«Oh mar, dame tu cólera tremenda, / yo me pasé la vida perdonando». En su poema Frente al mar, Alfonsina Storni profiere una oración fabulosa al océano. Se siente pequeñita y ruega tener esa cólera para poder levantarse por encima de aquéllos que la han herido. El mar parece ese gran compañero cuando el mundo nos abandona; quizá por eso la literatura le ha otorgado un gran protagonismo. Existen numerosas citas famosas, metáforas y alusiones a él en los libros. Sin embargo, no vengo a hablar sobre libros que traten del mar, sino sobre poemarios que podrían ser la compañía perfecta para estos días de calor en los que una piensa con añoranza en el mar. Para pensar, disfrutar, y sentirnos vivas. Estos cinco poemarios son una maravilla que nadie debería perderse.
«Mano que espeja» de Cristina Elena Pardo (Balduque)
«todo es mentira / si vienen / si vienen y nos llevan recordaremos bien los pasos el arrastre el crujido» dice Cristina Elena Pardo en Mano que espeja (Balduque). Estamos ante un discurso que se interrumpe y emula la forma en la que aprendemos a mirar.
Es un juego de espejos, donde lo que parece cierto se destruye y da lugar a las dudas, al dolor, y lo cierto termina siendo lo incomprensible. Entre las cosas más interesantes del libro cabría señalar esa constante contradicción entre la búsqueda de la ternura y el equilibrio y la necesidad de encontrar en la crueldad la contundencia del lenguaje. Un poemario maravilloso que podría ser adecuado para este verano, y cualquier otro momento.
«Un vaso de agua» de Lola Mascarell (Pre-textos)
Un vaso de agua (La Cruz del Sur) es el último poemario de la gran Lola Mascarell, y es realmente una lectura fabulosa en torno a la captura del chispazo del instante.
Como si fuese una pintora renacentista, Mascarell se ocupa de los detalles y construye con ellos razones para sentir la vida y atrapar lo importante, lo que reside debajo del ruido y de la miseria de una vida sinsentido. Leerla es encontrar claridad y apego por lo que a simple vista parece inútil. Leerla es saber que hay cosas ciertas y que incluso la sabiduría del fin no puede acabar con el brillo de aquello que por un instante nos hizo tocar el cielo con las manos o adivinar el polvo de un recuerdo o el sonido tenue del vuelo de un pájaro.
Es difícil decantarse por un verso para explicar el libro. Lola Mascarell es una poeta que nos renueva el deseo de vida y de poesía; y quiero que todos la lean, y puedan ser salvados, como he sentido que me pasaba a mí, al leer versos como éstos: «Escribir por ejemplo, / que el día se termina, / y que no pasa nada»
«El invierno a deshoras» de Valeria Correa Fiz (Hiperión)
El invierno a deshoras: XI Premio Internacional de Poesía «Claudio Rodríguez» (poesía Hiperión) es un poemario fabuloso que no se parece en nada a los anteriores. En este caso estamos ante una poesía que hace pie en la tradición clásica para ir un poco más allá.
Correa Fiz juega con la sensualidad hasta llevarla al filo del precipicio y desde ahí nos sacude, nos seduce, nos obliga a releer. Y cuando creías que ya entendías de qué iba la cosa te vuelve a destartalar con poemas que flirtean con la fantasía y que parecen propios de un relato de terror. Valeria es además una persona hermosa, luminosa, alegre, muy despierta. Quiero que la lean con pasión porque es lo que ella y su poesía se merecen.
«Tiembla el odre blando de la madre en la entraña del sueño. / ¿Es una anunciación? / Ya despierta interroga la blancura de los pañales inútiles
mientras sangra»
«Chocar con algo» de Erika Martínez (Pre-textos)
Chocar con algo es un libro impactante y poderoso. Erika Martínez es una de las mejores poetas españolas. En este libro nos ofrece una búsqueda de sentido ante la experiencia vital que se ve devastada por un mundo hostil. Ir contra lo que duele para explicarlo, y hacerlo en un sentido personal e íntimo, y también en uno colectivo.
Erika Martínez hace un uso exquisito de la elipsis y es una de las poetas que mejor ha entendido la importancia de la economía del lenguaje cuando de poesía se trata. En este libro maravilloso que todos deberíamos leer encontramos frases como ésta: «A veces nos llega el efecto de algo / que aún no ha sucedido pero bulle».
«Hallar la casa» de Beatriz Viol (Endymion Poesía)
Hallar la casa de Beatriz Viol nos permita transitar hacia el fondo de la búsqueda, lo que motiva el viaje, y lo que hunde el pasado para hacerlo reflotar. Es un libro escrito con mucha sensibilidad en el que encontramos espejos y miradas. Un libro-diario de viaje, desde España a Inglaterra donde echa raíces el sentimiento de extranjería y la sensación de extrañeza que se acomoda en nosotros para siempre cuando emprendemos viajes-mundos.
La poesía de Beatriz Viol es tierna y concisa y apela a lo más hondo de nuestras emociones. Seguramente es un libro que no nos pasa desapercibidos y del que nos llevaremos imágenes como ésta: «Me quedan ocho días / para ir de vacaciones / a casa, / o a lo que fue mi casa, / o a lo que de ella quede».
Creo que a Alfonsina, que tiene también un poema maravilloso que se llama Hombre pequeñito y que yo conservo en mi escritorio, para no olvidarlo nunca, le habría encantado conocer a estas cinco guerreras de la palabra. Gracias a esta poesía, otras mujeres también encontramos alas y tiempo de descuento para salir en busca de la luz que les hace falta a nuestros cuerpos y nuestro mundo.
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