¿Por qué amamos a los perros?

«Simpatía», de Rodrigo Blanco Calderón (Alfaguara) es un homenaje bellísimo a los perros sin hogar.

Reseña de «Simpatía», de Rodrigo Blanco Calderón (Alfaguara)

«El día en que su mujer se marchó del país, Ulises Kan decidió buscarse un perro». El punto de partida de Simpatía, de Rodrigo Blanco Calderón (Alfaguara) es el abandono. Intuyo también que es el tema principal de toda la novela. Un país que olvida a su gente, un pueblo que olvida a sus perros, una persona que se desprende de lo que ama. Los tres pilares de una novela llena de imágenes cinematográficas que nos invita a pensar en las criaturas invisibles de toda catástrofe: los animales. Que nadie deje de leerla.


Una novela para amar a los perros


Creo que fue Gandhi quien dijo que el progreso moral de un pueblo se puede observar en el trato que da a sus animales. Una sociedad que no protege a los animales tiene mucho camino por recorrer todavía (casi todo) para considerarse justa o evolucionada. Mientras escribo esto estoy pensando en Isabel, una burrita anciana que ha sido rescatada por la maravillosa familia de Santuario Vegan. Hoy, después de 25 años de soledad, ha conocido a los otros huérfanos del hogar, sus amigos para siempre. La poca luz que existe en el trato que damos a los animales nos la ofrece la generosidad de unas pocas personas dispuestas a curar lo que otros lastiman.

¿Qué sucede con los animales cuando la gente decide emigrar? Esta pregunta, muy pocas veces formulada, es la inquietud que da sentido a esta novela; y una buena razón para leerla. Toda catástrofe deja a la intemperie a miles de criaturas. Compañeras fieles que empiezan a "estorbar" y son apartadas y olvidadas. Es importante que nos preguntemos adónde van esos animales, si queremos construir esa sociedad justa. Rodrigo Blanco Calderón da visibilidad a esa población invisible de toda guerra, de toda catástrofe. «Si ni siquiera los perros podían salvarse, aquella tierra estaba de verdad maldita».

¿Qué lleva a una persona a abandonar a su perro? Esta pregunta es difícil de responder. Hay situaciones con las que no queremos empatizar, y eso está bien. No quiero comprender la mente de un pedófilo, porque no quiero sentir compasión por él; no quiero comprender las razones de alguien que abandona a una de las criaturas más inocentes que existen sobre la tierra, porque no quiero sentir compasión por quien asume la crueldad como arma de escape catártico. Sin embargo, sí quiero saber qué pasa con esos animales. Este detalle en la perspectiva, esa importancia en la mirada, cobra forma en esta novela, que es una invitación a sensibilizarnos con el daño. Hay una descripción brutal sobre cómo se lleva a cabo el abandono, justo antes de abandonar el país: «Cuando todo estaba listo, entonces tomaban el carro por última vez y conducían hasta un parque lejano. Allí frenaban, desde adentro abrían la puerta trasera y dejaban salir a los perros; y cuando los perros se bajaban locos de alegría, trancaban de golpe la puerta trasera, aceleraban y huían».

Simpatía es un doble homenaje: a los perros callejeros y a las personas que brindan su tiempo para luchar contra la cruedad. Y esto es lo más hermoso que vas a encontrar en esta lectura. Me parece bellísimo entenderlo como un libro dedicado a esos amigos fieles que nos enseñan de la vida todo lo que ninguno de nuestra especie ha sabido contarnos. «Lo que Ulises encontró en la mirada de su perro, desde el instante en que lo vio por primera vez (...) ese territorio que comenzaba después del amor. Una paz y una alegría sin sombras. El último borde de la luz antes de la muerte». Quien haya amado a un perro y se haya mirado en el fondo de sus ojos sabe que la naturaleza de este retrato amoroso representa fielmente esa experiencia. Por otro lado, me parece importantísimo ese homenaje justo y necesario a aquellos ciudadanos que asumen esa responsabilidad que atribuyera Gandhi a la evolución moral. Son las pocas luces que nos quedan.

