«Tan tonta», de Carlos Catena Cózar (La Caja Books)

La primera novela del autor de «Los días hábiles».

Portada de «Tan tonta», de Carlos Catena Cózar (La Caja Books)

Una novela es una voz. O debería. De un tiempo a esta parte la acción ha acaparado todo el protagonismo de la literatura y el tono ha quedado relegado a un espacio de ornamentación. Pero cada tanto aparece una novela auténtica que defiende la voz como vértebra absoluta de la trama. Tan tonta de Carlos Catena Cózar (La Caja Books) es uno de esos libros. El poeta de Los días habiles sorprende con una maravillosa primera novela donde lo que sobresale es la voz de una narradora fabuladora y contradictoria que nos absorbe desde la primera frase.


Una novela auténtica.

«Llevo aquí un mes y por la noche, con todo apagado y a punto de quedarme dormida, aún siento que estoy en otra habitación». Así comienza Tan tonta para depositar en nuestro imaginario un personaje que pendula entre la torpeza y la ternura, entre sus miedos y sus ansias, mientras intenta labrarse un futuro. Carlos Catena Cózar construye una extraordinaria fábula sobre los exilios interiores que a veces vienen acompañados de extranjería material, pero no siempre, y nos invita a pensar en aquellas experiencias que nos trastocan y nos obligan a volver a la infancia, de alguna manera. Toda herida tiene su huella fantasmagórica, su permanencia y compañía aleccionadora y, a veces, cruel a lo largo de toda la vida. Pienso que este es el eje sobre el que se apoya esta historia de mirada juvenil vertebrada en torno a la extrañeza y el descoloque respecto al mundo.

La protagonista de esta historia es también su narradora: una joven española que acaba de llegar a Dublín para trabajar de niñera y que está convencida de que el pasado ha quedado realmente atrás. Pero una serie de sucesos e intuiciones personales la llevarán a una situación de inestabilidad que alimentará el fuego de la trama. Una de las cosas más interesantes es el manejo del misterio, que se alimenta acertadamente de los malentendidos que surgen por los problemas de comunicación que vive la protagonista y que se nos van presentando con cuentagotas. Aunque al principio pueda parecer que estos malentendidos tienen que ver con el idioma, son mucho más profundos, vienen de una parálisis interior de la narradora que le impiden comunicarse con fluidez; el silencio ruidoso que la gobierna será el motor del tono y de la trama y, es posible, que el ritmo constante de su voz se nos quede pegada a la memoria. Tenemos que estar preparadas para convivir con una joven llena de temores e inseguridades, que se siente fuera del mundo e incapaz de pertenecer a él, aunque sin perder la esperanza de convertirse en otra persona. ¿Será capaz de abandonar a los fantasmas del pasado que ya están pisándole los talones?

Aquí quiero hablar de un aspecto que hace de esta novela una gran obra a nivel estético. La voz de la narradora no se limita a contar hechos sino que también se deja llevar y expresa lo que siente respecto al mundo y lo que desearía que ocurriera. Su mente creativa es poderosa y se alimenta de sueños y espectativas respecto a sus relaciones. Sueña con nitidez lo que va a ocurrir cuando finalmente se decida a hablar o pedir algo, pero esa intensidad se desmorona cuando ante las oportunidades de hacerse oír se mantiene en silencio. De algún modo, los elementos significativos de la trama son imaginarios. La novela transcurre en su cabeza, porque la mayoría de las cosas que visualizamos no son cosas que suceden sino situaciones imaginarias que adquieren solidez al ponerse en palabras.


