Esther Garboni en «Lunes de Poesía»

Un poema de Esther Garboni en nuestro ciclo «Lunes de Poesía».




En su último poemario A mano alzada (Libros de la herida), Esther Garboni establece un interesante juego entre la realidad y la forma en la que la vemos y la contamos. Y lo hace a través de una superposición de varias técnicas de las artes gráficas y de la pulsión de la escritura. La poesía como una forma de recorrer la superficie y dejar una huella.

Si bien a simple vista es una poesía intimista, se cuela una mirada universal, en la que todos podemos encontrarnos, por lo que es un libro que lo mires por donde lo mires te interpela y te empuja a preguntarte cosas sobre la vida, sobre la belleza y sobre el dolor.

En este nuevo capítulo de «Lunes de poesía» hemos querido trabajar con un poema de este maravilloso libro donde la palabra es como la pintura, una herramienta ideal para plantear u construir universo, donde amasar un escondrijo en el que sentirnos a salvo.



«La mano alzada» es un poema dividido en varias partes en las que se aparece la violencia y la represión, y las consecuencias de estas impresiones sobre la identidad y sobre la forma en la que se mira el mundo. Es muy interesante cómo Garboni dibuja el paso de la mano alzada a la mano que escribe, porque es mucho más que un juego de palabras, es una actitud vital y literaria alucinante.

En este poema descubrimos la mirada de alguien, una voz femenina, que se dirige contra todo aquello que la hirió en el pasado, se revuelve y pone en palabras su identidad. No nos define aquello que nos hicieron; eso es lo que viene a decirnos Garboni. Nos han sacudido, arañado, han intentado quitarnos el aliento y la ilusión, pero no han conseguido doblegarnos. Los mecanismos utilizados en la domesticación no han dado buenos resultados, y la poesía ha volado de la jaula.

Este poema es seguramente uno de los mejores ejemplos de lo que encontraremos en el libro: una voz herida que grita su rebeldía. Un libro que intenta reconducir la noción de identidad desde la poesía y de cara al futuro; porque memoria y futuro deben jugar en el mismo equipo. El daño debe ser mirado pero no podemos permitirle que nos siga arrastrando a las profundidades del miedo.

La poesía de Garboni nos zarandea y nos invita a rebelarnos y reconstruirnos desde la esperanza, desde la mano que decide su propio destino. ¡Nadie deje de leer este delicioso poemario!


«La mano alzada»

Y dejo aquí mi ropa, mi costumbre,
el peso de mi nombre,
el cristal de mi infancia,
la piel que visto,
el tacto del poema,
la sed, el hambre, el timbre
de mi palabra.
Dejo la casa que fue mía:
los jazmines, la siesta en sombra,
la parra fresca, la belleza.
Dejo la puerta abierta...
Entrad, mirad, buscad...
No queda lo que fui:
queda la jaula.

[«La mano alzada». Esther Garboni. A mano alzada. Libros de la herida, 2018]

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