Erika Martínez en «Lunes de Poesía»

Un poema de Erika Martínez en nuestro «Lunes de Poesía».



Erika Martínez en «Lunes de Poesía»

Hay una parte de Chocar con algo, el último poemario de Erika Martínez (Pre-textos), que me resulta especialmente sublime. Se llama «Nulípara» y reúne una serie de poemas que reflexionan sobre la no maternidad y sus muchas posibilidades. Me resulta imposible que pueda escribirse (concebirse) algo tan hermoso sobre el deseo, el amor y el sexo sin paracaídas. Y llevo un tiempo queriendo incluir este libro hermoso en Bestia lectora. Le ha llegado su hora.

Del amor, el sexo y el instante

En esta nueva entrega de «Lunes de Poesía» navegaremos por unos versos de Erika Martínez, tratando de indagar en la fuerza de su voz auténtica, que debería ocupar más espacio del que tiene en el mundo de los libros. Hay muy pocas poetas con la capacidad de trabajar con un lenguaje conciso y de alcanzar el perfecto equilibrio entre reflexión y emoción. Martínez ha tenido la habilidad de construir una obra poética política sin caer en sentimentalismos ni dogmas, que son los dos peligros de los que pocos se salvan. Al leerla entendemos que poesía es camino de encuentro entre forma y contenido, ya que, sin olvidarse de la tradición ha sabido dar con una poesía insólita a través de un lenguaje inteligente, mordaz y despierto. Es una poeta imprescindible para estos tiempos grises que nos tocan, y que le tocan a la poesía.

La certeza parece la siguiente: lo que amamos es esto, aquí y ahora, y no el resultado, y no el futuro. Ésta es la idea que atraviesa los poemas de este libro y en especial los que conforman esta parte. Una afirmación con reflejos de duda que nos abriga y sirve de mástil a aquéllas que hemos decidido (o la vida nos ha empujado) por ese estado de no-maternidad. «Nulípara» es un canto al encuentro sexual donde cada frase apela al erotismo que abrigamos a escondidas y que han intentado domesticar durante siglos bajo el compromiso de supervivencia de la especie. Una serie de poemas donde la semilla del deseo y la semilla del amor se confunden y el vuelo sólo es posible con las manos sobre el cuerpo. «Nulípara» es una voz que, vacía de futuro, se apoya en el presente y nos invita a cantarle a aquello que sabemos no tiene futuro, a esa muerte dulce que nos reaviva. Y todo esto desde una poética imposible: donde pensamiento y sentido tienen idéntico protagonismo y permiten una poesía cerebral y al mismo tiempo, apasionada.

Lo más fascinante de esta parte del libro es esa voz que se apoya tanto en la búsqueda y la sincronía individual que supone encontrarse mujer sin hijos, como en una reflexión colectiva en torno a la decisión de no procrear y la posibilidad de separar las imposiciones biológicas del deseo (que también es natural). El poema seleccionado para «Lunes de Poesía» es «Mueble, bicho, muerto». Martínez reflexiona sobre las muchas formas en la que los sistemas se han apoderado de esa individualidad y de ese derecho para hacerlo propio y construir banderas que aplastan nuestros cuerpos. «Fuimos capaces de colectivizar / la muerte antes que el amor» dice, y choca contra la opresión que simula buscar lo mejor para el grupo invisibilizando las necesidades y los deseos de un gran porcentaje de individuas. Martínez, con contundencia y buen gusto nos obliga a pensar que el mapa es siempre mucho más amplio de lo que somos capaces de ver.

«Cada salto inventaba su lugar», dice unos poemas antes. Y aquí hay que zambullirse de lleno en el tema principal de esta sección del libro: la búsqueda del deseo porquesí, el sexo como espacio de disfrute que sobrevive a las presiones y a las expectativas de un mundo que no contempla individualidades, la pasión desmarcada de la producción (en todos los sentidos que pueda imaginarse). El modo en que Martínez consigue que el erotismo, eso que parece propio, se vuelva político me parece asombroso. Las formas en las que da vueltas sobre las mismas ideas hasta desarmarlas, usando sobre todo un lenguaje de sutilezas y sugestión, es admirable. Al leerla nuestras neuronas hacen sinapsis y nos vemos enteras, capaces de pensarnos y de creernos, y de desordenar esa idea del amor romántico para entender que también «amor es una escala de violencia».


Erika Martínez en «Lunes de Poesía»

No vas a leer muchos otros poemarios tan políticos y tan delicados en lo estético. Es difícil construir un discurso político sin caer en lo panfletario, en los clichés; y no lo digo yo, lo confirman la gran cantidad de libros que se han publicado y se publican en torno a asuntos que nos preocupan y que en su medida resultan urgentes. La voz de Erika Martínez nos sacude y nos obliga a pensar en la literatura como un espacio de búsqueda simétrica, entre lo que hay de insólito en el lenguaje y las posibilidades que yacen escondidas en nuestras decisiones, en nuestras relaciones, en nuestros deseos.

El poema «Mueble, bicho, muerto» es un buen ejemplo de lo que podemos encontrar en Chocar con algo. Aquí, la identidad siempre es una idea que yace en la mente de los otros y en la nuestra, algo imposible de contabilizar, de sentenciar, y sobre todo, de unificar. Y es una idea que sirve para entender que las imposiciones sobre el cuerpo individual nunca representan esos cuerpos o sus necesidades, porque nuestra forma de entender el mundo de los otros siempre es aproximada, nunca cierta. Es un poema contundente que pone en duda la autoridad de los sistemas para legislar sobre los cuerpos y, a sí mismo, que nos invita a pensarnos en tanto individuas con voz propia, libres, independientes.

Nulíparas que viajan por un mundo donde parece haber una violenta necesidad de que la maternidad sea un asunto de todos, como lo es la guerra, como lo son las religiones, se alegrarán al leer este libro y sentirse menos solas: del otro lado un montoncito de arena parecido al nuestro nos interpela. No dejes de leer este maravilloso libro y de disfrutar de una de las mejores poetas de nuestra generación.


«Mueble, bicho, muerto»

En mi pupila izquierda hay una madre
en zapatillas que pregunta:
¿Y yo qué soy? ¿Un mueble?
¿Un bicho? ¿Un muerto?
En la derecha se arrastra
un pequeño animal invertebrado.


[Fragmento de «Mueble, bicho, muerto». Erika Martínez. Chocar con algo. Pre-textos, 2017]

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