«Hermanos». De todos los comienzos posibles éste, se me ocurre, es el mejor que podría haber elegido Silvia Bardelás para iniciar su Destiempo [Traducción de Moisés Barcia] (De Conatus). Y lo digo porque se me asoma como una palabra que consigue definir todo el espíritu del libro. Porque, precisamente, es una obra que indaga en las preguntas íntimas desde una narración colectiva. ¿Puede pensarse un individuo separado de su entorno? La búsqueda de la verdad, la autonomía institucional y la revisión del pasado desde otra perspectiva son algunos de los hilos fundacionales de una novela con ansias voladoras, reivindicadora del ser y plenamente musical. Nadie debería perdérsela.
Entre verdad y libertad
«Hermanos. Vivimos en un tiempo en el que no podemos ser quienes somos. Todos esperan de nosotros que seamos lo contrario de lo que somos». ¿Cuál es el tipo de narrador que merece esta historia? Intuyo que esta pregunta habrá sobrevolado las postrimeras líneas de esta novela. La intención, el tono, parecen estar por encima de todo. Y esto, verdaderamente, es uno de los mayores aciertos que he encontrado. Quienes saben de esto, que diría Juan Manuel Gil, suelen repetirnos que si fallas en el cómo, en la voz, tu historia podría ser un fracaso. No es el caso de Bardelás, que se aferra a una voz colectiva que narra democráticamente el sentir de todos los personajes y que, en el camino, nos transforma. Parece venir a decirnos que no nos hacemos solos, que la vida de cada individuo es posible por otras muchas otras vidas. Por eso, quizá, lo más falso de la literatura es la narrativa empecinada en el yo. Es como si estuviéramos pidiéndole a la novela que sea lo que no es. A lo largo de esta aventura lectora, por el contrario, descubrimos una serie de personajes conectados, que se ayudan y aprenden los unos de los otros. Podríamos decir, entonces, que en esa voz colectiva encontramos una historia fascinante que nos invita a retomar nuestro contacto con los demás, para revisar la historia común y resignificar la identidad desde ese nuevo reconocimiento.
Lois ha vuelto a su pueblo natal, San Xoan, a pasar unas vacaciones. Lo recibe su abuela Mati, una mujer mayor que en los últimos años se ha convertido en una de las líderes de un grupo de mujeres que intentan renovar las rutinas y creencias de la región, darle una razón de ser a sus vidas, tomar el control de la situación. A partir de ahí la historia avanza entre lucha obrera, discusiones íntimas, reuniones clandestinas, reflexiones existencialistas y un deseo profundo de su protagonista por resolver algunas de las inquietudes más importantes de su vida, de los hechos que le han convertido en el joven que es. La articulación del pensamiento y el sentido está logrado a través de la música: ¡y cómo me ha gustado este detalle! La música como pulso eléctrico contra el mundo, como espacio de total descubrimiento. Hay sobre todo una hermosísima conversación entre Lois y Eva en torno a la figura de Motzart y a la distancia entre su voz y la de Schubert que me ha resultado fabulosa. El encantamiento motzartiano del que es difícil escapar.
Pero sigo. ¿De qué manera reconstruir la identidad sin perder las raíces?Éste es otro de los ejes de exploración. El pasado y el futuro como los únicos tiempos perceptibles, conectados por un presente tenue en el que el choque intergeneracional e ideológico puede provocar rupturas inexplicables así como también encuentros asombrosos. La revisión de la historia colectiva exige el replanteo de las certezas y la búsqueda de un nuevo sentido identitario. El sondeo no tiene la finalidad de desprenderse de todo sino de revisar las ideas desde el mundo que aún existe.
Esta novela no sólo nos muestra la madurez que experimentan los personajes sino que invita a ser leída en clave íntima, como una invitación para la propia mirada interior. Y es un viaje exquisito, a través de una prosa bien cuidada y elegante. Una estética que roza de lleno con la obra de Motzart, donde hay mucha calma hasta que surge del invierno un movimiento de coloratura que vuelca todas las expectativas que pudiéramos tener con la obra. El estilo de Bardelás es así: la deriva siempre es un sitio en el que no hemos estado antes.
La libertad y la posibilidad
En estos días he pensado en algo que me interesa de Spinoza sobre la ilusión de la libertad. La posibilidad de pensar en lo que verdaderamente nos hace libres y aquello que nos hace creer que lo somos pero responde a una ilusión. Bardelás me ha llevado a pensar en ello, al mostrarme una serie de personajes deseosos de conquistar el control de sus vidas y dispuestos a hacerlo incluso atándose a lo que mejor formule sus sentidos. Hay muchas preguntas en torno a esta dicotomía, tan presente en nuestra rueda contemporánea, y aunque no vas a encontrar respuestas en esta novela sí te aseguro que descubrirás cómo hacer las preguntas verdaderas.
Volver a Spinoza puede ser una buena forma de recordar que la verdad nunca está a la vista y que para conquistarla se requiere de libertad. Y, finalmente, que ésta sólo puede hallarse abriendo el corazón. Ésa idea, abrir el corazón, que se repite en toda la novela, y que representa una actitud muy difícil, es una bandera a la que algunos de los personajes se aferran para no claudicar. «Abrir el corazón para ellos es un concepto imposible». Lois no quiere encontrarse con la verdad de Mati, no quiere creer en ella, porque lo poco que sustancia su vida se va a desvanecer si esto ocurre. Sin embargo, ella parece convencida de que la única forma de regresar al camino es haciendo colapsar los tiempos y creando una nueva realidad donde pasado y futuro no sean polos repulsivos. Su gran desafío es que Lois recuerde de dónde viene porque sabe que es el único modo de descubrir hacia dónde quiere ir.
