Andrés Neuman presenta en Málaga su libro «Pequeño hablante» (Alfaguara)

Conversación en el MaF entre Cristina Consuegra y Andrés Neuman: la infancia y la escritura de «Pequeño hablante» (Alfaguara).

Andrés Neuman en Málaga, 2024

La semana pasada tuvo lugar en el Museo Carmen Thyssen una conversación en torno a la infancia entre las escritoras Cristina Consuegra y Andrés Neuman. Un mágico encuentro que estuvo enmarcado en las actividades del MaF (Málaga de Festival), el único festival que todavía nos queda, como bien expresa Consuegra «de naturaleza abierta y colaborativa, en un mundo cada vez más narcisista». Una ocasión perfecta para profundizar en las preguntas sobre la infancia y la escritura del nuevo libro del escritor argentino-granadino, Pequeño hablante (Alfaguara), cuya estética define muy bien Consuegra como «poética del asombro», dado que a través de ella Neuman le otorga «importancia al valor de cada palabra».

En su libro más reciente, Pequeño hablante, Neuman continúa con una búsqueda íntima y colectiva en torno a los flujos del lenguaje, sus epifanías y sus descubrimientos. Sobre todas «las miradas curiosas que está haciendo como escritor y como padre» se han ido hilvando un montón de preguntas que le han servido para conformar este libro. Señala Cristina la importancia de la otredad, de la mirada sobre el otro, como uno de los aspectos que definen este libro. En él se narra la experiencia del lenguaje desde la mirada de un padre que ve el primer acercamiento de su hijo a las palabras. Ese bebé, ese niño, Telmo, que adquiere en el libro identidad metafórica y que nos retrotrae a nuestra propia infancia. Cuenta Andrés que en ese encuentro con la otredad, que es su propio hijo, tomó conciencia de lo mucho que olvidamos. Su idea de la infancia está en el centro del libro y también de la conversación y se edifica en tres inquietudes bien determinadas: ¿Cuándo termina la infancia? ¿Cuándo termina un bebé? y ¿Cuándo empieza la ficción? Estas tres preguntas guían la deliciosa conversación entre Andrés y Cristina y nos permiten a las asistentes llegar hasta el hueso del origen de Pequeño hablante.

Volver a ver y tener la suerte de escuchar a Neuman es siempre una nueva posibilidad para el asombro. En la charla comparte afirmaciones magníficas acompañadas de anécdotas y guiños juguetones. Porque Neuman es todo eso: un escritor erudito con alma de niño, capaz de introducir en sus afirmaciones más acertadas curiosas miradas con aire jocoso. «Siempre me ha interesado la infancia», confiesa, y luego dice que su experiencia como padre le ha ayudado a volver a esta idea con nuevas preguntas. El resultado de esa experiencia son estos dos libros, Umbilical y Pequeño hablante, donde el primero versa en torno a los asuntos concernientes a lo preverbal y el segundo se enfoca exclusivamente en el aprendizaje del lenguaje. A veces se nos olvida, dice Neuman, que una vez también «nuestra lengua materna fue extranjera» y que aprenderla supuso un gran esfuerzo de nuestra parte. «Nos tuvimos que ganar la realidad palabra por palabra», sentencia.


Andrés Neuman junto a Cristina Consuegra conversando sobre la infancia en el MaF 24
Poética del asombro son las palabras que usa Consuegra para definir el libro.

Las experiencias más importantes de nuestra vida —nuestro paso por el útero, el nacimiento (experiencia traumática si las hubiera), nuestros primeros balbuceos— se nos han olvidado, «como olvidamos los caminos paralelos entre el verbo y el cuerpo». El registro del lenguaje abriéndose camino a través del cuerpo de Telmo es la gran búsqueda de este libro, la confirmación de que «el cuerpo y el corpus avanzan al mismo tiempo». Reúne los asombros de dos personas que están en los extremos casi opuestos de la vida, uno que está empezando y otro que se empieza a despedir, y que, sin embargo llegan a la misma conclusión: lo verdaderamente importante es el aquí ahora.

«Hablamos de las etapas de la vida" como si realmente pudiéramos compartimentar las experiencias a lo largo de la existencia, "como si realmente las etapas se cerrasen". ¿Volvemos a la infancia o nunca la abandonamos? Neuman se decanta por esa idea de la infancia eterna, que no se acaba nunca. Porque «nos pasamos la vida releyendo la infancia (...) y en cada nueva lectura nos dice algo nuevo», afirma. Tenemos una infancia inmanente, que arrastramos a lo largo de la vida, y que produce todo lo bueno y también el dolor. «Todo lo que hay de vanguardia en nuestra vida tiene que ver con sostener la maltrecha infancia».

Las anécdotas ponen en movimiento la dinámica de la conversación y dan pie a una reflexión más profunda sobre el lenguaje. Cuenta Neuman que cierta vez estaba jugando con su hijo y de pronto oyeron el ruido de un coche en la calle. Al cabo de un ratito Telmo dijo "Pasó coche". Una conmoción brutal sacudió al padre asombrado, que en ese momento fue consciente de esa emoción excesiva, pero que supo entender a qué se debía: su hijo acababa de conjugar en pasado. Si tenemos en cuenta que un bebé «es una máquina de presente y quienes viven en el presente no pueden decir "pasó coche"».


Andrés Neuman junto a Cristina Consuegra leyendo fragmentos en el MaF 24
Un libro sobre el aprendizaje del lenguaje

En el horizonte del goce nace la ficción. El gran regalo de la infancia es el juego, y es importante que no lo olvidemos, pero también lo olvidamos. Telmo juega con su mamá y su papá a los animales invisibles: un malón de criaturas invisibles van asomándose a la casa y ocupando la mesa del desayuno. En el centro duerme un imponente cocodrilo, que sólo pueden ver los que realmente Ven. La madre decide traer un cocodrilo de peluche que a Telmo le gusta mucho y, en un descuido del niño, lo coloca sobre la mesa, en el lugar donde estaba previamente el cocodrilo invisible. Pero el niño no está interesado ahora en este cocodrilo, tan material, tan cierto a los ojos humanos, y dice que quiere "el otro cocodrilo, el de verdad". Es una anécdota magnífica, tremendamente poética, y Neuman la comparte para explicar cómo funciona la relación con la ficción, con esta forma de amar lo cierto de lo inmaterial. Cuando aprendemos a jugar con lo invisible, y creer en él, "ahí es cuando empieza la ficción».

El acto se cierra por todo lo alto con la lectura por parte del autor de algunos fragmentos de Pequeño hablante. Ahora sólo tenemos que completar esa tarea. La reivindicación del juego y del goce están presentes en la literatura de Neuman, pero quizá en este díptico que conforman Umbilical y Pequeño hablante con una fuerza renovada y sísmica. Si pensamos que la respuesta sobre el fin de la infancia es "Nunca", que un bebé se termina "cuando nace el pretérito" y que nuestro aprendizaje de la ficción tiene que ver "con lo invisible", leer este bello libro podría ser una hermosa forma de recorrer ese camino de vuelta a la infancia para pensar nuestra propia relación con la ficción. A la lumbre de Neuman las palabras son el juego más exquisito que podamos tener.


El nuevo libro de Neuman junto a un mate
PEQUEÑO HABLANTE. ANDRÉS NEUMAN. ALFAGUARA. 2024.

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