J. J. Richards, Nuria Barrios y Antonio Magán sobre las fuerzas contrapuestas en el corazón humano

Eros y Tánatos. Tres libros sobre el amor y la muerte.

J. J. Richards, Nuria Barrios y Antonio Magán

La pulsión de la muerte aparece cuando la vida se quiebra. El amor, por su parte, es el hilo que tensa ambos estímulos. Cuando aparece Tánatos y fractura el curso cotidiano de la vida la única manera de recomponerlo es con la ayuda de Eros. El amor acude para salvar a los vivos y darles nuevas razones para continuar o, al menos, una distracción pulsiva que los mantenga a flote. Los tres libros que atravieso en esta lectura nos permiten explorar esa tensión entre la vida y la muerte a través de tres perspectivas distintas, y nos invitan a pensar la existencia desde aspectos reconfortantes. Eros o Tánatos. El equilibrio no existe, porque no pueden salir victoriosos ambos; sin embargo, hay un tramo de ese hilo vertiginoso de tracción en el que todo es niebla, donde las posibilidades son parejas para ambos. La incertidumbre sostiene nuestra fe mientras pujamos por sobrevivir. Indagamos en las preguntas importantes a través de libros de J. J. Richards, Nuria Barrios y Antonio Magán.

«Pensar para atrás», de J.J. Richards (Tres Hermanas)

Pensar para atrás, el debut literario de la artista J.J. Richards (Tres Hermanas), se encuentra suspendido entre el hundimiento y las posibilidades. Un libro que se centra en la experiencia del duelo para reflexionar sobre asuntos derivados de él, como lo que nos mantiene ligados a la esperanza o las formas que adquiere la escritura cuando es atravesada por la extrañeza. El punto de partida es la incertidumbre y el desapego con la vida que experimenta una mujer que ha perdido a su hijo. Leemos: «Me dolía mucho algo pero no podía ubicar bien qué, ni dónde. El aniversario de la muerte de Juan y yo con el cuerpo sentado en la oscuridad». A partir de ahí, la autora va indagando en las sombras sobre las que construimos nuestras vidas y las formas que encontrarnos para sobrevivir, a veces sin más remedio que mentirnos.

Entre los aciertos de este libro señalo la elección de una primera persona compleja que avanza a tientas en la vida, nadando desesperadamente en la piscina, recordando los veranos en Chapadmalal con su familia, y a quien la experiencia de la extranjería ha convertido en una criatura sin apegos materiales, después de que el único que tenía, el hijo Juan, le haya sido arrebatado.

Es asombrosa la capacidad de Richards para expresar esas dos fuerzas dicotómicas que se apoderan del yo en esas circunstancias: la pulsión de la supervivencia y la inclinación a la desidia. «La ausencia de sentido. La austeridad de la ausencia de sentido. Es eso. Me distraje y volví a perder». El cuerpo tiene su responsabilidad en la forma en que esas fuerzas se proyectan: el deseo resurge y las necesidades de luz impulsan la vida. Aunque muchas veces sea la inercia del movimiento lo que mantiene la vida en marcha —«Despertarme y saber lo que tengo que hacer cada día me distrae de la infinitud de mi exilio»—, también lo imprevisto puede jugar a nuestro favor, como le ocurre a la narradora, y obligarnos a mover una pieza decisiva. La pregunta que debe hacerse la protagonista de esta historia es si está dispuesta a continuar la partida, si va a dejar que la pulsión de la vida venza ante la desesperación o el deseo de dejarse morir.

El gran desconcierto de la pérdida es siempre la pregunta sobre la realidad: ¿cómo puede el mundo continuar en su círculo constante de movimiento cuando nuestro mundo se ha roto para siempre? Richards consigue plasmar con lucidez la fuerza con la que la desesperación nos empuja a esas preguntas sin fondo. La narradora de esta novela se ve invadida constantemente de impulsos contradictorios: la rabia contra el mundo y el deseo de un poco liviandad. Entre esos dos polos se maneja, sin dejar que se materialice del todo ninguna de las dos pulsiones. Esa forma en la que el duelo machaca la psique, creo, está muy bien expresado. Y eso que, después de Didion, cuesta mucho escribir sobre la pérdida; no obstante, esta novela es una prueba de que todavía nos queda mucho por decir al respecto.

