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El gran trabajo de la escritura es descubrir la realidad. Es decir, «destapar lo que está tapado». En su Integral. Dietario reunido, Benito del Pliego (Editorial Casa Vacía) lleva el esfuerzo a una nueva dimensión. La palabra está hecha de materia, opera en la realidad con su cuchilla de fuego y, al destapar, también deja una marca. El ejercicio poético, mirado así, no funciona como una representación de la realidad sino más bien como una reja que se hunde en la tierra del mundo y reescribe la huella o intenta al menos que la herida quede al descubierto, con toda su violencia. Pero la palabra es música y color. Porque toda herida tiene su espanto pero también su luz. Y el gran acierto de la poética de Del Pliego está ahí: en el equilibrio entre desesperanza y posibilidad. Este poemario reúne monólogos y escritos personales y poéticos compuestos a lo largo de casi una década, que nos permiten conocer (o revisitar) la sensibilidad poética de un autor verdaderamente fabuloso. Descubrir la realidad y arañarla. Esto que hace Benito del Pliego.
Contenido del artículo
Introducción
La mirada poética de Benito del Pliego no se parece a ninguna. Una insistencia en lo minimalista es la marca de identidad de este poeta, que explora las fronteras materiales y abstractas del mundo a través de la palabra. Precisión. Asociaciones libres. Fragmentación. Estos rasgos, presentes ya en libros como Merma, Dietario y Posos de lectura en este dietario adquieren un nuevo sentido. Si la experimentación es ya una visión total del poeta madrileño, en esta ocasión construye un poemario fusionando la obsesión poética con el discurso pretendido de un diario de vida o cuaderno de anotaciones. De este modo consigue una obra que explora las preguntas sobre el lenguaje pero con una presencia material contundente.
El lenguaje funciona como un catalizador de las emociones, las experiencias y los movimientos de la realidad en el poso de lectura. Y las preguntas sobre las encorsetadas formas en las que se asume la palabra y su relación con el mundo son quizás el eje central en torno al cual se va componiendo este libro. «La ortografía es cosa de momias», leemos. Y luego, que la única forma de desasirnos de ella es «sacudiéndotela». Desde ahí, Del Pliego va descubriendo, es decir, «registrando o alcanzando a ver», las muchas capas que constituyen la realidad y las infinitas miradas que se pueden proyectar sobre ellas, para llegar un poco más hondo, donde está parado el otro, los otros, los distintos, los nuevos, los extraños. «Si yo soy un otro, ¿quién es el tú?», se preguntará parafraseando a Rimbaud.
El lenguaje funciona como un catalizador de las emociones, las experiencias y los movimientos de la realidad
Apuntes generales sobre Integral. Dietario reunido
Este poemario. Y ahí tenemos la primera gran incógnita del libro: ¿es un poemario? Y no es una inquietud menor. Nuestro trabajo al pensar los libros es intentar enmarcarlos en un decir colectivo, que es a lo que aspiran los géneros. En este caso, la verdad del decir está escondida. Nos adentramos en un diario o en una selección de entradas de diversos diarios, para ser más precisa, pero no hay intencionalidad de registrar de forma estructurada ni los pensamientos ni los sucesos, sino de agitar ideas y proponer preguntas que no se han planteado con la suficiente claridad. El empeño de la escritura es poético, porque lo anecdótico aquí funciona como potenciador de la reflexión filosófica o para otorgar una determinada temperatura a la mirada, pero no en sí como hecho relevante (cualidad que tienen los sucesos narrados en un diario). La pulsión del libro es explorar a través del lenguaje la vida. Es decir, descubrir la realidad. Desde ese lugar, Benito del Pliego encara un trabajo de indagación que va de lo cotidiano a lo político.
El comportamiento humano en el centro, pendulando entre las obsesiones y el deseo. Nos ofrece una lectura íntima, sobre la forma en que el tiempo va dejando su melancolía sobre el cuerpo que ya no vivirá de nuevo, y también una lectura política que se cimenta en los dilemas de la realidad que atraviesan esa experiencia personal. Las dictaduras en Oriente Medio, Gadafi, las armas sobrevolando la historia sobre la tierra, Libia («En algunas ciudades de Libia se cuentan los muertos por miles»), Estados Unidos, el Boeing 777 desaparecido en 2014... El mapa del libro es la historia del dolor, de la incapacidad para mirar al otro, la dificultad para escuchar y también, la palabra en su sombra aún por desvelar. Esto es brutal: «Abolir la pretensión de una palabra a salvo, de una palabra labrada». Todas las posibilidades de ese mostrar la realidad están en el lenguaje, pero no tanto en lo que asumimos de él sino en lo insospechado, la posibilidad dormida, a la que Juan Ramón Jiménez se refiriera como «la forma suprema de conciencia». Este libro se escribe desde ahí, indagando en lo no dicho, en lo secreto escondido pero tocando con insistencia la realidad, el mundo material en su sentido más claro.
