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«Si alguien pasara por allí en ese momento vería a una pareja corriente, sentada en un sillón gris». La primera escena de Las ausencias que me habitan de Marina Medina Poveda (Mil Madres) nos introduce de lleno en la enorme dificultad que supone exteriorizar una experiencia íntima dolorosa. A través de una historia cercana, escrita con honestidad y con un lenguaje directo pero bello, Medina Poveda nos invita a reflexionar sobre las complejidades de las relaciones humanas a través de un tema que todavía sigue siendo raro en la literatura, la depresión pospérdida gestacional, el duelo que supone despedir a una criatura que nunca llegó a nacer, pero cuyo cuerpecito habitó las paredes carnales de la madre durante unos meses. Un libro que se lee con el corazón dando pequeños saltos, entre la ternura, la desazón y la más honda de las soledades. Que nadie se lo pierda
Contenido del artículo
Introducción
Es una primera novela fabulosa, que destaca por su solidez y por contener una escritura sensible que nunca se convierte en empalagosa o catastrofista. Medina Poveda sostiene el ritmo de principio a fin y nos invita a adentrarnos en el corazón dolido de una protagonista compleja. Consigue así, con asombroso acierto, explorar los vacíos y las presencias intangibles que configuran nuestra identidad y las muchas formas que encontramos de sobrevivir en un mundo que se nos queda chico.
Me gustaría apuntar una curiosidad: desde el título se anticipa una dualidad que tomará cuerpo a medida que avanzamos en la lectura. El texto se configura de lo que está y de lo que falta: las "ausencias" son las protagonistas, y no como meros vacíos sino como fuerzas activas que moldean la percepción y las emociones de la narradora. A su vez, la experiencia carnal y rutinaria de la protagonista, sus lazos con su hijo y su pareja, su estar con cuerpo en el mundo, sirven para mantenerla activa en el presente. Pero la depresión está ahí acechando, armándose de lo que existe y lo que no. En esa dicotomía de la realidad donde el mundo sensible se construye de percepción y melancolía, Medina Poveda reproduce una perfecta estampa de la identidad, donde lo abstracto adquiere a través del lenguaje cuerpo y voz para hacernos partícipes de una búsqueda interna del personaje, que se convertirá a la vez en una exploración personal sobre las propias ausencias.
En esa dicotomía de la realidad donde el mundo sensible se construye de percepción y melancolía.
La voz de Medina Poveda es honesta y madura, y esto resulta sumamente asombroso si pensamos que es un primer libro. Los saltos temporales, la estructura y los personajes se sostienen de forma contundente a lo largo de toda la novela. Y esto la convierte en una primera novela asombrosa, que no tiene los vicios propios de la escritura iniciática. Aunque se trabaja con una experiencia intimista, el libro alude a una experiencia colectiva que comparten muchas mujeres, lo que convierte el relato en algo universal, que puede generar un diálogo abierto con aquellos que se acerquen a la lectura con deseo.
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Marina Medina Poveda. //FOTO: Diario Sur |
Apuntes generales sobre la escritura de Marina Medina Poveda
La narradora de Las ausencias que me habitan es una mujer que ha sufrido diversos abortos y se encuentra en el momento en que se inicia el relato atravesando un embarazo de riesgo. Su sistema emocional está herido y asustado, y físicamente se encuentra cansada. La autora introduce con esta historia numerosas preguntas en torno a los mandatos que existen sobre la maternidad y revisa aspectos relacionados con la imposición de roles a las mujeres así como también plantea interesantes preguntas sobre las expectativas que los hombres tienen sobre los cuerpos de las mujeres a las que dicen amar. Es una novela dura pero que tiene su fondo de luz, que reside en la importancia de salvaguardar la niña interior, deseosa de pájaros, para atravesar los momentos difíciles que nos impone la vida como adultas.
El tratamiento delicado pero honesto de la depresión pospérdida gestacional es uno de los rasgos destacados de este libro. La soledad habitada por una mujer que no está sola. La soledad que clava su uña y abre en canal la percepción, contribuyendo con una visión distorsionada y siempre nebuloso del mundo. Leemos: «He perdido la noción del tiempo. por un instante he creído que podía dejar de existir e irme por el desagüe». Una novela que viene a alimentar un universo rico de escrituras, conformado con nombres como los de Annie Ernaux, Elizabeth McCracken y Margaret Atwood; Marina Poveda se suma a esta genealogía de escritoras que intentan no sólo pensar la experiencia de la maternidad con sus heridas sino también imaginar nuestros cuerpos fuera de las imposiciones del sistema.
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Un lenguaje directo y realista pero no catastrofista |
Un apunte sobre la estructura
En lo formal podríamos señalar que se apoya en la estructura clásica de la novela, pero con una mirada moderna, donde se deja atrás el final edulcorado para dar paso a una narración compleja cuyo pulso vital y constante está determinado por las propias contradicciones de la vida. Llaman la atención los diversos puntos de giro que encontramos en la historia, y que sirven como catalizadores del ritmo, siendo cada uno un detonante que revitaliza el relato.
Medina Poveda proviene de una familia de poetas, lo cual se refleja en su uso de un lenguaje vibrante y colorido. Sin embargo, su voz es profundamente realista y humana, y es en los elementos físicos de la vida, como el cuerpo y los objetos, donde se centran los ejes fundamentales de su lenguaje. A pesar de ello, se permite ciertas licencias, como introducir fragmentos de canciones y poemas dentro de la narración, lo que nos permite adentrarnos más profundamente en la sensibilidad de la narradora y en su interacción con lo metafórico.
El punto de misericordia y optimismo lo podemos encontrar en los pasajes retrospectivos que le sirven para ver pasar los momentos felices (y no tanto) de su vida, como una forma de entender el punto en el que se encuentra. Hay en esa mirada nostálgica muchísima luz, que le permiten incorporar al relato la ternura y la alegría de otro tiempo. «Éramos tan jóvenes y nos quedaba tanta vida y tanta muerte por delante. Y nosotros sin saberlo».
Es una lectura difícil pero que, gracias al lenguaje cercano y colorido, proyecta cierto vuelo imaginativo y fantasioso que nos ayuda a atravesar el duelo y la tristeza con esperanza. Medina Poveda se decanta por frases cortas y contundentes y un registro coloquial, que luce especialmente en los diálogos, a través del cual consigue trasladarnos al infierno que supone esta experiencia brutal para la narradora pero también a los huecos por los que la luz sigue entrando en su vida.
Medina Poveda se decanta por frases cortas y contundentes y un registro coloquial, que luce especialmente en los diálogos.
Valoración final de "Las ausencias que me habitan" de "Marina Medina Poveda"
Con Las ausencias que me habitan Marina Medina Poveda se nos presenta como una autora a tener en cuenta en el panorama narrativo actual, y este libro, publicado con el cuidado característico de la editorial Mil Madres, es una lectura que no defrauda. La intensidad de la experiencia lectora nos lleva a cerrar el libro con un único deseo, como el que tiene la narradora en un momento: «Quiero dormir sin soñar y despertar cuando vuelva a estar de una pieza».
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LAS AUSENCIAS QUE ME HABITAN. MARINA MEDINA POVEDA. MIL MADRES. 2024 |
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