Es una novela donde el asombro está muy presente, y hay un juego interesante desde la estética para mantener siempre la luz encendida. Richards trabaja con un lenguaje que por momentos es tremendamente intenso y por momentos sufre caídas brutales que nos llevan a un desierto interior o, peor aún, a rozar la catástrofe íntima de la protagonista, y que nos alejan del mundo como a ella. Sin esta forma de traducir el dolor a través de la narración esta sería una historia más sobre los mecanismos de supervivencia a la peor de las pérdidas, gracias a eso es que estamos frente a una primera novela fabulosa y auténtica. «El sentimiento es ambiguo, liberador pero ambiguo. No sé si estoy bajando un poco cada día o si a mi alrededor todo va subiendo (gente en mi estado debería permanecer en cuarentena)».


«Pensar para atrás», de J. J. Richards (Tres Hermanas)
Richards, una voz personalísima en torno al duelo.

«Amores patológicos», de Nuria Barrios (Editorial Páginas de Espuma)

Para Nuria Barrios «la literatura no es fabulación, sino confabulación», y bastaría acercarse a cualquiera de sus libros para comprobarlo: la intensidad de su pluma, la emoción de sentirnos parte de una conversación alargada en torno a la vida y la escritura, que es lo que suponen todos sus libros, es una experiencia fascinante. Por eso, aunque Amores patológicos (Páginas de Espuma) es un libro que vio la luz hace 25 años, gracias a la revisión de la autora, que ha sido cuidadosa con el tono y el fervor de la escritura de aquellos, sus primeros años de escritura, continúa sosteniendo su belleza. La autora ofrece unas palabras preliminares que nos sirven para entender cómo ha sido su intervención en esta nueva edición. «He intentado ser tan exigente como cautelosa para revitalizarlo sin dañarlo». No hace falta haber leído la otra edición para comprobarlo: es un libro vivísimo y apasionante.

En Amores patológicos encontramos un conjunto de cuentos que versan en torno al deseo y a las complejas formas en las que se van trenzando nuestras relaciones con los otros, cuando la atracción o el amor están de por medio. Barrios explora los distintos mecanismos de atracción y contención que desarrollamos al relacionarnos con potenciales sujetos de deseo, a través de personajes que están de vuelta de aquella experiencia vibrante o que comienzan a ser sacudidos por la pulsión tremenda de Eros. De este modo, podemos revisitar las distintas fases de la atracción fatal entre personas.

Como decía, en estos cuentos el deseo hila el desarrollo de la trama, y hay en ellos una exploración honda de esas zonas oscuras a las que nos empuja a veces el deseo. «Todos esos polvos... Todos suyos. Había intentado deshacerme de su sombra y su sombra jamás me había abandonado». Nuria Barrios no nos regala cuentos edulcorados, muy por el contrario, la rabia, la frustración, las vidas rotas son elementos comunes, esos grises que empujan el libro hacia delante. Encontramos una visión realista de la vida y, por tanto, no faltan apuntes cómicos o tragicómicos, que nos permiten encontrar luz en estas historias, y llevárnosla a nuestras vidas. De alguna manera, tenemos en nuestras manos un conjunto de vidas más o menos rotas más o menos felices que transitan como pueden la complejísima circunstancia de amar y ser amadas. «Amores patológicos. ¿Y qué amor no lo es?»

Pese a que el modo de afrontar la escritura es sensual e impactante, me atrevería a decir que el mayor acierto de este libro es su estructura. Los cuentos se hallan entrelazados entre sí, mediante la aparición de personajes que van sucediéndose de un cuento al siguiente y que nos permiten alcanzar una visión amplia de un mundo construido al detalle por la autora. En ese sentido, más que un libro de cuentos es una novela fragmentaria, o, mejor aún, un gran rosario sensual, una oración atea sobre el amor y la fuerza fabulosa que ejercer el deseo en nosotras. Sin duda, una lectura fabulosa para los amantes de la forma y de la buena escritura.

La revisión es perfecta. Me dejo para un futuro una lectura a cuatro ojos, para poder indagar más en la naturaleza del libro y hurgar en los caminos tomados por la autora para no quitarle frescura. Aunque Barrios ya no es la misma autora, la emoción de la escritura (cada vez me convenzo más de que en ella reside la verdadera magia de lña literatura) permanece intacta. Los defectos de forma y fondo pueden suplirse con un libro escrito con pulsión y pasión literaria, pero si un libro carece de alma, está condenado a su encuentro con Tánatos. No ha ocurrido esto con los cuentos de Barrios que son intensos, pulsionales y maravillosos. Vuelves a ellos con el mismo entusiasmo de hace dos décadas y disfrutas de una de las voces más sorprendentes de la narrativa española. Como en el amor, en esta lectura «la obsesión apunta, dispara...»

