Gemma Pellicer en «Martes de Aforismos»

En nuestro «Martes de Aforismos» una sentencia de Gemma Pellicer.



Un aforismo de Gemma Pellicer

El mundo del aforismo es un territorio masculino. Durante mucho tiempo la teoría se ha empeñado en largarnos afirmaciones así que alimentan la idea de que es un género que sólo interesa a los escritores. Pero la tradición aforística está llena de nombres femeninos, aunque muchos de ellos no han tenido suficiente visibilidad como para ser incluidas en antologías. Parte de nuestro trabajo será rebatir estas teorías falsas con ejemplos, para otorgar visibilidad a las buenas escritoras que vienen desarrollando el oficio en este género breve. Para comenzar, nuestro primer capítulo de «Martes de Aforismos» tiene como protagonista a Gemma Pellicer.

Una de las peculiaridades más atractivas del género aforístico es su cercanía con lo poético. Y es que de los géneros narrativos es seguramente el que tiene más potencial lírico. Pero que los aforistas aprovechen este cruce genérico ya es otro tema. Encontramos muchos escritores que se restringen a la búsqueda de sentencias con tono jocoso que tengan esa chispa de moralina y ofrezcan un lenguaje concreto. Gemma Pellicer trabaja de otra manera: dándole al lenguaje una importancia exquisita, donde el mensaje no es el protagonista, sino el viaje que conduce a él.

El cruce entre poesía y narrativa breve se ve muy presente en la obra de Pellicer. En su libro Maleza viva (Jekyll & Jill), por ejemplo, encontramos interesantes y cuidadosas sentencias que se presentan en forma de imágenes poéticas pero que también contienen la pulsión aforística y podrían perfectamente pasar como aforismos. Y es posible que éstas sean las sentencias más hermosas: las que en lugar de enseñarnos nos muestran o sugieren, las que parecen escritas a mitad de camino entre el filo intelectual y la voz del corazón. El aforismo que hemos escogido pertenece a ese libro y nos ofrece una reflexión sobre el pensamiento que se resiste a acostumbrarse a la grisura del mundo e intenta, y consigue, iluminar con palabras la oscuridad.

Foto: Jekyll & Jill

Un aforismo de Gemma Pellicer


Maleza viva es en realidad un libro de microrrelatos, pero de difícil categorización, porque los textos poseen la brevedad del relato y la sensibilidad de la poesía, lo que los vuelve exquisitos. En ellos Pellicer nos ofrece una serie de miradas y reflexiones sobre las luces, las sombras y la sangre de la vida. Al leerlo podemos descubrir a una autora preocupada por lo mínimo, por un lenguaje conciso y efectivo sin olvidarse de la sensibilidad que siempre debe amparar el acto de escritura.

A lo largo de la obra de Pellicer, encontramos aforismos de diversos tonos y estructuras. Sus poemas y relatos también juegan con lo brevísimo, por eso pensamos que leerla puede ser una forma fascinante de acercarse a la variedad dentro del género. Sin lugar a dudas, es una autora ineludible de la búsqueda aforística contemporánea, y que sirve de ejemplo magnífico para demostrar que éste género tradicional también tiene a maravillosas autoras explorándolo y dándole visibilidad.

Y ahora, el aforismo de este martes de enero:

«Es la luz de la conciencia», me digo, «que flamea aunque sigamos a oscuras». [Maleza viva. Gemma Pellicer. Jekyll & Jill, 2016]

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