«Condición de los amantes», de Juan Vico (Isla de Siltolá)

Reseña de «Condición de los amantes», de Juan Vico (Isla de Siltolá).


«Tú desfiguras el mundo / o puede que el mundo ya fuera / una exquisita amenaza». En un mundo torcido, donde la desesperanza intenta a toda costa colarse en nuestro ánimo, resulta difícil creer en algo. Mucho menos, en los gestos cotidianos, en el amor, que tiene tanto de luz como de sombra. No obstante, insistimos; quizá porque no encontramos otra forma de aferrarnos a las cosas, a la vida. Condición de los amantes, de Juan Vico (Isla de Siltolá) representa esa insistencia, con su brillo y su fractura. Un relato sobre el amor en clave poética; que nos invita a reflexionar sobre la distancia entre deseo y amor, entre cuerpo y memoria. Una lectura magnífica para estos tiempos grises. No te la pierdas.


Lo grande en lo concreto


Definir el amor, distinguir de él su parte de carne y su parte de metáfora, es seguramente una de las búsquedas fundamentales de nuestra vida. En la literatura, el amor ha sido trabajado desde dos líneas muy marcadas. Como una especie de experiencia que emana calma y dulzor, donde apenas hay lugar para el derrumbe. O, por el contrario, como una experiencia corrosiva donde cualquier conflicto puede acabar con el amor. Pensándolo bien, parece la misma forma extremista y romántica de mirarlo.

Si pensamos en que toda experiencia de la vida es colorida, pero tiene sombras grises revoloteando, podríamos decir que estas dos miradas se apoyan en perspectivas estrechas, que no nos sirven para comprender con certeza cómo es el amor, de qué está hecho o cuáles son sus condiciones. «Todo escenario vibra alrededor / de su abandono», leemos en Condición de los amantes: un libro que presenta una mirada distinta, sobre los mecanismos de las relaciones interpersonales, priorizando la deriva por sobre la realidad.

Juan Vico se aferra a un lenguaje concreto, de frases que echan raíz en el esquema de los aforismos, pero que discurren hacia un final abierto. La terminación sugerente de muchos de los poemas, las posibilidades que se encienden después del punto final de la última estrofa, nos permiten intuir que estamos ante un poeta que quiere ofrecernos un camino de pistas pero que exige de nosotros percepción y compromiso lector: lo que está en el poema no siempre representa la idea del poema. «Doblándose el paisaje oscila ahora / la posibilidad».


Cubierta de «Condición de los amantes» de Juan Vico (Isla de Siltolá)

Leer el fondo en el borde del poema


Vico juega con lo que la posibilidad enciende en cada poema, sus muchas interpretaciones viables; pero lo hace, como decía, desde un lenguaje muy concreto. Se me ocurre que en ese sentido, este libro podría presentar una cierta dificultad para los lectores poco atentos: su intención podría pasar desapercibida si no estamos lo suficientemente despiertos, puesto que se corre el riesgo de quedarse con el sentido superficial.

Y cuando hablo de dificultad lo señaló como un punto a favor: ¿para qué deseamos leer si no va a exigirse un trabajo de impregnación con el lenguaje por nuestra parte? Impedir que nuestro despiste nos lleve a no apreciar el fondo del poema en toda su dimensión es, seguramente, uno de los objetivos que debemos tener claros desde la primera línea.

Un lenguaje concreto pero que permita una lectura bifacial. Que cada fragmento sea su luz y su sombra, como en el amor. Ésta parece la idea que concatena los ejes de los poemas. Este punto de partida le permite a Vico mirar el borde de las cosas, es decir, atravesar con las palabras aquello del amor que no está en el amor, sino en lo que lo rodea: la idealización, la pérdida, la nostalgia, la posibilidad. El antes y el después, que también influyen en el mientras tanto. «Ocurre a veces que el esbozo / de una idea / es la idea»; ¡esto es lo que quiero decir!



De la huella del (des)amor


«El mundo se cuenta sin nosotros / pero disimulamos». Nos resistimos a creer en el paso del tiempo, porque tememos asumir nuestras derrotas. A simple vista puede ser ésta la idea que se desprende de muchos de los poemas: la insistencia en el roce como una forma de mantener vivo un instante, de congelar el tiempo. No obstante, también permite pensar en otra cosa. Podríamos intuir que la intención está puesta en ese preguntarse cuál es la experiencia amatoria más destacable, la que mejor recordamos. ¿Acaso la que ya no es?