Un libro mágico que nos recuerda la materia de la que están hechos los libros de Barrios: concisión y espíritu. Hay que señalar que las elipsis, lo no dicho y el buen manejo de los giros narrativos juegan un papel primordial en estos cuentos. Me parece que es un libro que disfrutarán tanto los amantes de la obra de Barrios como aquellos que se acerquen por primera vez. De hecho, creo que es un buen libro para conocer el carácter de su escritura, para lanzarse luego a otros libros más oscuros como Ocho centímetros (Páginas de Espuma) o Todo arde (Alfaguara).


«Amores patológicos», de Nuria Barrios (Páginas de Espuma)
La escritura mágica de Nuria Barrios.

«Cuentos de mar y sangre», de Antonio Magán (Uno Editorial)

El nuevo libro de Antonio Magán, Cuentos de mar y sangre (Uno Editorial) es otra lectura atravesada por las pulsiones que sostienen la vida. El amor, la sangre, el dolor y el desconcierto son algunos de los temas sobre los que pendulan estos cuentos. Pero se me ocurre que, a diferencia de los cuentos de Barrios y más en relación con la escritura de Richards, aquí la muerte es el gran tema. A través de tramas realistas, con giros sorprendentes, Magán construye una reflexión en torno a los temas más cruciales de nuestro tiempo como son la guerra, el racismo y la soledad de los marginados. «La guerra tiene hambre de hierro, de aluminio, de cobre».

El estilo seco de Magán, donde el realismo sucio parece un gran referente, le permite al autor mantener una relación casi desinteresada con lo contado, y esto le da al libro un carácter realista que desemboca en la comprensión de un universo donde todo se encuentra alimentado de luz y sombra. Me ha parecido interesantísima la manera de trabajar la distancia entre un acto de justicia y un acto de maldad, hay muchos cuentos que versan en torno a la débil línea moral y ética que separa las buenas acciones de las nefastas. Pero la reflexión está incorporada de forma sutil, a través de los personajes, de sus miedos, de sus propias sombras, y no encontramos un acertijo moralista o buenista, sino más bien el empeño de ahondar en las pulsiones de supervivencia y en la forma en que ciertas experiencias pueden condicionar nuestras acciones.

Esto me empuja a escribir sobre otro elemento que me ha parecido acertado: la construcción redonda de los personajes. Magán no se detiene en extensas descripciones sino que usa recursos subterfugios y activos para mostrarnos los miedos, los sueños y el pasado de los personajes; esta forma de trabajar en su psicología de forma discreta y elegante nos permite entrar en sus conciencias casi sin que nos demos cuenta. De este modo, vamos conociéndolos poco a poco, queriéndolos, maldiciéndolos, compadeciéndonos de la realidad que les ha tocado... Creo que ha conseguido de forma rotunda que nos sintamos parte de su amplio universo literario. «Aunque tuvo una vida desgraciada, el retrato era de un hombre que se esforzaba por dibujar una sonrisa»

Los Cuentos de mar y sangre nos permiten conocer a un escritor que no ha dejado de evolucionar. De hecho, desde sus 83 cuentos de mierda a este nuevo libro se nota un progeso significativo en el manejo del ritmo de los cuentos y en la búsqueda de un lenguaje cada vez más conciso pero no por eso plano, es decir, entendemos que ha conseguido trabajar duro por decirnos mucho más con menos, que es a lo que todo apasionado de la escritura debería aspirar. Sin duda, estamos ante un conjunto de cuentos asombrosos, de atmósferas y personajes muy bien sostenidos, a través de los cuales podemos pensar mejor nuestra realidad y, sobre todo, reflexionar sobre esa tensión entre la vida y la muerte.

Eros y Tánatos tensan sus relaciones frente al vacío de todas las posibilidades. Nosotros, en ese trozo de certeza y mentira que es el mientras tanto sobrevivimos a base de historias, hasta que la balanza ceda y gane el dios de la muerte. Sabemos poco, pero sí que esta vida gris también tiene su cuota de dulzura, nos lo susurra el corazón, que raras veces miente o se equivoca. Ese corazón que palpita mientras leemos estos tres maravillosos libros. ¡Que nadie se los pierda!


«Cuentos de amor y de sangre», de Antonio Magán (Uno Editorial)
Antonio Magán, la evolución constante del cuentista.

0 Comentarios