuestra relación creativa con las palabras.

La traducción de Rafael Accorinti también sigue la línea de lo que decía antes, esta actividad entrelazada del pensamiento que se manifiesta en la lectura y la escritura; en su caso, lectura, traducción y escritura convergen e iluminan una visión amplia y cuidosa de las palabras. Estamos frente a una traducción comprometida y sensible, donde la elección de una voz femenina (y, por momentos, casi neutral) me parece acertadísima, sobre todo porque en toda la obra de Woolf la perspectiva feminista es importantísima, pero sobre todo lo es en sus ensayos. Accorinti nos ofrece, además, unas palabras preliminares que podrían ser una guía perfecta para acercarnos al pensamiento woolfiano y llegar hasta el hueso. Sin duda, estamos frente a un libro que estábamos necesitando y no lo sabíamos. Por último, la edición que nos ofrece Páginas de Espuma se presenta en una encuadernación en tapa dura, como otras de las publicaciones de la colección Voces-Ensayo, que le otorga al libro como objeto una presencia elegante y bella.

La crítica literaria es, seguramente, una de las posibilidades de encuentro con la literatura más apasionantes, pero exige cierto compromiso y cierta actitud de compasión para poder ejercitarse con verdad. No viene mal acercarse a la etimología del verbo "krinein", del que deriva "crítica", que nos sugiere "discernimiento y separación" pero también "elección". Esta amplitud de significado, de algún modo, nos esta diciendo que el pensamiento crítico debería componerse de dos actitudes, una actitud racional y otra sensible, y que mientras la primera se encuentra enlazada a un aparato teórico colectivo, la segunda exige de nosotros apertura y cuerpo involucrado en la lectura. Pienso que así leía Woolf, y este libro es un claro ejemplo de su forma de vivir y sentir la literatura. Lamentablemente, es frecuente que quienes ejercen la crítica literaria sientan cierto rechazo hacia la subjetividad y asuman una impostación de autoridad pensante en su empeño por no "mutilar" los textos, desvinculándose emocionalmente de los libros que analizan. Pero leer así no es lo que nos enseñó la Woolf. Y este conjunto de ensayos son la perfecta invitación para recordar la maravillosa sinergia que existe entre lectura, escritura y vida, mientras nos sumergirnos sin prejuicios en un sondeo profundo de los mecanismos de la ficción, la biografía y la historia de la literatura, de la mano de una de las escritoras más lúcidas de nuestra literatura occidental. ¡Imperdible!


«El estrecho puente del arte», de Virginia Woolf (Páginas de Espuma)


EL ESTRECHO PUENTE DEL ARTE
VIRGINIA WOOLF
PÁGINAS DE ESPUMA
2023

0 Comentarios