«Temporada alta» de Nadal Suau (Sloper)

«Temporada alta» es una lectura fabulosa sobre las consecuencias abrasivas del capitalismo salvaje en el paisaje y su gente.



Razones para leer «Temporada alta» de Nadal Suau (Sloper)

Parados en «una promesa constante de futuro» pedaleamos en un mundo que cada vez nos es más extraño. El atroz capitalismo y sus mecanismos de control han modificado nuestra forma de estar y de mirar a los que comparten espacio con nosotros al incitarnos a ignorar el mundo de los otros, convenciéndonos de que en nosotros —y quiere decir en cada uno como ser individual— está la semilla y la posibilidad. Y ésta es una de las mentiras más violentas que nos ha vendido el neoliberalismo. Una mentira doble. Porque nada es posible sin los otros, sin la ciudad, sin el campo, sin el planeta, porque nada depende sólo de nosotros. Y además, porque no todos accedemos a las mismas oportunidades y los que no lo consiguen no necesariamente son los que menos han luchado. En medio de este caos, se vuelve imprescindible enviar contramensajes. Gritos anticapitalistas que trasciendan las voces de los que cortejan con los poderosos, gritos de verdad enlazados con la sangre de nuestra tradición, con la identidad de nuestras ciudades, con el deseo de nuestros hermanos de tierra. Y Temporada alta de Nadal Suau (Sloper) es en muchísimos aspectos ese mensaje que trae luz y ánimo. A través de un discurso que abreva en la intelectualidad y las mentes de artistas mallorquinos, Nadal Suau nos invita a pensar el origen de la gentrificación y el turismo abusivo de los últimos años y nos anima a ser parte del cambio.


Ciudad e identidades


Hablar de una ciudad es tan complejo como referirse a un grupo. Decir "Palma es" es casi tan delicado como decir "el feminismo es", porque hay muchas identidades que navegan en esa identidad colectiva, y cualquier afirmación podría implicar dejar a muchos individuos fuera de la definición. Sin embargo, pese a todo, debemos intentar recorrer los bordes de esa gran mirada colectiva para encontrar puntos de encuentro. Y a esa aventura se lanza Nadal Suau, recorriendo todas las esquinas de una ciudad que es pasado y presente, pero también futuro. Intentando tocar los temas idiosincráticos y también desarrollando una búsqueda de las voces que han sostenido el hálito cultural y han sabido ser luz para ciudadanos como él. Bares que han atravesado la historia de la ciudad, barberías exóticas que han iluminado un tipo de lectura subversiva y plazas donde grupos excluidos han sabido desarrollar una nueva identidad en una tierra extraña. Porque aunque «Todos somos turistas incluso en la intimidad del hogar» encontrarnos en otros y con otros, nos recuerda que sobretodo en la extrañeza podemos dibujar amarras que nos sirvan para aferrarnos a aquello que otros desean ver fracasar.

Sobre la especulación del poder y su forma peculiar de conjugar el verbo "rehabilitar" caben muchas reflexiones aquí, pero no se queda Nadal Suau en el grito ahogado de quien se queja del avance tecnológico; ahonda un poco, sobre las formas del deseo consumado por el capitalismo, sobre el avance del brillo y la desidia cuando ya no parece que nos quede nada que ofrecer. Todo avance exige un retroceso, dice al referirse a los ciudadanos cediendo espacios públicos y privados para instalar una infraestructura demencial de turismo ecológico y snob que se vende como algo accesible pero cuyo precio termina siendo altísimo para las ciudades. Y va un poco más lejos. Lo que estamos poniendo en juego ni siquiera es un capital económico, es un capital cultural, que se masifica, y lo que conocemos como casa se convierte en sucursal de casa extranjera en casa. Y es éste uno de los temas principales sobre los que debemos trabajar. «Nos exigen a todos la sumisión permanente, obligados a ceder vivienda, salario, espacio público» y terminamos «convertidos los habitantes en paisaje», parte de una maqueta, soldados de un sistema violento que nos manipula para seguir creciendo. Pero en medio de esa opresión este libro nos regala un poco de oxígeno invitándonos a no creer que será siempre de noche, y nos recuerda que en el encuentro con el otro y los otros reside la esperanza.

