Escritora argentina perteneciente a la Generación del Cuarenta.

«Todo pasa como si no hubiera pasado». Esta sentencia que pertenece a Silvina Ocampo podría servir para sintetizar el espíritu de esta autora argentina. A lo largo de su vida produjo una obra amplia donde el humor y la crítica le sirvieron de salvavidas contra el mundo estructurado en el que le había tocado criarse.
Silvina Ocampo nació el 28 de julio de 1903 y falleció el 14 de diciembre de 1993 en Buenos Aires. Si bien residió en otros sitios, la mayor parte del tiempo lo transcurrió en la capital argentina donde se vinculó con algunos de los personajes más relevantes de la escena literaria de su época. Ella misma fue protagonista en aquel tiempo de inmensa productividad y colaboró con una visión externa de la literatura argentina que ha servido para ampliar las posibilidades de los autores y autoras posteriores.
La obra de Silvina Ocampo
Si bien Ocampo experimentó con diversos géneros literarios, su apuesta por el cuento fue verdaderamente poderosa. Se la considera una de las grandes voces breves de su generación.
Entre sus obras más importantes podríamos destacar Viaje olvidado, Enumeración de la patria, Las repeticiones, Lo amargo por lo dulce y Los nombres. Además, fue una de las creadoras de la Antología de literatura fantástica, a través de la cual se hicieron tan conocidos Borges y Bioy Casares. Ocampo, que estaba casada con el autor de El sueño de los héroes, fue una de las grandes difusoras, de hecho, del trabajo de otras autoras de su generación y más jóvenes. Es decir que la onda expansiva de su obra no se redujo a conseguir objetivos propios sino a ampliar el abanico bibliográfico de la literatura argentino.
En los cuentos de Silvina Ocampo podemos encontrar elementos reicidentes, tanto en la trama como en los temas. Deseamos quedarnos con algunos que consideramos los más destacables: la ruptura de la inocencia de la infancia a través de situaciones adultas que los personajes por ser niñas no comprenden y la culpa como hilo conductor hacia el horror y la violencia. Con ellos Silvina Ocampo supo crear un buen conjunto de historias inolvidables que nos atraviesan y nos obligan a mirar la vida con cierta desconfianza pero también con ilusión.
Toda su obra y la pasión vital de Ocampo podemos encontrarla en aquella frase que inmortalizó «A veces estar acostada me hizo creer en el amor». ¿Nos atrevemos a creer en ese amor lanzándonos a los brazos del lenguaje lúdico y pintoresco de Silvina Ocampo?
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