«Más cerca aún» de Natalie Daniels (Random House)

Reseña de «Más cerca aún» de Natalie Daniels (Random House)



«Más cerca aún» de Natalie Daniels (Random House)

Algunas novelas empiezan con muy buen pie. Un magnífico acontecimiento sirve de punto de partida y abre un sinfín de posibilidades para el desarrollo de una buena historia. Otras consiguen un buen punto de partida sin poner en evidencia el hecho central de la novela pero llamando nuestra atención desde el misterio. Más cerca aún de Natalie Daniels (Random House) pertenece a este último grupo. Estamos ante una novela con suspenso e intriga que parte de una idea muy específica: la amnesia como huida del presente.

En la historia conocemos a Connie, una madre ejemplar a quien le ha ocurrido algo que la ha llevado a un psiquiátrico. Desde aquí se escribe la historia. Connie, que sufre de una amnesia provocada por sus sentidos para no aceptar su responsabilidad en el presente, debe viajar hacia lo más hondo de su conciencia y buscar motivos para recuperar la memoria. En ese trabajo la ayudará la psiquiatra, Emma Robinson, que también cuenta con una historia dolorosa que se nos va ofreciendo a cuenta gotas.

Decía que hay ideas fabulosas para hacer de ellas novelas. Y pienso que la que subyace en «Más cerca aún» es una de ellas. Si a esto le sumamos la elección del epígrafe, tomado de la Medea de Eurípides —«¿Quién puede frenar la avalancha del dolor una vez que se desata?»—, la perspectiva es muy buena. Precisamente, es ésta una historia sobre los límites del dolor, y sobre el punto en el que éste se apodera de nuestros sentidos poniéndose por encima del sentido común. Y Daniels consigue trabajar bastante bien este elemento. Asimismo, hay que destacar la fuerza de sus personajes femeninos que, aunque en cierta medida pueden resultar un poco inverosímiles y estereotipados, le dan empuje a la historia. Y siempre se agradece que la vibración de la trama la lleven sus personajes femeninos.

Otro elemento a destacar es que la autora escoge como punto de luz, en contraposición a la amnesia de la protagonista el relato de la niña, su hija. Y con este recurso consigue rellenar los huecos de su memoria con un relato ajeno a ella misma pero desde una voz conocida. Esto le sirve para entender los acontecimientos desde otro lugar y la impulsa a escarbar más hondo hasta dar con la verdad que se esconde en su interior. Una buena idea para sacar adelante el misterioso pasado que tarda en revelarse y que Daniels consigue encajar bien en el discurso.

El viaje a través de la memoria y sobre los mecanismos que ejecutamos para contarnos nuestra propia vida y no responsabilizarnos del dolor, son los dos temas más interesantes que atraviesa la historia. Y, en ciertos momentos, Daniels consigue cautivarnos y nos sentimos atrapados en su redonda trama. Sin embargo, hay algunos puntos que podrían haberse trabajado mejor para que la historia no perdiera interés.

En primer lugar, resulta innecesario ese pequeño prólogo en el que Connie conoce a Ness. Un comienzo debe ser contundente e invitar a continuar la lectura, en este caso resulta trivial y denso, y le quita impacto al primer capítulo, en el que nos encontramos con una Connie sumida en su extrañeza; además, desde ese prólogo ya se nos está advirtiendo que Ness será un personaje conflictivo, lo que arruina bastante el suspenso sobre el que pretende sostenerse la novela.

En segundo lugar, el manejo del tono también resulta bastante flojo. No parece haber una buena razón para el cambio de narrador, como si simplemente la autora lo usara según le convenciera para poder contar aquello que desde la perspectiva de Connie no puede alcanzar; y esto le quita uniformidad a la obra. Si bien se trata de una decisión estética, que incluso podría catalogarse dentro de los gustos propios del escritor, en este caso afecta negativamente a la lectura, porque se percibe que no hay una razón sólida para gestionar ese suspenso. Se hace evidente que lo que no sabemos no lo sabemos porque la autora no desea contarlo y no porque la voz narradora lo ignore, y a medida que avanzamos tenemos la certeza de que al terminar el libro lo sabremos todo. Resulta muy arbitraria entonces la idea de misterio, como si no estuviera apuntalada en razones contundentes sino en simples decisiones de comodidad; esto deja al descubierto que no existe un argumento sólido en lo estructural.



En tercer lugar, el ritmo de la novela es demasiado lento. Parece que la autora quisiera demorarse en llegar al desenlace convencida de que es la mejor historia del mundo. En ese sentido, el deficiente manejo del tono también le juega negativamente, porque como decíamos esa arbitrariedad de lo no dicho termina colaborando con un estiramiento de la trama que a su vez colabora con esa naturaleza disfuncional del relato. Asimismo, al demorarse más de lo necesario y no trabajar bien los tiempos de la trama, nos da tiempo de sacar conclusiones y de llegar por nuestro propio camino al desenlace.

Por último, habría que criticar el desenlace. Ante la necesidad de resolverlo todo, de no dejar cabos sueltos, la narración tira de lo que puede y termina presentando giros inverosímiles. Asimismo, el empeño por el final feliz no sólo resta verosimilitud a la historia sino que resulta empalagoso. Esa necesidad de ciertos autores de buscar que todas las piezas encajen, y evitar así el problema de la raja, la vida. En ese sentido parece una novela que se apoya en una novela clásica policial de bajo presupuesto. Ciertos elementos como el cambio de comportamiento de los personajes, ciertos giros intempestivos de la historia y situaciones específicas que no resultan muy realistas, carecen de verosimilitud.

Daniels es una autora correcta, que no deja cabos sueltos y consigue sacar adelante la historia. Una autora capaz de insinuar: la forma en la que la protagonista descubre la verdad es una de las cosas mejor logradas; un momento de pocas explicaciones y muchas imágenes donde Daniels demuestra que podría haber creado una historia mucho más sugerente, retorcida y emotiva si no se hubiera quedado tan pegada a los acontecimientos y a la necesidad de cerrar todos los hilos que había ido montando.

En conclusión. Es una novela entretenida para cualquiera que desee una atrapante historia de suspenso, con elementos predecibles pero interesantes reflexiones en torno a la maternidad, al dolor que nos cruje y a las posibilidades de la mente y la memoria. Aunque no es una de esas historias que deseas releer, tiene sus ingredientes de suspenso bien trabajados y es mejor que muchas novelas del género negro que la crítica pone en el cielo.

Reseña de «Más cerca aún»

Más cerca aún. Natalie Daniels. Traducción de Neus Nueno. Random House, 2019.

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