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«A. Pérdida de cuanto sigue. La primera en la frente». Miguel Albero publica Diccionario provisional de pérdidas (Abada Ediciones), un libro que desde el comienzo nos permite volver al feliz hallazgo de su voz y descubrir esa mirada punzante y siempre atenta a los bordes que le caracteriza. Un diccionario que ofrece una posibilidad doble de lectura: por un lado, se puede leer de forma continua, página a página, casi como una novela; por otro, funciona perfectamente como obra de consulta, entrada a entrada, para profundizar en temas concretos. Sin duda, una lectura distinta que recomendaré muchísimo para ampliar nuestra mirada léxica y política en torno al lenguaje.
Ordenar las palabras
Aunque muchos se la atribuyen a Borges, fue Anatole France quien dijo que un diccionario es un universo ordenado de forma alfabética. O a lo mejor fue Borges. Lo importante es la idea: la posibilidad de pensar en las palabras como constelaciones unidas a través de líneas invisibles, iluminándose las unas a las otras. La propuesta de Miguel Albero va por ese camino. Este libro puede leerse como cualquier otro libro, página a página, definición tras definición. O también permite ser aprovechado como un libro de consulta. En este universo que nos presenta podemos percibir ciertas obsesiones, palabras que parecen tener más protagonismo y atención por parte del autor, y también guiños humorísticos que nos permiten apreciar la naturaleza genial de su escritura.
Diccionario provisional de pérdidas es una obra singular que se presenta como un diccionario, pero se lee como un ensayo literario y filológico lleno de ironía, reflexión y creatividad. A poco que empecemos la lectura podemos distinguir con claridad el reconocible estilo rebelde y plagado de ideas humorísticas de Albero. Pero lo más destacado, sin lugar a dudas, son los desplazamientos conceptuales; el autor nos conduce por un camino reflexivo y, de repente, nos sorprende con un cambio de perspectiva, una contradicción inesperada o una conclusión que subvierte lo planteado anteriormente. Es como si el ensayo jugara con nuestras expectativas intelectuales y pusiera en duda nuestra capacidad de percepción. Un autor que ha entendido cómo jugar con nuestra sensibilidad lectora.
Este libro podría pensarse como un diccionario para perderse y encontrarse. A través de la lectura navegamos por una buena ristra de definiciones que nos acercan la etimología de las palabras y sus usos a lo largo del tiempo. Pero es que incluso esta idea tiene una claridad literal: la primera entrada es «A. Pérdida de cuanto sigue». —El autor se inclina por su uso como prefijo, que indica «oposición, pérdida o privación de algo»— y la última, «UBICUIDAD. Pérdida de la localización». —Una palabra que se vincula a las capacidades de dios, «que está presente a un mismo tiempo en todas partes»—. Nos perdemos para encontrarnos.
Entonces, nos perdemos para encontrarnos
Un recorrido fabuloso
Uno de los aspectos más interesantes de este diccionario es que no propone un recorrido lineal. Siguiendo la estela de Cortázar en su Rayuela, Albero se deja llevar y usando como parámetro las afinidades semánticas entre los términos construye un tremendo glosario que permite que nuestra lectura sea colorida y nada monótona. Este enfoque nos permite sumergirnos en una experiencia sensorial fascinante, mientras dibujamos mentalmente un viaje a través del diccionario. Y Albero hace algo interesante, de alguna manera nos permite entender que toda elección, que toda victoria, es decir, toda experiencia, acarrea alguna pérdida, que la carencia o la falta de algo siempre está escondida detrás de todas las vivencias, incluso aquellas satisfactorias o que traen alegría o felicidad.
De este modo, la lectura nos lleva desde las pérdidas más evidentes, como puede ser «DESPIDO. Pérdida del empleo», hasta otras que acarrean cierto giro de perspectiva, como «CONVICCIÓN. Pérdida de la duda» o «APOCALIPSIS. Pérdida del futuro». Y hay más, en su intento de incorporar la ruptura del hilo lógico, Albero juega con los significados en profundidad. Así nos encontramos con la definición de «PERDIDA. Pérdida de la tilde de pérdida» o de «EBRIEDAD. Pérdida de la templanza»; este tipo de giros no siempre son humorísticos, a veces inyectan un ápice de dramatismo o de reflexión filosófica. Como cuando define: «DESARRAIGO. Pérdida de las raíces». Aquí encontramos algo que se repetirá en otras definiciones y es una lectura subterfugia, que vertebra con cierto matiz autoficcional algunas de las definiciones, porque nos enseñó Virginia Woolf que no existe el diccionario neutral, porque todas las palabras que decimos nos cuentan. Así, en algunas definiciones podemos llegar a encontrar una voz narradora huidiza; en esa pérdida de raíces, por ejemplo, reflexiona sobre la curiosa forma que tiene este duelo y le da una vuelta a esa idea de carecer de raíces. «El tronco, la persona desterrada, sobrevive como la lagartija sin su trozo y las raíces se quedan huérfanas en su sitio», leemos.
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Un diccionario con amplias posibilidades de lectura |
Esa luz llamada Miguel Albero
He leído todo lo que ha escrito Miguel Albero. Cada uno de sus libros me produce asombro y alegría, porque hay en su escritura un fervor curioso del lenguaje que se ha mantenido vivo desde sus primeros ensayos. Este libro sigue en esa línea, tensionando la ambición y proponiendo miradas nuevas, en este caso sobre el sentido de las palabras. En este Diccionario provisional de pérdidas nos ofrece una visión profunda y a la vez lúdica de las pérdidas que nos acompañan. Porque aprender a reírnos de nosotros mismos y de nuestras grietas puede ser una magnífica forma de sobrevivir.
Albero juega con el significado de las palabras y establece un fabuloso glosario que relaciona términos e incorpora una visión nueva, a veces de carácter político (entendiendo esto como la capacidad para pensar el mundo, no de ofrecernos un folletín ideológico), a veces de corte humorístico o filosófico y ofreciéndonos un viaje a través de la forma en que ciertos términos han sido utilizados para denostar a ciertos grupos a lo largo de la historia de nuestra lengua. Es en ese sentido, un diccionario que tiene cierta pretensión histórica y que emprende una búsqueda en la etimología de las palabras que nos ayuda a comprenderlas mejor.
Nos ofrece una visión profunda y a la vez lúdica de las pérdidas
Es una obra que desafía las convenciones del género y ofrece una experiencia de lectura única. Un libro que invita a la reflexión, al humor y a la exploración de nuestra propia relación con la pérdida. Roberto Bolaño defendía con ganas el Diccionario de Voltaire, decía «es una de las obras más amenas y modernas que conozco». Estas calificaciones servirían para referirse al libro de Albero, donde las pérdidas se asoman de forma contundente y también hay una reflexión sobre algunos de los temas más importantes de nuestro tiempo, una mirada al mundo de las ideas y a la forma en la que el lenguaje se ha ido construyendo.
Una pregunta sobre la importancia que damos a las palabras y,sobre todo, una resistencia frente a un mundo que quiere convertir el lenguaje en un bien de intercambio. Una defensa absoluta de los significados de las palabras, de sus matices, de las posibles sensibilidades que se despiertan en cada término y el sueño de volar. Que nadie se pierda este diccionario donde todo lo perdido y lo no hallado se encuentra reunido. Estoy segura de que es una lectura que no defraudará a quienes se atrevan a perderse en sus páginas.
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DICCIONARIO PROVISIONAL DE PÉRDIDAS. MIGUEL ALBERO. ÁBADA EDICIONES. 2024. |
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