Un libro con libros sobre el amor a estos animales. Eso también es Simpatía. Una cadena hermosa de compasión y amor perruno. Nos propone, en ese sentido, maravillosas lecturas. «Todos los perros de mi vida. No habla de los maridos, ni de los hijos, ni de los amantes. Sólo de sus perros. Cojonudo, ¿no?» También hay una reflexión en torno a lo que implica la herocidad. ¿Quiénes son los verdaderos héroes? Que es lo mismo que preguntarnos ¿quiénes nos han salvado de verdad? El vínculo entre Bolívar y los personajes es otro elemento a destacar. «Bolívar fue huérfano, viudo y estéril y ése es nuestro padre, somos semillas de ese desierto». Escritores, pintores, militares , personajes variopintos, todos ellos encontrados por su amor a los perros. Y también compartiendo la orfandad.


Reseña en Bestia Lectora de «Simpatía», de Rodrigo Blanco Calderón (Alfaguara)

La violencia y el exilio


La orfandad, con la cualidad doliente que la caracteriza, el amor por el cine y su deseo de convivir con un perro son las tres grandes marcas de identidad en la vida de Ulises Kan, el protagonista de Simpatía. Cuando su mujer, Paula, lo abandona para dejar atrás el país, él decide adoptar un perro. Su relación con el padre de Paula, Martín Ayala, le servirá para redescubrir su gran amor por estas criaturas; al punto de comprometerse a poner en pie un hogar para perros abandonados, la Fundación Simpatía por el Perro:«El arca es la casa». Un proyecto ambicioso: luchar contra el abandono en una ciudad que no atiende la violencia contra los animales. Lo que Ulises ve a medida que la gente abandona Venezuela es «Una manada triste y dispersa que convertía la ciudad en un hospital de guerra».

Dice Carolina Sanin que uno escribe para saber dónde está. Hay pocas verdades sobre la escritura que me resulten más potentes. Pienso en Rodrigo sentándose a escribir en la ciudad de Málaga sobre una ciudad que le obligaron a dejar. Siempre el exilio es obligatorio. Puede ser más o menos violento; pero siempre es una elección que se toma cuando sabes que lo que necesitas no está ahí. ¿Qué hay que aprender de ese empeño por escribir desde el exilio sobre un joven que se resiste a abandonar el país? Quizá sea la escritura una forma de reconocernos en un lugar que no sea del todo físico, del todo real. Como le pasa a Ulises, en esa vida nueva, en sus estrenadas posibilidades. A lo largo de la lectura el conflicto de ir o quedarse está muy presente; y, se me ocurre, que esto también tiene mucho que ver con el abandono.

En la estética de la prosa de Blanco Calderón hay dos cosas que me han interesado especialmente: la creación de personajes y las estampas paisajísticas de la ciudad. Dos elementos que están íntimamente ligados; puesto que la forma de actuar de los personajes parece estar íntimamente ligada al contexto.

En lo que respecta a la creación de personajes, el narrador se detiene en un punto de semisilencio: sombrea algunas cosas, nos va ofreciendo a cuentagotas lo que necesitamos saber y calla casi todo. Este tejido misterioso que rodea a la mayoría de las criaturas de Simpatía se abre como una gran pregunta y nos empuja a querer saber más sobre ellas. A través de un juego de voyerismo cinematográfico, Blanco Calderón nos mete de lleno en la trama, sin que podamos evitarlo. Con giros insospechados nos va llevando hasta convertirnos en mirones, para observar a los personajes desde esa peculiar mirada culposa y disfrutante. Hay una escena que lo plasma perfectamente: un personaje baila en medio de la noche en el jardín; una pareja lo ve y decide acercarse para comprobar de cerca. De pronto, se descubren disfrutando del sigilo perverso. Cómo se va narrando esa escena, el detalle de la luz, las sombras y los roces me ha parecido de una belleza contundente. Este aspecto de la prosa enriquece muchísimo la lectura.

