«Cartas de Sylvia Plath. Vol I» . Traducción de Ainize Salaberri (Tres Hermanas Libros)

«Cartas de Sylvia Plath. Vol I. (1940-1951)». Edición de Peter K. Steinberg y Karen V. Kukil. Traducción de Ainize Salaberri. Publicado por Tres Hermanas.

Reseña de «Cartas de Sylvia Plath. Vol I.» (Tres Hermanas)

«Las cartas que te escribo podrían llenar un libro», le escribió Sylvia Plath a su amiga Margot Loungway Drekmeier, en agosto de 1946. Muchos años después, sus palabras iluminarían nuestros ojos. La exquisita correspondencia de Plath comienza a moverse en nuestro idioma, gracias a la traducción de Ainize Salaberri. Cartas de Sylvia Plath. Vol I (1940-1951) (Tres Hermanas Libros) es un libro fabuloso, que nos permite conocer la experiencia vital de una de las grandes voces de la poesía anglosajona. Su paso por la universidad, su pasión por el mar y su clara obsesión con la comida. Una lectura necesaria para cualquier amante de esta autora.



Entre el amor y la guerra


Leer Cartas de Sylvia Plath puede ser una buena forma de acercarse a la primera experiencia del dolor de la poeta. Es muy notoria la forma en la que sus cartas se van oscureciendo, conforme avanza la vida. Ésta es la primera razón por la que creo, nadie debería dejar de leerlo. Pero no la única: descubrir los garabatos que incluía Sylvia en su correspondencia, sus poemas, sus reflexiones, es una forma asombrosa de llegar a ella por otro camino, para amarla más al comprenderla mejor.

Este libro reúne las cartas de Plath entre los años 1940 y 1951, un período que va desde sus ocho años hasta sus diecinueve. A través de ellas podemos descubrir el proceso de maduración de esa niña tímida pero deseosa de futuro. La mayoría de ellas son mensajes para su madre Aurelia Schober Plath, donde podemos intuir una relación cercana pero ensombrecida por las presiones que la niña sentía sobre sus espaldas. No obstante, el cariño y la ternura de ciertos fragmentos son realmente conmovedores.

Las cartas que aquí encontramos van desde el recuento de frivolidades hasta la puesta en palabras de ideas contundentes, contra la guerra, contra la discriminación, contra las injusticias. De todas ellas podríamos destacar su profunda amistad por correspondencia con Hans-Joachim Neupert, con quien debate acerca de asuntos filosóficos y lingüísticos, y a quien admira profundamente por su gran capacidad para expresarse de forma tan fluida en inglés. Leemos: «¿No te resulta extraño que la gente joven como tú y como yo podamos escribirnos cartas y ser amigos, estando como estamos cada uno en una punta del mundo, mientras los países llevan a la guerra y asesinan a los jóvenes más prometedores?».


Sylvia Plath en Massachusetts (24-07-51)

La oscuridad, donde Sylvia hallaba luz


Escribir cartas y llevar la cuenta de sus gastos parecen dos de las aficiones más claras en la vida de Plath. Y una razón más para ella, que sufría de trastorno bipolar, de sentir presión y machacarse por no ser lo suficientemente buena, lo suficientemente atenta, lo suficientemente dedicada y merecedora del cariño de sus seres queridos. Esto podemos descubrirlo a través de esta lectura, en algunas cartas de una forma mucho más contundente que en otras.

A medida que avanzamos en la lectura podemos ir presenciando el profundo desmoronamiento interior de Plath. Los cambios de humor repentinos que la llevan de la exaltación de la vida a la expresión de un claro malestar y la sensación de vacío existencial. La excesiva actividad y el empeño por ser la mejor de su clase, la convierten en una estudiante obsesionada con las materias y con el perfil académico, que desea liberarse pero no lo consigue del todo. Habla de su gran pasión con el mar: «Me gusta cómo el agua pasa de un estado a otro»; ¿quizá comienza a intuir el calvario que su propio sistema nervioso y anímico le tienen preparado?