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Contradicción y fractura guían a la voz poética a través de las páginas |
La extrañeza dibuja el contorno del mundo
El poema no tiene tema. La mirada se rompe para explicar el mundo, pero no busca explicarlo. La poesía se ejercita en su salto al vacío para dibujar el contorno del mundo, pero lo hace desde la extrañeza, desde la búsqueda de una forma que se sale de la forma. «Salvo en aquella ilusión en nada crees y de nada escribes»; lo que pulsiona el decir es una intuición, una visión no confirmada de la realidad. El argumento no tiene cabida en este libro que se parece más a una sucesión de paisajes intimistas y políticos: la voz va detrás de los acontecimientos pero no para hablar sobre ellos sino para desvelar lo que ellos no muestran, lo que de ellos no se dice. El poeta escribe el silencio y pone nombres nuevos a los días, partiendo de detalles sutiles pero eléctricos que operan sobre el lenguaje de forma asombrosa.
La poesía para Benito del Pliego es un método de búsqueda de luz. «Oculto a vista y verdad, salvo a la vista y la verdad del tacto; oculto a toda verdad, salvo a la verdad de la que sueña». Desde la extrañeza y la soledad, la indagación poética pretende iluminar las zonas oscuras de la realidad. Aquí no viene mal preguntarse: ¿Y la verdad del poema? Que es, seguramente, una de las inquietudes que nos asaltan ante una lectura de este calibre. En la escritura de este libro la mirada importa más que la verdad, porque el mundo se ilumina gracias a la apertura del diafragma. La actitud a la hora de observar el mundo determinará la capacidad para ver las zonas iluminadas, pero en ese abrir la mirada hay también intervención del mundo, por eso mirar deviene ejercicio poético-vital que más que descubrir el mundo lo transforma. «El visor deja pasar la luz, pero no queda intacta. Esa disparidad es la distancia entre el poema y las cosas: proyecciones, hologramas, audacias del verbo», escribe Del Pliego.
El mundo se ilumina gracias a la apertura del diafragma.
La fragmentación como camino de exploración
El poema que habla se rompe. Ésta podría ser una buena forma de entender la obsesión formal de Benito del Pliego. No existe una línea clara de exploración, no hay discurso válido cuando lo que se busca es conocer o desvelar un decir escondido. El lenguaje es un río salvaje desbordado que abandona su cauce para encontrar un movimiento inesperado y transformar la geografía. Sólo podremos transformar la realidad si aprendemos a mirarla-pensarla desde otro lugar: ésta es la gran premisa de este libro y, creo, la única certeza posible para el poeta.
En lo formal, el gran acierto de este libro está en la fragmentación, la fractura del decir y la articulación de elementos sin aparente vínculo en la expresión de ideas discordantes que explican las extrañas sintonimias de la vida. Las imágenes brutales que se cruzan con chispazos de ternura, el asombro de las primeras experiencias que renueva la mirada del presente, las enumeraciones que caen en los poemas como puñetazos y golpean en seco, tambores que marcan el ritmo de una secuencia de imágenes, sucesos y pensamientos cuyo única obsesión es encontrar las preguntas que ayuden a pensar el mundo. Se apuesta por lo híbrido en toda su magnitud, se insiste en la fragmentación y con la aliteración se consigue un ritmo constante. «La disolución, la desilusión, transnacionalidad hacia ninguna parte». La poesía descubre el mundo y la voz poética participa, interviene, ofrece una visión de la realidad transformada y transformable. Quizá en este detalle resida la gran fortaleza y luminiscencia de este fabuloso libro.
La poesía transformadora de mundos
«La comunidad internacional se desmorona». Integral. Dietario reunido es una obra absolutamente contemporánea, porque nos zambulle en el corazón de un mundo que está roto en mil pedazos, pero tiene también lo que buscamos en la buena literatura, atemporalidad. En ese sentido, al asomarnos a su lectura percibimos los ecos de obras como El oficio de vivir de Cesar Pavese o los Cuadernos de Simone Weil, donde la mirada es esencialmente política y filosófica pero donde también se nota el empeño por construir una mirada propia y poética, o el trabajo de la belleza. En una de sus entradas escribe Del Pliego sobre la obra de Richard Serra: «El peso se sostiene en el vacío, la precariedad es inamovible». Podría también estar hablando también de su escritura.
Este libro es una joya preciosa, poética y de desviación aforística, dictada por una Voz que desconfía del lenguaje y es toda ella un tremendo interrogante. Un libro que viene a confirmar la gran capacidad de Del Pliego en el decir breve y conmocionado, la mirada poética de un poeta deslumbrante que ha hecho de la escritura camino en sí, búsqueda inquieta e incansable. Cuya plegaria podría ser: «No escribir lo escrito/ o lo por escribir;/ escribir sólo escribir».
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INTEGRAL. DIETARIO REUNIDO. BENITO DEL PLIEGO. EDITORIAL CASA VACÍA. 2024 |
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