Sergio Chejfec y su coloquialidad desplazada

Sergio Chejfec ha fallecido. Su enorme pérdida me empuja a escribir acerca de la fascinación que me produce su obra.

Foto: Paco Fernández

Muchos escribiremos hoy sobre el mágico Chejfec, y todos creyendo que fue nuestra experiencia la más significativa. Y así es. Porque la vida es esto que tocamos con las manos. La vida que se nos ha apagado un poco, con la desaparición de una de las voces más brutales de la imaginación literaria. Sergio Chejfec fue un escritor que se saltó todas las normas para construir una obra contundente y pensante que no tendrá comparación. Su fallecimiento nos deja un poco más huérfanos, pero sus libros siguen ahí, y son el mejor escudo al que agarrarse frente a esta tristeza. Y eso intentaré hacer aquí. Adiós, admiradísimo Sergio.


La obra incompleta de Chejfec


De la obra de Sergio Chejfec se han dicho y escrito muchas cosas. Algunas acertadísimas; otras, un tanto miopes. Mucha gente dice no entenderlo, como si algo en la literatura estuviera condenado al malditismo por nuestra torpe capacidad mental. A Sergio no hay que entenderlo, sino sentirlo. Sus libros son como largas conversaciones que se extienden a través de ese pacto hermoso autor-lector. En una conversación que publiqué en Poemas del Alma me dijo que le interesaba trabajar con una «coloquialidad desplazada», donde las frases se arman de palabras conocidas para intentar describir algo que se nos escapa. Creo que hay una fuerza y una explicación clara de cómo fue construyendo su apasionante universo literario.

Las frases en sus libros son surcos que se abren siempre hacia fuera, a diferencia de lo que suele suceder con la mayoría de los narradores. En una novela, las ideas intentan converger hacia un tema central y poco a poco se va despeluzando el exterior hasta llegar al punto clave de la anécdota. En Chejfec esto no es así, jamás fue así. Una idea lleva a otra idea que no tiene nada que ver, pero te penetra de forma brutal. El dibujo, la trama que desarrollan sus palabras, no es predecible. De esa segunda idea es posible que te lleve de nuevo a la primera o, por el contrario, que salte a una tercera que no sospechabas. Al cabo de un rato eres consciente de que has estado tanteando la luz por una serie de laberintos imaginarios de los que ya no puedes salir. Caminar: ésa es la acción que mejor describe esta experiencia de lectura. No podemos salir de la obra de Chejfec. Siempre volvemos, como si supiéramos que lo entendió todo. Y a lo mejor así es: porque supo escribir como quien busca lo que sabe que no existe, desde la huella casi borrada en la arena o desde el filo de la estela fantasmagórica del pasado, pero siempre con la imaginación por delante.

Los incompletos es un buen libro que nos permite comprender lo que siempre le ha interesado como escritor. Recuerdo la sensación de sobrecogimiento frente a ese personaje que va armando un mundo a través de las palabras del viajero. Me recuerdo con la fascinación de quien sabe que acaba de descubrir el verdadero Aleph de la literatura, que se forma con lo misterioso que la vida no nos muestra. Una indagación sobre ese misterio es toda la obra de Chejfec. Posteriormente, la pregunta sobre la relación con la escritura la plasmó de forma deslumbrante en sus libros Últimas noticias de la escritura, Teoría del ascensor y 5, publicados bellísimamente por Jekyll & Jill. Creo que estas lecturas pueden ser una forma lúcida de atisbar su universo. Nuestra relación con el lenguaje es práctica y metafórica, y la escritura debería seguir esa línea, confundiendo la realidad con la ficción y estableciendo una nueva forma de construir memoria literaria, que no es a través de los propios recuerdos sino de lo que somos capaces de imaginar. Una idea muy de Sergio, de la que estoy enamoradísima. La memoria constructora, donde el yo es un espectro y lo literario es un espacio de memoria común y creadora.



El universo imaginario


En su exposición de «Rutas de autor» para el Festival FILBA del 2020, Chejfec presentó su propia visión de la escritura, de una forma fabulosa (se puede ver en YouTube). La escritura como un paseo sin mapa, donde los impulsos pensantes sirven para concatenar ideas y lugares y establecer un discurrir más o menos ordenado, con algo de anecdótico y también con su pequeño caos. Sergio era así, construía mundos posibles en éste, partiendo de espacios e ideas aparentemente insignificantes y dotándolas de sentido a medida que avanzaba en su paseo. Toda su escritura es un largo y excitante paseo.

Apuntes para un panfleto es lo más reciente que he leído de Sergio Chejfec, un libro deslumbrante, si acaso más complejo que los anteriores, donde la indagación es pictórica. Puede leerse como un largo poema o como una pequeña novela, donde el yo otra vez se difumina para que sea la imaginación la protagonista, la posibilidad de crear mundo donde otros sólo ven palabras. Ésa era la magia de Sergio. Por eso, cuando me dicen que no lo leen porque no lo entienden me sorprendo. Para caer de rodillas ante el maestro sólo hace falta sentir, vivir el lenguaje en la piel y en los huesos, y estar dispuestos a que cada libro sea una aventura, una isla inexplorada, un conjunto de sensaciones itinerantes que conducen a lo hondo de nosotros mismos y que nos recuerdan que todo acto de vida puede transformarse en un acto de escritura. Aunque, para ello se requiere de un universo imaginario inmenso, ¿realmente lo tenemos? Creo que Chejfec tenía una imaginación desbordante, capaz de tejer tramas imposibles, por eso leerlo es aceptar la lectura como un acto de desconocierto.

Gracias a Sergio comprendí que existe otra literatura, desapegada de las normas, dispuesta a lanzarse al vacío para sacarle el jugo puro a las palabras. He leído muchos libros que tantean ese sendero, pero creo que nadie lo hace con la sensibilidad y el entusiasmo de Sergio. Este tipo de literatura plantea un problema serio: el escritor puede necesitar explicar con demasiado tecnicismo y erudismo el modo en que esa imaginación se desborda o bien puede aceptarse él mismo perdido en la niebla y construir su discurso como una conversación dislocada. Chejfec es un maestro de este segundo tipo de escritura. También gracias a Sergio ahondé en la poesía de Giannuzzi, otro gran olvidado y fascinante poeta. En deuda para siempre con él te invito a leerlo, a disfrutar de su extraordinaria obra y a descubrir su sentido del humor y del lenguaje. Y te invito a conocer nuestra nuestra sección «Volver a Chejfec», donde analizamos algunas de sus obras.


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