«Temporada alta» de Nadal Suau (Sloper)

Nostalgia del futuro


Llegados a este punto tendríamos que hacer una aclaración. Temporada alta no es en realidad, o fundamentalmente, un estudio sobre el turismo y sus abusos, o una mirada sobre las ciudades que han sido absorbidas por el sistema capitalista y monopolizador, sino una elegía de una época futura. La mirada de un niño que se extiende sobre las calles y sobre su gente y trata de encontrar posibilidades aparentemente inexistentes. El tono del discurso tiene mucho que ver con eso porque en lugar de apoyarse en una voz categórica se impone un relato lleno de fábula y de cotidianidad que le da al libro un impulso literario extraordinario. Leerlo así, como chispa que nos atraviesa y emociona, sería más justo con la obra.

«Algunas ruinas no apuntan al ayer, sino al mañana, y se intuyen hoy». En esta frase radica la brillantez de un trabajo de investigación y reflexión profundo que nos invita a pensarnos desde ya, como ciudadanos capaces de obrar un cambio. No lo hace desde una altura moral propia de los ministros, sino desde la responsabilidad civil. «Lo que deseo decir», dice «es que tenemos que ejercer nuestro oficio y nuestra responsabilidad con quienes nos acompañan, frente a la gran disolución que toca a las puertas». Difícil no hacerse cargo de lo que nos toca, difícil no coincidir con el discurso de Nadal Suau y pretenderse parte de ese cambio. De momento, leerlo ya es empezar con buen pie, porque la literatura «es un espacio y un tiempo cuyas coordenadas no son las mismas que las habituales, ni tampoco son del todo distintas. Una alteración», y es entonces el mejor punto de partida para pensarnos y redimirnos.

Y queremos terminar volviendo al tono, que conforma la voz cantante del libro y su mayor acierto. Tenemos una mirada crítica que va de lo periodístico a lo literario combinando diversos registros narrativos. Esto le sirve a Nadal Suau para hablarnos de lo íntimo y de lo público, de lo personal y de lo político sin caer en modismos estrafalarios ni discursos panfletarios. Y aunque confiesa sentir una cierta reticencia a la cita de otros autores, nos pasea de forma lúcida por diversas poéticas. Los guiños al pensamiento de Andrea Valdés y ese libro fabuloso que es Distraídos venceremos (Jekyll & Jill), y de Audre Lorde, son otros de los regalos de este libro. La búsqueda de Nadal Suau entronca con la voz de los rebeldes, con las estéticas torcidas, y desde ahí crece como un árbol para revelarnos nuevas formas de explicar esta realidad desoladora. Pero no todas las luchas no son la misma lucha, eso lo sabe Nadal Suau, y por eso destaca la importancia de hallar puntos de encuentro que atraviesen las fronteras de la diversidad de luchas y de las urgencias íntimas. Yo no puedo citar a Lorde como si fuera su igual. (...) No me la puedo apropiar, sí que debo sumarme a su audiencia, pensarla a ella y a quienes la suceden». En esta frase, la importancia de pensarnos a todas buscando caminos de encuentro, y también la característica fundamental de este libro que parece decirnos: somos muchas y diversas pero estamos juntas, porque juntas somos agredidas y juntas debemos impedirlo. Y pienso en las mujeres y en los homosexuales, pero también en las ciudades, en sus ciudadanos y en los desclasados.

Tenemos que agradecerle a Nadal Suau que se haya tomado el tiempo de reflexionar sobre un tema que a tantos nos preocupa pero al que la literatura no le ha dedicado apenas espacio (y me pregunto por qué). También hay que señalar la contundencia de su discurso, anticapitalista, feminista e inclusivo. Su lectura nos sirve para confirmar que sin feminismos, sin miradas torcidas, sin vuelcos sobre nuestra noción de identidad no es posible pensar cambio alguno, tampoco conciencia colectiva.

Por último, señalaremos que Temporada alta es un libro sobre la esperanza de las alianzas, la amistad y los lectores, un libro que nos alienta a mirar los problemas con empeño y sed de diálogo y cambio. En medio de esta maquinaria turística febril que dice Suau, «se disfraza de democratización ociosa», porque «el ocio es un asunto de estado (o el estado, una sucursal del ocio)», se vuelven fundamentales ciertos rincones de combate ciudadano. Apropiémonos del espacio y busquemos luz en las calles.



TEMPORADA ALTA. NADAL SUAU. EDITORIAL SLOPER. 2019

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