
Foto: La Primera Piedra
«Podemos ser de verdad / si la luz es poca». Así comienza un poema de Jimena Arnolfi que podría servirnos para iniciar esta biografía. A través de su obra podemos descubrir a una autora capaz de hundirse en lo profundo del monte con el entusiasmo de quien escarba en un pozo arqueológico en busca de sentido.
Jimena Arnolfi nació en Buenos Aires el 30 de septiembre de 1986. Pasó gran parte de su vida en la capital argentina. Actualmente vive en las afueras de Entre Ríos, donde escribe sobre árboles e intenta recuperar el latido natural que con el mundanal ruido se nos va olvidando. En su poesía hay mucho de espejos y de miradas al monte.
Arnolfi dice que los poetas que más la han influido son Joaquín Giannuzzi y Humberto Costantini. Aunque también habría que mencionar a su tío abuelo, Israel, que fue quien le demostró que la poesía podía abarcar muchos territorios del lenguaje, incluso la memoria y la descripción de una vida entera. Cuenta Jimena que su tío vivía lejos y le escribía cartas: un día le envió un paquete con todos sus poemas. ¿Habrá sido este gesto el que la catapultara para siempre a la escritura?
La obra de Jimena Arnolfi
«Después del vendaval, / veo los pájaros caídos», dice Arnolfi en otro poema. Quizá estos versos puedan servir para entender el pulso de su obra. La intuición conduce al aliento y de allí, al lenguaje. Al leerla descubrimos la fuerza de la naturaleza y de las sensaciones del instante que se racionalizan para hacerse palabra. Esa magia es la que nos espera a todos los que la leemos.
Arnolfi ha publicado Todo hace ruido (Pánico el pánico), Hay leña (Caleta Olivia) y las plaquetas Metafísica (La Fuerza Suave) y Defensa personal (Nosotros).
En otro poema, que se titula «Mañana», Arnolfi dice que escribe para recordar el día en que se tocó el cuerpo para conocer su futuro. «El cuerpo es el campo de información
más desconocido», sentencia el poema. Hay que leerla para descubrir a una poeta maravilloso de lo pequeño, donde lucidez y emoción juegan en el mismo campo.
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