Y aquí no quiero dejarme fuera otro comentario respecto a un personaje: Nadine. Una joven que va adquiriendo protagonismo a medida que avanza la novela y que reúne grandes cualidades desde el punto de vista creativo. La conocemos poco pero desde el primer momento parece estar envuelta en un aura de misterio. Esta característica y la extraña relación que mantiene con Ulises, me han llevado inevitablemente a la Alejandra de Ernesto Sábato —Sobre héroes y tumbas— y a esa obsesión que despierta en Martín, transformando su vida para siempre.

Respecto a las descripciones ambientales, encontramos a lo largo de la lectura preciosas observaciones de sitios estratégicos de la ciudad de Caracas, como el histórico Hotel Humbolt, que aparecerá como un sitio clave en la comprensión de algunos acontecimientos. Aquí podríamos señalar que los personajes van asimilando la realidad de un país roto y se identifican con el derrumbe arquitectónico que les rodea. Tiene que haber algo aquí para aprender, me parece.


Una novela sobre el amor a los perros, de Rodrigo Blanco Calderón (Alfaguara)

Desamor y simpatía


Chantal Maillard dice que la imaginación trabaja por dos caminos: el interpretativo y el creativo; representando la realidad o creándola. En ambos casos se obtiene una explicación del mundo. Rodrigo Blanco Calderón va por esa línea. Sin desprenderse del todo de la situación real, del plano ambiental en el que sucede la historia, del tiempo histórico en el que se encastra, trabaja con elementos fantasiosos para construir una narración universal: comprensible más allá del tiempo y el espacio. Y aunque a veces la realidad supera a la ficción, en este caso, sin la ficción habría sido difícil contar esta historia y devolvernos algo de luz.

Finalmente, Simpatía es una historia de amor y una reflexión sobre las formas de encontrar apego en los otros. «¿No dijo David Foster Wallace que toda historia de amor era una historia de fantasmas? ¿Se refería solo al recuerdo de lo vivido o podía aplicar también a lo que aún no había sucedido?». Ven, quiere decirle Ulises a Nadine, pero no lo hace. La pulsión ahogada por la cordura de lo políticamente correcto. El amor y también el desamor, que siempre lo acompaña como una sombra. La soledad del huérfano que busca refugio donde puede.

Ulises entiende a los perros porque sabe lo que es la soledad. Comprende que un perro solo no es un perro que se busca la vida en solitario, es una criatura a la que le han roto el corazón y que cargará toda su vida con ese duelo. Porque el agujero del abandono persiste, reaparece y nos deja más solos y tristes cada día.

Simpatía es una novela extraordinaria sobre la grandiosa amistad que puedes desarrollar con un perro; intenta reflejar la imposibilidad de comprender el fondo del amor, después del amor, que es lo que ellos nos ofrecen. Y traza todo el arco de ese amor sublime: hasta tocar el corazón roto para siempre, cuando ellos nos dejan, cuando sus cuerpos deciden descansar para siempre.

Y mientras nos leemos muchos perros son sacrificados o enviados a las perras por "dueños que, por diferentes razones, ya no pueden seguir haciéndose cargo de ellos". No nos merecemos el amor de los perros pero, si vamos a criarlos, más nos vale cumplir a raja tabla la misma promesa silenciosa que nos hacen ellos. Como la promesa que acoge a Isabel, la posibilidad de ser parte de esa hermosa familia que han fundado Laura y Eduardo. ¡No dejen de olfatear con disfrute esta fabulosa novela!


«Simpatía», de Rodrigo Blanco Calderón (Alfaguara)

SIMPATÍA.
RODRIGO BLANCO CALDERÓN.
ALFAGUARA.
2021.

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