¿Nos interesa más lo que deja el amor cuando se marcha que el momento de amar? Podría ser un punto de vista derrotista, pero no es tan así: tal vez comprender esto nos sirva para desatarnos de las cadenas de la melancolía y abrazarnos al presente; quizá, nos permite intuir Vico, aceptando y tolerando mejor la herida y el desconchado de las paredes, llegaremos al fondo del amor.

La desesperación también aparece en la voz de Vico. «Dime dónde temblarás / cuando toda esta noche / haya ardido». Siempre el dolor amenaza lo que amamos; todo lo construido pende de un hilo cada día, sin que podamos hacer nada por asegurarnos su soldadura. Quizá por eso insistimos «con la violencia de la reiteración», con el deseo de que algo permanezca, y que ese algo, sea el amor.


Reseña en Bestia Lectora de «Condición de los amantes», de Juan Vico (Isla de Siltolá)

La insistencia y la memoria


«Nombrarte es persistir», leemos también. En la insistencia, también la voz del presente, las posibilidades nuevas del presente, aunque sean las mismas de siempre. «Como si fuéramos los primeros / repetimos. Inventamos / como los últimos». En la repetición, el goce, y también la sensación de estar vivos, todavía.

La condición para amar, ¿cuál es? ¿Qué exigimos del otro cuando amamos? ¿Qué tipo de vínculo anhelamos? Aquí llegamos a uno de los temas más interesantes del libro: la idealización del amor. Vico se pregunta, irrumpe en la noche devastadora, para entender qué es lo que vuelve al amor tan necesario, que nos lleva a buscarlo hasta debajo de las piedras. Por qué todos tenemos una definición, una idea del amor e, incluso si no hemos experimentado ese sentimiento generalizado de lo que es el amor, insistamos en él, confiamos en la posibilidad del asombro. Tal vez esa insistencia tenga algo que ver con el deseo de seguir latiendo en la memoria de alguien, o pensándolo con Juan, de seguir siendo «en los pedazos que de nosotros / van guardando los demás».

Y este viaje al final nos devuelve al origen. (¿Hay alguno que no?). «Reproducimos el repiqueteo / sobre el puñetero / patio de la infancia». Hay en el amor y en la infancia un vínculo estrecho, un atravesado campo de nostalgia y melancolía que nos devuelve a ellos, como si fuesen algo irremediable. Somos animales que viven suspendidos entre el pasado y el futuro, con un presente sombrío al que nos cuesta verle la luz. Pero insistimos, porque «Imaginar es organizar un eterno posible». En Condición de los amantes, la forma también nos habla de eso: la claridad de los primeros poemas se va enrevesando a medida que avanzamos; cuando el amor se despega de nosotros, el lenguaje se desorganiza: me parece una forma sutil pero fascinante de pensarlo y de expresarlo. Y no quiero olvidarme de contarte que este libro vale mucho también por el trabajo de forma.

Definir el amor es parte constitutiva de nuestra propia búsqueda. Definirnos como individuos deseantes y deseados, capaces de imaginar al otro. Pero no podemos pretender que de nuestro corazón broten flores si nuestro corazón es un volcán. Esta lucidez de Kahlil Gibran es perfecta para apostillar este libro exquisito de Juan Vico. No vas a encontrar en él dulzura ni imágenes ñoñas, sino un universo complejo donde aparece el amor con todo su infierno y sus chispas de luz. No dejes de leerlo.


«Condición de los amantes» de Juan Vico (Isla de Siltolá)

CONDICIÓN DE LOS AMANTES. JUAN VICO. ISLA DE SILTOLÁ. 2021

2 Comentarios

  1. ¡Hola! Pues la verdad que no es mucho mi libro. La temática del amor no me llama, y la figura literaria del poema menos. Espero coincidir en el futuro contigo en gustos. ¡Nos leemos!

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    1. ¡Para gustos, los colores! :) Muchas gracias por tu lectura y tu mensaje. Ya coincidiremos seguro ;) Un abrazo.

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