Portada de «Tan tonta», de Carlos Catena Cózar (La Caja Books)
La primera novela de Carlos Catena Cózar

Siguiendo en esta línea podríamos decir que es una novela de anticipaciones y fabulaciones. Por eso es tan importante la voz: el torrente verbal que nos permitirá conocer la potencia de esos titubeos y del autodesprecio. La narradora se siente aislada y su relación con el mundo se gesta a partir de esa sensación y de la distancia que impone la autoprotección en una mente que se siente amenazada por todos los frentes. Y hay un recurso que usa Carlos que me parece muy atinida: la ausencia de nombres; no se vale del manido recurso de las abreviaturas por truncamiento sino de una forma más precisa, etiquetas tales como "el niño", "el padre", "el profesor de piano", "mi amiga", que nos permiten reconocer con facilidad el mundo en el que se encuentra inmersa, sintiendo esa distancia que la separa de esas personas. Esto colabora mucho con la comprensión de su lucha interior contradictoria, que la mantiene oscilando entre dos deseos opuestos: integrarse en el mundo y mantenerse aislada. Todas sus inquietudes y sus esperanzas giran en torno a esa dicotomía.

La dificultad de escribir sobre personajes que se encuentran en el umbral entre la infancia y la madurez la sortea Carlos con acierto, al alejarse de tópicos y evitar caer en el discurso buenista o infantilista. Seguramente, insisto, el gran logro es esa voz consistente que fluye velozmente al hilo de pensamientos e ideas que se suceden sin freno y que, gracias a su ambivalencia, nos permiten asomarnos a una visión de la infancia y del mundo de los adultos que parte de su experiencia y su sensibilidad, sin remilgos moralistas ni censura aleccionadora. Ciertos pasajes de la novela nos permiten intuir que hay un deseo por sostener la ambigüedad del discurso que se refuerza al partir de la mirada de la narradora. Si una novela es una voz, esta historia definitivamente, todo se lo debe a esa Voz.


La construcción sólida de la voz

«No seas tonta, me dice y yo ya sé que es una frase hecha, algo que se dice sin pensar». Contra lo que podamos pensar, la chica no es tonta. Las frases de la crianza y del mundo se le han pegado y las usa como un disco interior, pero el fuego interior que a veces asoma nos habla de una criatura atrapada en el pasado, alimentando fantasmas que nunca terminan de dejarse ver del todo. Esta es una de las cualidades mejor logradas de la novela: al final no terminamos de conocer a la chica, pero podemos intuir el invierno del que viene. La construcción de un mundo parlante interior es un arma de doble filo: sirve para aliviar la sensación de soledad y aislamiento pero, al mismo tiempo, es una mirada correctiva que invalida los miedos y alimenta el autodesprecio. Al final, lo más destacado de esta joven, lo que da al personaje y a la narración una potencia brutal es el deseo, motor de todo lo vivido y también puerta a todas las posibilidades. Es el responsable de que la joven imite y desee parecerse a los que la rodean, para dejar de ser "la tonta". Lo que nos aleja del mundo a veces es lo que termina acercándonos a él.

Una novela es una voz y en esta primera novela de Carlos Catena descubrimos una voz auténtica, potente en sus inseguridades. La narración en primera persona está contenida en un estilo que por momentos da rienda suelta al flujo de conciencia y luego se interrumpe para narrar los hechos que ocurrieron. Es un estilo potente que se te mete en el cuerpo y te permite acompañar las inseguridades de la protagonista de una forma intensa. La ambigüedad del personaje se puede apreciar brutalmente gracias a la elección del tono y el estilo narrativo. Es una narración llena de matices que también nos empuja a mantener con el personaje una relación contradictoria. Hay humor, parodia y también cierta picardía en el tono que ayudan a desdramatizar las situaciones y a disfrutar de una historia compleja y entretenida. Creo que todos, como le ocurre a la narradora, en algún momento nos hemos sentido así de fuera del mundo, tan tontas y a las vez tan necesitadas de una palabra cariñosa que nos ayude a salir de nosotras mismas para atrevernos a hacer lo que deseábamos, esta novela puede ser una hermosa invitación para visualizar nuestros propios fantasmas y asumir el riesgo absoluto que supone la vida.



Portada de «Tan tonta», de Carlos Catena Cózar (La Caja Books)

TAN TONTA
CARLOS CATENA CÓZAR
PREMIO 'VALÈNCIA' DE NARRATIVA
LA CAJA BOOKS
2024

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