Dios. Motzart. Spinoza. La vida de Mati consiste en aferrarse a pequeños sueños que formulen su deseo y la empujen a luchar por su pequeña comunidad. «La verdad tiene que dejar de ser una idea, una utopía, tiene que ser realidad». Mati quiere creer que existe una forma de vivir en la verdad, pero no contempla la posibilidad de la única teoría; necesita sentirla, caminarla con sus pies, amasarla con sus manos. Y ésta es la gran propuesta de este grupo de mujeres filósofas, que no han ido a la universidad. El conocimiento como una posibilidad para todos. No como un don o una propiedad de las academias. La libertad también (y quizá, sobre todo) está ahí.
Destiempo es una novela feminista. «Y todas las mujeres colocan las manos en el corazón y todos los hombres bajan la cabeza sin mover las manos». Las mujeres de este libro son valientes y ansían un mundo distinto. Algunas han criado a sus hijos pero no quieren quedarse detenidas en el tiempo de la vejez deciden leer, aprender y sentir la vida en las carnes.
Aunque hay muchos y diversos personajes fabulosos para descubrir, Lois y Mati son los que vertebran toda la historia. Los une una extraña relación, que iremos desvelando a medida que avancemos en la lectura. Son criaturas opuestas, pero se parecen en algo: ambos necesitan motivaciones más allá de ellos mismos para vivir. Pero la vida ha provocado en Lois un gran desconsuelo, una pérdida de sentido, y Mati siente la obligación de ayudarlo a rencauzar su vida. «No eres feliz allá, ¿no?» Pregunta Mati. Y Lois: «La felicidad no existe». Y Mati : «Ya sabía yo que acabarías cayendo. ¿Quién te ha confundido de esa manera?». Las formas en la que el silencio los rodea y mantiene a salvo de la duda es otra de las cosas bien trabajadas de esta novela. ¿Cómo derrumbar tantos años de silencio sin que se desplome todo lo que sabían sólido y verdadero? Quizá ese miedo es el que sentimos todos cuando nos asomamos a los pozos infernales del pasado.
Y aquí hay algo que quiero señalar. El espíritu de Mati orbita en torno a esa idea de abrir el corazón, como si necesitara pedirles a los demás lo que ella no consigue hacer por sí misma. Su personalidad y su manera de relacionarse están muy bien trabajados. Pero, sobre todo, me ha resultado muy interesante cómo Bardelás deja caer el gran secreto que la vuelve así. La resignación no es algo que tenga que ver con ella, sin embargo, la vida la ha empujado a responsabilizarse del dolor de los otros apartando su deseo. A medida que avanzamos en la lectura iremos conociendo su herida y aprenderemos, como Lois, a entender lo que dice cuando quita de su falda una miga de pan inexistente. Leer a Mati es leer a nuestras madres y abuelas. Es saber reconocer que hay una alteración, una domesticación sistémica sobre nuestro deseo y que la libertad que se nos ofrece a cambio no es más que una ilusión.
Y siguiendo en esa línea aterrizamos en la importancia de la memoria. Un lugar en el que todo lo vivido permanece para siempre, para que podamos revivirlo, como lo expresa Eva. Ahí el destiempo. La memoria se va construyendo y nos va conduciendo por pasadizos que a veces ni sospechábamos que estaban ahí. La vida de Mati, de Lois, del cura buenmozón, de las mujeres del pueblo, de Eva, ha transcurrido por un sendero montañoso, no siempre elegido, muchas veces impulsado por el frenesí que caracteriza a la vida, el empeño de avanzar. Ahora miran el pasado con extrañeza y el futuro con incertidumbre. Quizá haya una revelación en eso.
«Esto ya lo sabemos nosotros desde siempre, pero cuánta felicidad da saber que otro, tan lejos en el tiempo y en el espacio, ya lo vio antes y dio con las palabras idóneas». El alivio en la palabra compartida, en la posibilidad de pensarnos juntos. Esto es lo que más me ha fascinado de la lectura. Ese cruce entre Spinoza y la ruralidad. En ese sentido me ha parecido un libro luminoso y profundamente revolucionario. Apuesta por la libertad en toda su extensión, lo cual supone, el acceso igualitario al pensamiento, a la educación, a las instituciones.
El camino a la reivindicación de las voces comunes debe realizarse desde la ternura, desde una idea constructiva y accesible a todos, es decir, desde el encuentro verdadero con los otros. En un mundo que supura rabia, descubrirnos en comunión con una lucha amorosa es lo más hermoso que puede sucedernos. «Que no esté escrito no responde más que a la dificultad que hemos tenido para acceder a las instituciones. Eso es lo que tiene que cambiar». Y lo dejo aquí, con muchas otras cosas para decir de este libro infinito. Porque me quiero guardar esto que dice Mati, como un recordatorio de lo que tiene (tenemos) que cambiar. Que nadie se pierda esta novela maravillosa de Silvia Bardelás.
DESTIEMPO.
SILVIA BARDELÁS.
TRADUCCIÓN: MOISÉS BARCIA.
DE CONATUS. 2021.
SILVIA BARDELÁS.
TRADUCCIÓN: MOISÉS BARCIA.
DE CONATUS. 2021.
3 Comentarios
Espléndida crítica a una maravilla novela. Gracias, Tes, por tu amor y tus luces
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias! Gracias a ti, por tu lectura. Es una novela increíble, totalmente de acuerdo. Un abrazo.
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