Biografía de Concha Espina

Personaje fundamental de la Generación del 98.




En la generación literaria española del 98 el nombre de Concha Espina ocupa un lugar fundamental. No sólo es la responsable de obras fascinantes del siglo XX sino que además colaboró con el fomento de la igualdad y la interacción en el mundo literario de la época.

Concha Espina nació en Santander el 15 de abril de 1869 en el seno de una familia de clase media alta. Debido a problemas económicos, cuando ella tenía unos siete años, se mudaron a Mazcuerras, a vivir en casa de la abuela paterna. Allí descubrió Concha su pasión por la escritura. A los catorce años ya había publicado sus primeros versos en una revista.

Concha Espina estuvo casada con Ramón de la Serna, con quien vivió no sólo en España sino también en varios países latinoamericanos. No obstante, el matrimonio no duraría mucho tiempo. Se dice que el éxito de Espina provocó celos profesionales en su marido y la relación se fue desgastando lentamente hasta romperse por completo.

El interés de Concha por la literatura era absolutamente pasional. A tal punto que consiguió organizar reuniones para compartir su tiempo con algunos de los personajes más importantes de la cultura literaria de la época. Estos encuentros hicieron posible la creación de un ambiente literario propicio para la producción de este arte.

Aunque en la vejez Concha Espina perdió la visión buscó la forma de continuar escribiendo y, ayudada por una secretaria, fue sacando adelante sus obras. De este modo, siempre estuvo activa y vigente en el panorama literario. Falleció en Madrid el 19 de mayo de 1955. Tenía 86 años.


La obra de Concha Espina

Si bien a Concha Espina se la conoce principalmente por su obra narrativa, también publicó poesía, ensayo y crónica. Al leerla podemos descubrir una autenticidad y una claridad mental que es difícil hallar en sus contemporáneos.

Algunas de sus obras inolvidables son Retaguardia, La eterna visita, Mis flores, Luna roja y Diario de una prisionera. Aunque podríamos seguir un buen rato mencionando su obra, porque fue prolífica y exquisita. También colaboró con diversos periódicos, tales como El Correo Español, ABC y La Nación.

Es importante explicar que en la obra de Espina se pueden notar dos grandes momentos. La primera parte, y hasta el comienzo de la madurez, en la que demostró tener una mente despejada y abogó por las libertades sexuales. Y otra parte, la última, en la que notamos un gran apego por las ideas franquistas y su pensamiento se volvió obtuso y moralista.

Cabe mencionar que además estuvo afiliada a la Sección Femenina de Falange. Esto ha colaborado con que toda su obra y su empeño intelectual por la igualdad quedaran relegados y que el mundo la olvidara. A Espina hay que leerla con cuidado, contextualizando la lectura al momento en el que fue compuesta y a las idas y vueltas que tiene la búsqueda interior.

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