Los cuentos de Patricia Esteban Erlés

Un cuento de Patricia Esteban Erlés en nuestro «Miércoles de Cuento».

Foto: Editorial Páginas de Espuma

«La vieja sólo se sabe un cuento, pero es el mejor de todos». Los comienzos, dice Amos Oz, comprimen la voz de un libro y son incluso más importantes que el final. Un cuento que nace con una oración contundente puede sobrevivir incluso a un mal final. Si como lectores nos topamos con un gran comienzo, posiblemente nunca olvidaremos esa lectura. Ni aquí ni en ningún otro lugar de Patricia Esteban Erlés (Páginas de Espuma) es una buena lectura para comprender esto. Cada cuento empieza lanzándose al vacío y nos atrapa irremediablemente. En este nuevo capítulo de «Miércoles de Cuento» vamos a analizar algunos de los rasgos fundamentales de esta obra y te vamos a dar algunas buenas razones para no perdértela.


Renovar el género


Sabemos todos que para escribir debemos ejercer el estrabismo: un ojo en el pasado y otro mirando al vacío. Algo así como tener cierta conciencia de la tradición para poder construir algo nuevo. El gran beneficio de esto es que nuestra creatividad se ve acompañada de la atmósfera y el color de la buena literatura mientras hurgamos en nuevos horizontes. Patricia Esteban Erlés trabaja de este modo y en sus cuentos podemos naufragar como si se tratara de un cuento tradicional pero, al mismo tiempo, encontramos giros insospechados que nos renuevan la idea de que todavía queda mucho por escribirse.

En la atmósfera, entonces, percibimos la influencia del cuento de hadas tradicional y en el giro el aporte novedoso que la autora ofrece al mundo de la narración breve. Un rasgo que la delata es que sus giros suelen hacer uso de la ironía o el cinismo y, generalmente, son medianamente desconcertantes. Además, ya pensando en la estructura del cuento clásico de hadas, no hay moraleja ni encontramos un veredicto concluyente. Este juego entre pasado y posibilidad es, sin lugar a dudas, lo que convierte un entretenido cuentario es una fábula necesaria e inolvidable.


Una mujer amamanta a una criatura extraña. El rostro de la madre está cubierto por una tela negra. La criatura mira hacia nosotros y podemos percibir su rareza, su deformidad. Esta ilustración de Alejandra Acosta acompaña uno de los cuentos de este libro es verdaderamente espeluznante. El trabajo estético de Acosta es uno de los más bonitos hallazgos de los últimos años. Ha colaborado con otros muchos proyectos literarios y siempre sabe captar el espíritu de aquello que ilumina con sus ilustraciones.

En este caso encontramos imágenes que presentan un único color, el verde, combinado con tramas y texturas en negro. Al observar estas imágenes, inmediatamente viajamos en el tiempo: a las antiguas ediciones de los cuentos de hadas (cubiertas forradas en tela, hojas de gramaje grueso y ese carácter de solemnidad que tienen los libros que han pasado por tantas manos). Si ya los cuentos nos permiten ese viaje rotundo a la infancia, el trabajo del libro como objeto corona la tarea. Acosta sabe llenar nuestro imaginario pictórico de nuevas herramientas, para poder disfrutar de esta lectura de una forma absoluta.



Monstruos y dobles


«La princesa y su monstruo parecían ser las dos mitades necesarias de la hermosa trampa de los sentidos». El tema del doppelgänger se ve plasmado en muchos de estos cuentos pero en lugar de tratarse de un yo dislocado, la autora lo trabaja desde dos criaturas que podrían parecerse tanto como para estar destinadas a estar juntas. No obstante, la realidad siempre acecha los pronósticos, y las dificultades aparecen nada más dar vuelta la página. En otros cuentos el foco está en la desesperación que produce la certeza de un destino poco deseable, el trabajo de conquista del propio espacio, la extrañeza respecto al mundo de los otros y, sobre todo, la imperiosa necesidad de sobreponerse a la realidad para alcanzar una cierta sensación de felicidad.

Quizá sea el deseo y los anhelos de ese bienestar los verdaderos motores de todas estas historias. Encontramos personajes que, en medio del abatimiento son capaces de encontrar algo a lo que aferrarse. Aunque siempre está ahí el miedo de confiar en espejismos. «Nunca se sabe si lo que hay dentro de una caja, envuelto en el papel más brillante, será tan bello como lo imaginamos. Eso querríamos, eso tememos». En esa frontera tenebrosa donde se intersecan el deseo, el dolor y la herencia tienen lugar algunos de los cuentos más potentes de este libro.



Intentando recapitular podríamos decir que Ni aquí ni en ningún otro lugar se compone de una serie de cuentos que reflexionan sobre la pulsión de la vida. ¿Qué nos hace libres? ¿Qué nos condena? ¿Qué nos redime? La necesidad de responder a estas preguntas y de ordenar sus vidas pone a los personajes en movimiento. Y cuando todo parece desvelado, la autora impone un giro rotundo que, de alguna manera, podría medirse como la vuelta al casillero de salida. Y en ese movimiento casi circular está la luz, en la certeza de que no podemos controlar absolutamente nada. Aquello de que el destino no está escrito, que nos recordara Sarah Connor. A través de estos cuentos podemos permitirnos una reflexión sobre los hilos finos que nos sostienen de pie en este extraño valle de lágrimas. Porque en todos ellos habla la muerte y se enfrenta a las voces de la vida exprimiéndolas, para que pronuncien por ella el acertijo que abre el hechizo. «Hasta la muerte necesita una voz que pronuncie las palabras mágicas». En ese espacio de extrañeza donde conviven luz y oscuridad habitan estos cuentos y quienes los leamos nos quedaremos un poco, viviendo allí para siempre, entre el deseo y la muerte. ¡Que nadie desaparezca sin viajar a este lugar de indefinida geografía!

Como en cada capítulo de este ciclo denominado «Miércoles de Cuento» terminamos dejándote un fragmento de este libro extraordinario. ¡No te lo pierdas!


«Madre» (Fragmento)

«Le dijeron que el niño nació muerto. Ella movía la cabeza contra todo aquel que se le acercaba o la miraba compadecido. Negar era la única forma que tenía de combatir las palabras del médico, de su madre, del padre del niño. Todos aceptaban su muerto como si fuera posible. Qué disparate. Nadie puede nacer muerto. Nadie puede no vivir sin nacer y llegar a este mundo como un ahogado que el mar arroja hasta la playa».


«MADRE». NI AQUÍ NI EN NINGÚN OTRO LUGAR. PATRICIA ESTEBAN ERLÉS. ALEJANDRA ACOSTA (ILUST.). PÁGINAS DE ESPUMA. 2021

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