«Cámara de resonancia», de David Eloy Rodríguez (La Garúa Libros)

«Cámara de resonancia» de David Eloy Rodríguez (La Garúa) en nuestro «Lunes de Poesía».

«Cámara de resonancia» de David Eloy Rodríguez (La Garúa Libros)

Hay algo concreto en la poesía de David Eloy Rodríguez que no se parece en nada a lo que uno asume como concreto, asible, como si ese nombrar conciso aludiera a un tipo de flexibilidad subjetiva, oculta. Su manera de trabajar con el lenguaje está cerca del cántico, de las letanías y del verso popular que acompaña a la guitarra. Hay algo amplio que atraviesa las cosas y el mundo; algo que nombra lo invisible y que nos toca. Cámara de resonancia es un poemario que confirma su búsqueda poética, del que podemos disfrutar en una edición preciosa de La Garúa Libros. En nuestro «Lunes de Poesía» te invitamos a leerlo.


Lo que suena, por qué


Una de las primeras ideas que nos asalta mientras leemos Cámara de resonancia es aquello que profesaba Barthes sobre lo difuso. El poema no está donde se lo nombra, se construye en ese eco, en esa cámara de resonancia. Todos estos poemas pueden ofrecernos una mirada diversa del mundo. Ahondar en ellos es descubrir otras voces en la voz.

David Eloy Rodríguez se apoya en un lenguaje casi aforístico. Cerca del breviario poético de la era clásica pero desde la flexibilidad de la que hoy dispone nuestra lengua. Con la capacidad para decir mucho con poco. Y ese poco se ensancha cada vez que volvemos a los versos. Su poesía es una reflexión sobre nuestro tiempo: la discriminación, la desolación, la desilusión, pero también los grandes enemigos de nuestra realidad: las prisas, la falsa idea de éxito, los eufemismos políticos como forma de conquista diaria. Un mundo que está enterrándose y olvidándose de sus herencias luminosas. «Cada vez queda menos / para que estalle la bomba».

El maltrato a nuestros ecosistemas es un tema crucial y capital en este libro. La importancia de revisar nuestros actos, de mirar mejor el mundo, de hablar mejor con las cosas, se asoma a muchos de los versos. Pero sobre todo una idea que me ha interesado especialmente: la búsqueda de un lenguaje que se despoje de la ira y la violencia que hemos cultivado con tanto empeño en nuestros miles de años de historia. Parece ir detrás de un atisbo de esperanza. Leemos: «En el interior del agujero negro, / ¿vivía una luciérnaga?».

Cualquiera que haya leído la poesía de David Eloy Rodríguez estará de acuerdo conmigo en que una constante en él es la experimentación con las formas. En este libro lo destacable es la estructura: los versos, a modo de sentencias aforísticas, se van concatenando para dar vida a los poemas. Vemos que hay una apuesta, por un lado, con un uso clásico de los signos de puntuación, a través de los cuales se otorga un ritmo constante y preciso a las frases, aunque, por otro, los signos sirven para interrumpir el discurso. Una idea puede derivar en su opuesta gracias a este juego formal. Por otra parte, hay un deje popular, que podría hacernos pensar en las canciones tradicionales de Andalucía. Disfrutamos, entre otros muchos versos, de una Soleá, que dice: «Lo supo Alonso Quijano, / que en esta vida no hay héroes, / que todo es desengaño».

La esperanza es un don constante en la poesía de David y en este libro, pese a que se nombra el dolor con intensidad, aparece con más fuerza. Quizá podríamos decir que es, de momento, su libro más luminoso. La esperanza aquí echa raíces y se queda con nosotros. Pero no es una esperanza ñoña, sino de supervivencia. Por eso, los versos que encontramos tienen ese claroscuro de la vida, del paso del tiempo, de las heridas siempre abiertas de nuestro tiempo. «La vida en la frontera es complicada, / pero no tenemos otra vida». Muchos de los poemas atienden esa herida y tratan de mostrar caminos posibles de resurrección. Leemos: «Si se espera mucho, / sucede nada. / Si se espera nada, /sucede algo».

Por último, encontramos numerosas reflexiones sobre la poesía y la creación poética. Y es quizá aquí donde reside el origen de la esperanza. Como voz que no nos abandonará y que nos permitirá ver más allá de las encorsetadas opciones del mundo, la poesía se abre y nos ilumina. Una luz que invita a pensarse mejor, a percibir nuevos caminos. «Se lee, se escucha y se escribe poesía / para emprender un viaje verdadero», leemos. Y también: «La poesía es el hotel que amamos / como si fuera nuestra patria». Y relacionado con esto encontramos otra cosa hermosísima, con la que acabaremos esta lectura. David nos habla de la creación poética como la iniciación de un camino de búsqueda íntima que aunque es solitaria nos acerca al mundo, y a los otros. «El lenguaje es una superstición. / La poesía es un ritual», leemos. Que nadie deje de leer este poemario bellísimo de David Eloy Rodríguez.


Reseña de «Cámara de resonancia» de David Eloy Rodríguez (La Garúa Libros)

Un poema de David Eloy Rodríguez


Como hacemos siempre en esta sección de «Lunes de Poesía» nos despedimos con un poema de David Eloy Rodríguez, de esta Cámara de resonancia.


EL MAR NOS AYUDA A PENSAR EN EL ORIGEN

Se derriten los icebergs: nos inundamos.
El mar tiene nostalgia de su dominio.
El mar, pensado en seco, es una entelequia.
Pero el mar no es un espejismo.
El mar es imposible, pero no es un espejismo.


Un poema de «Cámara de resonancia», de David Eloy Rodríguez (La Garúa Libros)


CÁMARA DE RESONANCIA
DAVID ELOY RODRÍGUEZ
LA GARÚA LIBROS
2021

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