De Sylvia Plath a Marion Freeman (4-11-46)

Pero seguramente una de las cosas más llamativa de estas cartas es la versatilidad artística que ella demuestra en cada una de ellas. No sólo escribe con absoluta fluidez, sino que anexa poemas, dibujos, diagramas y toda clase de expresiones artísticas que le sirven para iluminar mejor su narración. Esto me ha resultado fascinante. Evidentemente, el talento de Plath no era de este mundo, como tampoco lo fue su dolor y su desgarro. Pero sobre ellos todavía no tendremos noticias. Sylvia es joven, radiante, está deseosa de vida y, aunque hay indicios de una tristeza y una desolación incipiente, todavía tiene esa sonrisa inmensa que le permite enfrentar el día a día con esperanza.

La radicalidad de su escritura es otro de los elementos que podría servirnos para interpretar los primeros atisbos de su malestar psíquico. «No ha pasado nada especial salvo que, en plena vorágine de mis malvados celos, me he encontrado a mí misma». Intenta comprender qué le sucede, se busca, y se encuentra constantemente con la incapacidad para controlar lo que le sucede. Hay muchos signos de su yo más profundo en cada letra. Incluso aquellos mensajes nimios o llenos de elementos cotidianos, demuestran el tormento que la aquejaba de forma profunda.


La correspondencia de Sylvia Plath

Pero ella insiste, intenta hacer del dolor el aprendizaje. «Como sé que del dolor nace la comprensión, me regocijo en todo cuanto ocurre». Quizá, el sentimiento de culpa le impide asirse a sus necesidades e intenta hacer del victimismo una herramienta a través de la cual salir a flote. Si me centro en lo que puedo aprender, quizá el sufrimiento tenga un sentido. Si bien resulta una idea muy cristiana, en su caso, parece venir de la necesidad de ordenarlo todo y la esperanza de que su mente pueda hallar la paz en algún momento.

Lejos de ser este libro un descubrimiento oscuro, es más bien la posibilidad de encontrarse con una de las mujeres más maravillosas de la literatura del siglo XX. La posibilidad de ver a través de sus ojos ese mundo que estaba cambiando tanto y que a ella misma la iba transformando (y cómo). Antes de los quiebres fundamentales de su vida que la llevarían a desistir, Plath vivía atormentada, necesitada de cariño y con la misión de mostrarse (y ser) una chica alegre e inteligente, que nadie pensara en ella como una criatura trivial; no obstante, insistía con la idea de que podía existir un mundo para ella. Por eso digo, insisto, es una Plath todavía con ilusión y esperanza.



Cartas de Sylvia Plath, con esta bellísima edición de Peter K. Steinberg y Karen V. Kukil, y la traducción de Ainize Salaberri, nos permite descubrir el corazón de Plath, leer los primeros trazos de una poesía que cambiaría la forma de entender la poesía en nuestro siglo. Además, la edición incluye una serie de fotografías, tanto de la autora como de alguna de sus cartas: donde nos impacta la letra inocente, la redondez de su trazo, la necesidad de llenar el mundo con palabras.

Una nueva edición preciosísima de Tres Hermanas. Un sello que sigue sorprendiéndonos con estas series fabulosas, donde nos permiten descubrir a nuestras madres, antes de convertirse en madres. Ya lo hicieron con Virginia Woolf y sus diarios (que nadie debería perderse). Ahora comienzan un nuevo recorrido con las cartas de Plath que se publicarán en cuatro volúmenes.

Amar la poesía de Plath es amar a esa mujer que con tal de encontrarse estuvo dispuesta a contar desde la sangre. «Necesito amar a alguien, sea hombre o mujer, amigo o enemigo. Me consumo si no puedo hacerlo». La profundidad del anhelo de Plath es una de las cosas que siempre me ha impactado de su poesía y que, en estas cartas podemos descubrir en su sentido más amplio: desde el anhelo de comer mejor a la posibilidad de conseguir publicaciones, o de ser feliz. Es ésta una lectura fabulosa, para descubrir a una de las escritoras más brillantes de la literatura inglesa. Que nadie se la pierda.


Cartas de Sylvia Plath en Tres Hermanas

CARTAS DE SYLVIA PLATH. VOL I. PETER K. STEINBERG Y KAREN V. KUKIL (EDICIÓN). AINIZE SALABERRI (TRADUCCIÓN) TRES HERMANAS LIBROS. 2020.

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